La corrupción trae más que costes políticos
La hora de la minería metálica
La minería metálica ha demostrado a lo largo de los últimos años su hondo compromiso con la creación de riqueza y empleo en Andalucía, con la atracción de inversiones extranjeras y con el crecimiento de las exportaciones. No hay que echar la vista muy atrás para comprobarlo: En 2008, mientras la economía se desplomaba a nivel global, Matsa invertía millones en la construcción de sus instalaciones en Almonaster la Real, con una apuesta que no decayó durante los años de profunda crisis económica. En 2012, con el Producto Interior Bruto cayendo al ritmo del 3% anual en España, Cobre las Cruces producía 70.000 toneladas de cobre al año y daba empleo a 800 personas. En 2015, cuando la tasa de paro en España superaba el 22%, se producía la primera voladura de la Mina de Riotinto, hoy Proyecto Atalaya, tras 14 años de inactividad.
Son tres ejemplos, tres fechas cruzadas, que dan ejemplo de que la minería metálica nunca ha dado la espalda a Andalucía. Hoy, con cinco explotaciones en activo (Mina de Riotinto, Mina Aguas Teñidas, Mina Magdalena y Mina Sotiel en Huelva y Cobre Las Cruces en Sevilla) y con proyectos mineros en Alquife (Granada), Aznalcóllar (Sevilla) y Tharsis (Huelva), esta actividad genera 10.000 empleos directos, 30.000 indirectos e inducidos, alcanza los 3.200 millones de facturación anual y aglutina un 90% de la producción de España.
Los difíciles momentos que estamos atravesando por el coronavirus han demostrado también el papel que juegan las materias primas que se obtienen de la minería metálica para dotar las actividades esenciales de la sociedad. Nunca como hasta ahora había podido el conjunto de la ciudadanía de forma tan clara pararse a pensar y comprobar que los metales que se obtienen de nuestra tierra, de lugares tan ricos en ellos como nuestra Faja Pirítica, son esenciales para dotarnos de agua corriente, de equipamiento sanitario, de equipamientos para la agricultura y la ganadería y por supuesto para nuestros transportes e infraestructuras de telecomunicaciones.
Por ello, en estos días de estado de alarma, la minería ha continuado funcionando, realizando en nuestras plantas un esfuerzo sin precedentes para la prevención de contagios del coronarias, poniendo en marcha protocolos de seguridad y salud ad hoc para el Covid-19, un virus que -conviene recordarlo- desconocíamos hace apenas cuatro meses; respetando la distancia de seguridad entre empleados, implantando el teletrabajo en aquellas posiciones en las que es posible, adecuando los turnos y un largo etcétera de medidas preventivas.
Tampoco ahora, por tanto, ha dado la minería metálica la espalda a Andalucía. Hemos demostrado sobradamente ser un sector que no se arredra con las dificultades. Creo que con nuestro trabajo nos hemos ganado merecidamente un reconocimiento social mayoritario y estoy convencida de que será generalizado si podemos continuar creciendo y llevando a cabo las inversiones que tenemos previstas.
Lo hemos dicho muchas veces: los proyectos mineros no deben atascarse en interminables trámites burocráticos ni enmarañarse en los juzgados. Somos un sector de presente y de futuro, que respeta el medio ambiente, que crea empleo, que utiliza tecnologías punteras, que se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, sobre todo, que cree en Andalucía.
En el largo y probablemente complicado camino que nos queda por recorrer para salir de la crisis que esta pandemia va a provocar, estamos más que nunca dispuestos a apostar por Andalucía. No le daremos la espalda. Es nuestra hora.
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