El parqué
Índices limitados
Escribió hace años Jaime Bayly un polémico libro titulado ‘Fue ayer y no me acuerdo’. Yo sí me acuerdo de lo que pasó ayer, hace un año, hace unos meses y hace sólo unos días con el último regalo: una primera equipación de mercadillo tremendamente sintomática de lo sucedido. Pero como todo daba igual, ¿verdad?; si nos robaban en la cara, si no se jugaba el playoff, si no se luchaba por ascender o si se descendía otra vez al mismísimo infierno -porque ahí es donde nos han dejado-, nada importaba. Les daría igual a ellos; a los que nos dejamos tiempo y muchos cuartos a fondo perdido –con mucho esfuerzo y con mucho gusto- para que este club no muriera y para que algunos de los protagonistas cobraran nos pasaban mil cosas por la mente y ninguna buena. Nos dolió una eternidad haber visto a nuestro Decano hacer de nuevo el ridículo, tirar oportunidades únicas, ser cobarde ante los poderes fácticos y tenerlo otra vez en esta categoría infame –que se aprenda la historia de una puñetera vez quien aún lo justifique-. Sí, esto le duele “al que escribe libros” y a todo albiazul normal.
Claro que me acuerdo de todos los protagonistas que nos hundieron: del parásito inútil y gafe, de unos gestores decepcionantes, de ‘fichadores’ que nos dejaron regalitos tremendos en verano y en invierno, de momentos como el de La Maestranza mientras nos volvían a pisotear… Recuerdo a jugadores incapaces de salvar el trasero en un grupo con un nivel de chiste y hasta a una afición que no supo (¡no supimos!) levantar un desastre que se veía venir de lejos. La gente, por fortuna, ha vuelto a hacer otro gesto de cariño infinito por su Recre: no hay mayor motivo para que los que defienden ese escudo cada domingo nos asciendan sin dudar. Este curso es de los que no se puede fallar ni en los entrenamientos y el que no soporte esa presión y tenga un librito de tópicos y de excusas preparado ya debería saber dónde está la puerta.
Ahora que todo comienza de nuevo, que es momento del necesario reseteo (¿cuántos llevamos ya?), de agradecer la apuesta hecha por Fernández y compañía (librarnos del ‘heroico’ es la mejor noticia en décadas y ya el tiempo y los hechos les definirán), es hora de ilusionarnos de nuevo. A mí me sobra un delantero y me faltan varias piezas más para ver a un equipo líder, pero ojalá Ríos y Morilla me dejen por más ignorante de lo que ya sé que soy. Desde luego, si como han comentado algunos colegas, el Decano va a hacer una serie que plasme su historia (si ahí no está Alejandro López será un documental inútil) que el primer capítulo de esta nueva etapa esté repleto de triunfos, de sonrisas y de orgullo. Porque el orgullo, a ver si se enteran algunos, no dependió nunca de la división, sino de la gallardía al afrontar las cosas. Y aquí, cuando nos tocan el corazón y el Decano está hundido, sacamos un orgullo que nadie, en ningún lugar, puede superar, aunque el camino esté repleto de lágrimas. De ese gen maravilloso que sólo tienen los míos claro que también me acuerdo; cada día de mi vida, además.
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