La pylori y los tornillos

30 de septiembre 2025 - 03:08

Si el Recre no gana el domingo podría quedarse a 7 u 8 puntos del líder después de tan sólo cinco jornadas; no veo difícil entender la relevancia de que no se pueda fallar ante el Lorca y lo que ha supuesto que el Decano no haya vencido ninguno de los dos partidos disputados en casa, lo que es una cantada. Perdón: es una cantada desde mi punto de vista, claro; para otros, más pacientes y complacientes, no tendrá importancia. Para mí sí por las sensaciones, por los rivales, porque estamos donde estamos, por los 13.000…

Me sé lo de que en el fútbol no hay rival pequeño, que no se asciende en septiembre y mil frases más. Juraría que aquí nadie exige, salvo los tres inconscientes de siempre, avasallar a todo oponente por sistema ni a orillas del Odiel ni en los turnos viajeros, aunque alguna vez que otra se debería, pero si uno abandona el Colombino pensando que, salvo tres ratitos, se ha jugado mucho más a lo que quería el contrario que a lo que le interesaba a los albiazules es que tenemos un problema; no sé si leve o moderado, pero que lo hay es de cajón. Entiendo los mensajes de tranquilidad desde dentro como entiendo el creciente mosqueo de los de fuera. Este equipo carga con el pasado y el miedo a que otro antequerazo desconecte pronto a una grada que volvió enchufadísima este Año I Después del Parásito es grande y, si eso sucede, tendría delito. Los que están hoy cabalgan con esto como acarrean también con la obligación del ascenso.

A mí se me siguen saliendo los ojos de mis órbitas cuando, teniendo que ganar en casa y buscar, aunque sea, la heroica (¡ante qué rivales!) se sigue jugando con un solo delantero. Hay dos de ellos lesionados, uno parece que de forma eterna, vale: ¿si tuviéramos en plantilla cinco arietes de verdad y no tropecientas opciones en el centro del campo, tendríamos esa carencia? Porque se puede jugar con dos delanteros de inicio y tener otros dos natos, por lo menos, en el banquillo, ¿verdad? ¿O lo han prohibido y yo no me he enterado? ¿O ese fútbol ya no existe, ya no vale? Mi cabeza quiere creer que están trabajando a destajo para corregir ese desequilibrio -y otros- en enero, pero claro, es que mis neuronas también imaginaron que jamás volveríamos a estas catacumbas y aquí pululamos. “Vaya bocadillo de tornillos nos hemos vuelto a tragar hoy”, me decía un vecino el sábado noche. No es cuestión de probar caviar cada día, pero un buen Jabugo a menudo es necesario y más cuando el lógico hambre de volver a ser lo que fuimos, a lo H. pylori, nos tiene hecha una úlcera en el estómago desde el mes de mayo.

stats