Considerandos

Gonzalo / Prieto

Contaminación olfativa

28 de octubre 2015 - 01:00

HACE más de 30 años, muchos de nuestros visitantes recordaban de su estancia en Huelva, no sólo la moderación de su clima, las extensas y solitarias playas, la naturaleza de sus parques naturales y marismas, el encanto de la Sierra y nuestra gastronomía. También recordaban el enorme déficit de comunicación, los mosquitos que aparecían en verano, los pestilentes olores de la Celulosa y la contaminación del cercano polo industrial de la Punta del Sebo.

Hoy, cuarenta años después y a pesar del aumento significativo de turistas, pocas cosas han cambiado. Afortunadamente, se mantiene el aprovechamiento del clima, de la naturaleza y de la gastronomía, pero ha sido escasa la mejora de las comunicaciones. Las campañas de reducción de mosquitos, buscando el equilibrio con el alimento de las aves, han sido positivas. Desaparecieron el año pasado los desagradables olores por la fabricación de pasta de papel, pero sólo porque Ence clausuró su fábrica de Huelva. También cerraron algunas industrias químicas de la Punta del Sebo, pero nos dejaron junto a la ciudad, los inmensos residuos de fosfoyesos en 1.200 hectáreas de marismas del río Tinto.

Pero por si no fueran suficientes los problemas ambientales que llevamos padeciendo por una equivocada decisión de implantación industrial de hace varias décadas, en estos últimos días se están intensificando otras muestras de contaminación atmosférica.

Las olfativas, que se extienden en el aire, son percibidas por todos y no se conoce el daño que pueden producir en la salud. Son numerosas las actividades que las producen, como las industrias químicas, las ganaderas, depuradoras, el humo, los vertederos, alimentos en descomposición, aunque cada una con una distinción olfativa diferenciada.

Esta contaminación ambiental es muy desagradable para la vida cotidiana y, además, también podría ser tóxica para los ciudadanos, especialmente para la población más sensible.

En Huelva produjo una importante alarma entre la población, abundando las solicitudes de información a las administraciones. Pero resulta llamativa la rapidez de la Aiqbe en salir a los medios para rechazar, según sus datos, la participación de sus asociados en los hechos.

Ahora se está estudiando el origen de esa contaminación olfativa. No sé cuál podrá ser la causa provocada pero, es seguro que los ciudadanos de Huelva y su entorno no tienen ninguna culpa y la están sufriendo desde hace casi medio siglo.

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