Siempre he sentido atracción por esta pintura; El hombre propone y Dios dispone, por su calidad pictórica y su mensaje.

Me refiero a un lienzo de Edwin Landseer (Londres, 1802-1873), en el que vemos a dos osos rindiendo cuenta de los restos de un campamento humano. La obra se inspira en una historia real en la que el capitán Sir John Franklin y su tripulación murieron atrapados en el Ártico, hambrientos aún recurriendo al canibalismo para subsistir y con todo atisbo de humanidad perdido.

Seguro que Landseer a la hora de concebir su cuadro conocía una certera letanía bíblica; Cor hominis disponit viam suam, sed Domini est dirigere gressus eius. (El hombre dispone su camino, pero el Señor dispone sus pasos, Prov. 16,9).

En resumen, la citada sentencia muestra la incapacidad del ser humano para ser dueño real de su destino, ya que suelen aparecer circunstancias que trastocan nuestros deseos y ambiciones.

Vivimos una realidad que nos obliga a afrontar un inesperado reto y a reinventarnos continuamente para afrontar nuestro día a día confinados en nuestras casas.

De pronto añoramos cosas que eran normales en nuestras vidas y entre ellas está, aún sin haberse celebrado, nuestra Semana Santa.

Muchos son los preparativos puestos en marcha y las ilusiones depositadas previas a la llegada de nuestra Semana Mayor, pero ahora toca conformarnos con recuerdos de años pasados, porque irremediablemente no podremos rezar a Cristo y su bendita Madre por nuestras calles.

Son momentos en los que toca afrontar la realidad con entereza y entender que como cristianos nuestra solidaridad es vital para superar esto.

Más que nunca es hora de sentir a Cristo cerca, porque sólo en su compañía llevaremos mejor este mal, sacando lo mejor de nosotros mismos en beneficio de los demás.

Habrá más Semanas Santas en nuestras vidas, de momento vivamos ésta con el recogimiento y humanidad que Dios y las circunstancias mandan.

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