Antonio Carrasco

Netflix ha hecho mucho daño

Mi plazoleta

Los que me sufren a diario en la redacción me lo han escuchado decir muchas veces: Netflix ha hecho mucho daño. La conversión de nuestro día a día en una frivolización constante nos expone a situaciones en las que pretendemos someter la realidad que nos rodea a la ficción con la que nos alimentamos. Las cosas no son como las soñamos por mucho que lo deseemos. Pensamos que los códigos que vemos en la pequeña pantalla son válidos en el mundo cotidiano o que los aprendizajes que adquirimos sentados en el sofá nos valen para sentar cátedra con nuestros semejantes. Ni somos agresivos expertos en derecho por muchos juicios americanos que nos traguemos ni vamos a transformar la geopolítica mundial después de una maratón televisiva con diez Globos de Oro. Por suerte, tampoco vamos a arreglar los problemas con nuestros familiares después de ver Juego de Tronos (esta es de HBO).

Que conste que no tengo nada contra el canal de streaming ni mucho menos. Devoro sus series y a veces fantaseo como buen mortal aplicándome con enorme acierto en sus papeles más conseguidos. Siempre gano. La expresión de la que desconozco el autor viene al pelo para definir la simplificación en la que nos vemos inmersos con demasiada frecuencia. El último y rocambolesco episodio vivido entre Murcia y Madrid con la maniobra política de Ciudadanos tiene mucho de guion de serie.

¿Quién no ha pensado alguna vez viendo a nuestros políticos en qué haría Frank Underwood para resolver esta o aquella crisis? Inés Arrimadas se vio ante su gran momento para ejercer de estratega de talla nacional. Al menos en su pizarra. Una situación de esas en las que el protagonista de House of Cards siempre salía indemne con un giro de guion sorprendente que cogía con el paso cambiado a todos sus rivales. Alguien debió pensarlo en el partido naranja. Rompo una alianza para asegurarme un gobierno, recupero protagonismo y me reivindico como propietario de un espacio propio. Un plan infalible. El resultado habla por sí mismo.

Como la realidad no siempre supera la ficción, alguien debería haberle explicado a Rivera primero y a Arrimadas después que el adoquín de Frank Underwood era de gomaespuma.

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