El éxito de la superchería

Centro de Interpretación Huelva Puerta del Atlántico.- T.O.: "The Da Vinci Code".- Producción: Estados Unidos, 2005.- Duración: 149 minutos.- Dirección: Ron Howard.- Guión: Akiva Goldsman basado en la novela de Dan Brown.- nFotografía: Salvatore Tonino.- Música: Hans Zimmer.- Montaje: Dan Hanley.- Intérpretes: Tom Hanks, Audrey Tatou, Ian McKellen, Alfred Molina, Jürgen Prochnow, Paul Bettany, Jean Reno, Etienne Chicot.

Con plausible acierto la Concejalía de Turismo del Ayuntamiento de Huelva, continuando su campaña cultural, ha programado para esta época estival, dentro de otros actos, el llamado Cine Club de Verano, que se inició el pasado jueves con la proyección de El Código Da Vinci. Recordemos que el estreno de este film suscitó en su época, mayo de 2006, una gran expectación, dada la polémica que había suscitado el libro, que había sido todo un 'best seller'. Todas esas discutibles expectativas obedecían a aspectos extracinematográficos que podrían obviar una buena película, pero El código Da Vinci no lo es, ya que no va más allá, con ligeros cambios, de lo que ya nos ofrecía el endeble texto de Dan Brown, una mala novela policíaca.

En la obra original, donde se refríen todo tipo de trasnochadas teorías teológicas y elementos esotéricos manipulados convenientemente para la provocación del ingenuo lector, ya se advertían numerosas imprecisiones, inexactitudes de índole histórica y geográfica, errores de identificación y de interpretación, equivocaciones notables y un tema redundante sobre la personalidad de María Magdalena, de la que se afirma que ha sido satanizada por la Iglesia, algo tan falso como absurdo, cuando se la venera como santa.

Algunas de las especulaciones están fundadas en las disquisiciones de ciertas sectas o las distintas interpretaciones de Jesús que responden más a intereses artísticos de sus creadores - incluido el propio Leonardo Da Vinci- que a una correcta interpretación religiosa.La supuesta 'verdad' de la que se habla, propende a la superchería a medida que avanza la trama, pródiga en vueltas y revueltas sobre el mismo tema, que llevan a la monotonía y en la pesadez en algunas secuencias, sobre todo en aquellas en las que se especula con teorías conjeturas y suposiciones, ninguna de ellas fehacientemente probadas, tan supuestamente fascinantes como esotéricas e insostenibles. Envuelto en esta trama de manipuladas intrigas, la película como la novela de Dan Brown, de muy baja calidad literaria, además, ha adulterado el rigor histórico y teológico, para articular burdamente un producto cuyo objetivo más inmediato es conquistar una taquilla fácil mediante un público conformista.

El primer veredicto lo dió la crítica acreditada en el Festival de Cannes. Entre sus improperios dedicados a la película lo mínimo que decía es que resulta "pretenciosa y hueca". Viendo la película uno les da la razón. Confiábamos en que podría aportar fuerza visual para superar el texto original, cinematográficamente hablando, pero los enigmas que plantea son igualmente endebles e increíbles. Nada alarmante para el orbe cristiano. No pasa de ser un éxito mediático para vender un film que se aprovecha del predicamento de una novela basada en la provocación y la falsedad con intenciones comerciales. En suma el éxito de la superchería como tantas otras que hoy se imponen entre nosotros. La imposición del marketing por encima, como en este caso, del rigor y la calidad artística. La película con sus endebles pirotecnias de intriga y misterio y su discutible puesta en escena, no es más que el eco previsible, burdamente visual, de esta detestable argucia de intereses exclusivamente taquilleros.

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