Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Los afanes
Dice mi amigo Manuel Aparisio que acaba de eliminar todos sus perfiles de las redes sociales. Que se ha cansado de las barbacoas y las chuletas de los unos, de los selfis de los otros, y de las mentiras y falsedades de casi todos. Si ya lo dejó escrito Propercio en la Elegía IV "Donde ahora se dictan las leyes para pueblos sometidos". Perder el tiempo en las redes sociales es dejar de vivir un poco, o un mucho, es estar sometido. También lo escribió Hölderlin en el poema La visión: "Cuando la vida de los hombres va perdiéndose".
Y entre tanta mentira echo en falta las palabras bondad y belleza. Ninguna aparece en las redes, ni en la prensa, ni en los falsos discursos políticos, ni siquiera en las banderas republicanas enarboladas ante la tumba de Machado. Escribe Propercio en la Elegía II "Pero para vosotros fácil es armar palabras y fraudes". Y la palabrería vaga e insolente da paso a la falsedad, al rencor, a la violencia. Nunca a la bondad y la belleza. Sigo recordando a Propercio: "La sombra del vencedor será igualmente mezclada con la de los vencidos" (Elegía III).
Nos dice Hölderlin en su poema La satisfacción: "Mejor es conocer la belleza, / sublime creación de la vida". Y es mucho mejor. Fíjense que todo o casi todo lo que nos rodea ahora es mentira. Hasta la literatura actual es falsa. Hay escritores que escriben de los muertos como si hubieran estado toda la vida con ellos, y hasta inauguran congresos falseando el recuerdo que tan solo existe en la imaginación de aquellos. Muchas veces me digo, si el muerto en cuestión levantara la cabeza saldría corriendo, y no pararía hasta llegar al fin de todos los caminos, que es la verdad y la belleza.
"Algo resta de las almas: la muerte no acaba todas las cosas" (Propercio, Elegía IV). ¡Cuánta mentira, cuánta falsedad! ¡Cuánto discurso vacío! Venimos de visita y debemos dejar sustancia, comprender los misterios del espíritu, creer en los pensamientos, sabernos a veces incapaces y adentrarnos en la naturaleza humana con la humildad del bien y la bondad. Solo así nos acercaremos a la belleza.
Flaco favor le han hecho a Machado, muchas banderas, muchas más banderas, mucho postureo, más redes sociales, y nada de literatura. Si Unamuno levantara la cabeza sonreiría. Aunque Unamuno tampoco llegó a entenderlo realmente. Finalizamos con Hölderlin, con un verso de su poema El hombre: "Quien honra el Bien no se causa ningún daño".
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