Crónica personal

Pilar Cernuda

Dinastía

29 de octubre 2010 - 01:00

LA muerte de Néstor Kirchner pone punto final a una dinastía política que había arraigado con fuerza en Argentina. El ex presidente iba a convertirse, según todos los analistas, en el nuevo presidente a partir del 2011, tras el paréntesis de cuatro años en el que ostentó el poder su mujer, Cristina Fernández, con él siempre en la sombra a la espera de la fecha que le permitiría presentarse nuevamente a las elecciones.

En el reinado de los Kirchner hay más sombras que luces, pero en estos días de duelo sólo se recuerdan los aciertos y se elogia el coraje de la presidenta a la hora de enfrentarse al momento más dramático de su vida: la muerte de su marido, su impulsor, su gestor, su consejero y su apoyo. Nunca ha ocultado Cristina Fernández la dependencia personal y política hacia su marido, y no vale en este caso acusar de machismo a quien pone el acento en el hecho de que Cristina Fernández queda desarbolada tras su muerte. Nadie lo habría dicho de otras mujeres que ejercen o han ejercido el poder con mano firme sin necesidad de un hombre que les dictara desde la sombra, Merkel, Ghandi, Bachelet, Thatcher, Golda … la lista es larga y su trabajo reconocido incluso por sus adversarios. En el caso de Cristina Fernández, el "de Kirchner" era su seña de identidad.

Es la razón de que no sólo los argentinos, sino también los dirigentes más destacados del mundo, se pregunten por el futuro de Argentina, un país puntero en Sudamérica con permiso de Chile y Brasil, y que precisamente por ser puntero ha sobrevivido a diversos presidentes y gobernadores catastróficos desde todos los puntos de vista. Néstor Kirchner, como presidente electo primero y a través de su mujer -presidenta electa- después, había logrado enderezar la debilitada economía argentina e iniciar una era en la que se advertían síntomas de recuperación a pesar de que ni uno ni otra habían hecho esfuerzos por erradicar la corrupción y tampoco habían sido ejemplo de políticos respetuosos con la ley y con las libertades. En estos días de luto callarán las voces críticas para no hurgar aún más en la herida de la presidenta, pero en lo que queda de mandato Cristina Fernández de Kirchner tendrá que demostrar si la entereza que hoy demuestra la va a llevar a la Casa Rosada para dirigir en solitario y con buena mano los retos que tiene por delante: tomar las medidas económicas que necesitan los argentinos, abordar el problema que se plantea en su partido a la hora de designar un candidato a la sucesión, y elegir compañeros con los que compartir criterios de política internacional. Habrá que ver si continúa con la línea populista que había adoptado recientemente, de la mano de Chávez y el Lula más radical, o bien se inclina por la moderación. Argentina es un país que cuenta en el mundo y lo que ocurre en su Gobierno trasciende mucho más allá de sus fronteras.

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