Rejón de castigo a los toros

30 de julio 2010 - 01:00

EL Parlamento de Cataluña aprobó el miércoles, por 68 votos a favor, 55 en contra y 9 abstenciones, la Iniciativa Legislativa Popular para prohibir las corridas de toros en dicha comunidad a partir del 1 de enero de 2012. La expectación internacional que rodeó la votación estaba justificada: una parte de España rechaza la celebración de la Fiesta que en todo el mundo se identifica con la nación española. Es una de las explicaciones de lo sucedido en el Parlament. Aunque la iniciativa partió de una plataforma de defensa de los animales, convencida de que el toreo es una manifestación de maltrato y crueldad, sólo ha podido salir adelante una vez que fue adoptada y potenciada por los nacionalistas catalanes (CiU y ERC, con el añadido de IU), inmersos en un proceso creciente de búsqueda de la diferencia con respecto a España y de ejercicio del soberanismo, de momento simbólico y virtual. Sólo por eso, y por la inhibición del presidente de la Generalitat, José Montilla, incapaz de enfrentarse a sus socios de Gobierno incluso en la aceptación de la Constitución, ha sido posible que la prohibición de la lidia haya prosperado en Cataluña con el pretexto de un respeto a los animales que ha resultado tramposamente selectivo, ya que no se extiende a la caza, la pesca o la actividad de los mataderos y ni siquiera afecta a otras tradiciones agresivas con los toros, como los populares correbous de tantas poblaciones catalanas. Aparte de este factor de exacerbación identitaria, lo verdaderamente grave de la decisión del Parlamento catalán es que supone un ataque a la libertad de las personas en nombre de algo tan netamente coyuntural como la corrección política y al socaire del ecologismo buenista. Por defender los derechos de quienes creen que los toros constituyen un acto de tortura y barbarie -a los que nadie obliga a asistir a una corrida- se pisotean los derechos de los amantes de una fiesta que es tradición, rito y cultura, además de un espectáculo que está en la base de un sector económico muy importante. El mundo taurino ha recibido un rejón de castigo. Tiene que corregir muchas de sus carencias, fallos y debilidades para que el rejón no acabe siendo de muerte para la Fiesta.

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