José Ángel González

El cuento de la buena pipa

Órsay

Cuando de niño nos contaban el cuento de la buena pipa siempre acabábamos desorientados, desquiciados y hasta enfadados. Aquella breve pregunta, ¿quieres que te cuente el cuento de la buena pipa?, se convertía en un relato sin fin que nos llevaba del sí al no como pelotas de tenis hasta marearnos sin saber como salir del bucle.

Pues como recreativista comienzo a tener la misma sensación, yendo y viniendo de un lado al otro, escuchando lo mismo cada año, sin saber cómo escapar de una historia cuyo final ya prevemos porque se repite machaconamente cada temporada.

Lo del proceso de venta del club es un calco al famoso cuento. Entiendo que todos quieren traspasar al Decano al mejor postor, asegurándose la viabilidad del comprador, pero por una cosa o por otra todo queda en un sí pero no o en un no pero sí. Desorientados.

La gestión del club aún parece más enrevesada. El Recreativo de Huelva tiene tantas cabezas con mando en plaza que ya nadie quiere hablar cara a cara para contar la realidad de lo que ocurre de puertas adentro. Unos porque no quieren hablar de más, otros porque no pueden decir lo que piensan y los de más allá porque ni se les desea ni se les espera. Desquiciados.

Y el cuento de la buena pipa acaba rematando el cuadro en lo deportivo. El equipo albiazul tiene buenos argumentos pero siempre cae en las mismas preguntas sin respuesta. ¿Quieres normalidad? Que ni que sí ni que no… ¿que si quieres normalidad? Y la historia se repite y se repite como si viajáramos al pasado para encontrarnos con entrenadores y plantillas que comienzan a dudar hasta de sí mismos. Enfadados.

Y aquí, el aficionado recreativista. Ese que guarda en su cajón la entrada del primer partido en el Municipal, el de la bufanda de 1988, el de la camiseta de la final de la Copa del Rey ya no sabe qué pensar ni qué decir. Un respeto para él y sus antepasados, a los que hay que dar gracias por conservar la seña de identidad más poderosa de esta ciudad.

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