Historias del Fandango

El verdadero triunfador fue...

  • Comienzan en Granada las actividades organizadas para conmemorar el Centenario del Concurso de Cante Jondo; el año próximo será el del Concurso de Huelva de 1923

La antigua calle de San Sebastián.

La antigua calle de San Sebastián.

El Concurso de Cante Jondo de Granada cumple un siglo y el de Huelva celebrará su centuria el año que viene. Sin ánimo de establecer comparaciones entre lo que fueron aquellos dos históricos acontecimientos, abordemos  someramente  algunas reflexiones sobre las consecuencias que el onubense provocó. La inclusión y reconocimiento del fandango en el Concurso de Huelva  de 1923 supuso un cambio de paradigma para el flamenco, como reconocen los estudiosos y testifican las grabaciones y espectáculos que vinieron después. Fue de tal magnitud la explosión fandanguera acaecida, apoyada en los grandes espectáculos de ’ópera flamenca’ y en la irrupción de una generación extraordinaria de artistas, que el fandango se convirtió en protagonista absoluto durante los siguientes treinta años.

La revolución de los sonidos

Los nuevos medios  y la revolución tecnológica que provocaron en aquellos años veinte el gramófono, las grabaciones discográficas, la radio… trajeron un cambio gigantesco en la percepción de las artes auditivas, y una extraordinaria expansión de conocimientos. Los públicos comenzaron a disfrutar masivamente y a precios asequibles de aquellos espectáculos. Las revoluciones tecnológicas cambian sigilosamente los rumbos sociales, y cuando nos damos cuenta de sus efectos resulta que ya nos han cambiado a nosotros mismos. Pues en esa ola de modernidad se colocó el fandango con toda su capacidad para emocionar.

El Liberal, 1924.04.27 El Liberal, 1924.04.27

El Liberal, 1924.04.27

Ya antes del Concurso de Granada que defendió el cante jondo se publicaban opiniones como la de Colombine en el Suplemento de la Escuela Moderna (1921.06.22), asociándolo a contrabandistas, mozas de colmao y vida poco edificante, y defendiendo desde la emotividad a fandangos, peteneras y malagueñas como la copla popular andaluza, porque “a través de esas canciones se adivina el alma de ese hermoso país, donde los mendigos son orgullosos y donde las mozas se adornan con flores, aunque no tengan zapatos”.

La larga lista de fandangueros

Si tomamos la década que siguió al Concurso, 1923-1933,  vemos que grabaron fandangos de Huelva nada menos que veintisiete artistas: La Andalucita, Angelillo, Niño de Cabra, Caracol, El Carbonerillo, Manuel Centeno, Escacena, Teresa España, Paco Isidro, Antonio Rengel, José Rebollo, Rafael Herrero, Curro la Nora, Pepe la Nora, Manuel Vallejo, Cojo de Málaga, Pepe Marchena, Manuel Torre, Paco Mazaco, La Minerita, El Mochuelo, Amalia Molina, Nieto de Orellana, Tomás Pavón, la Niña de los Peines, Pepe Pinto, Manolo Fregenal…

El fandanguillo comenzó a incluirse como un cante más en los programas de los espectáculos flamencos.

La Libertad, 1924.04.06 La Libertad, 1924.04.06

La Libertad, 1924.04.06

La joven radiodifusión lo tuvo claro desde el principio: ¿son acaso incompatibles un fandango bien cantado y la quinta de Beethoven? 

Revista Ondas, 1929.08.31 Revista Ondas, 1929.08.31

Revista Ondas, 1929.08.31

¿Cursi el fandanguillo?

Se compartirá o no el gusto por este cante, pero el hecho cierto es que después del Concurso de Cante Jondo de 1923 el fandanguillo imperó, como tituló un artículo el escritor Eduardo del Castillo García:

El Liberal 1925.10.16 El Liberal 1925.10.16

El Liberal 1925.10.16

¡Hombre, lo de cursi el fandango..! El andevaleño F. Sánchez Perdiguero se sintió ofendido y contestó al sevillano:

Liberal, 1925.10.23 Liberal, 1925.10.23

Liberal, 1925.10.23

“La copla andaluza”

La comedia musical “La copla andaluza” (1929) fue un buen ejemplo de la pujanza y el protagonismo que había tomado el fandango en la década referida.  Sus autores, Quintero y Guillén, tuvieron el acierto de incluir los ‘desafíos de fandangos’ dentro de un espectáculo de andalucismo convencional. Desafíos en los que participaron los cantaores onubenses más relevantes. Cuando llevaba más de quinientas representaciones de incuestionable éxito, el crítico de la revista Nuevo Mundo (06.12.1929) se preguntaba ¿a qué se debe el éxito de esta obra? Y se respondía: “al resurgir del arte flamenco: sin la boga que el fácil fandanguillo ha proporcionado en Madrid al cante jondo, su éxito no habría llegado a tanto… El fandanguillo, cante chico en lo flamenco, cante para bailar de ritmo vivo, es el que ha despertado la afición y la devoción por el cante andaluz”. El fandanguillo se erigió como el cante del pueblo.

Transiciones desiguales

Cuando el fandango sentó presencia en el cante, después de una transición del folclore a lo flamenco que duró décadas; cuando accedió a los escenarios junto al resto de los palos, lo que trataban de conquistar sus defensores era que se reconociera su carácter y que había llegado con pedigrí suficiente al flamenco. Los detractores, por el contrario, esgrimían su origen folclórico para negarle flamencura (o jondura, porque en aquella época no todos tenían claras las diferencias entre lo folclórico, lo andaluz, lo flamenco y lo jondo); y también lo de clasificarlo como cante chico, de segunda división... Después de Juan Breva, la malagueña abandonó el toque abandolao y se convirtió en un cante reconocido, a finales del siglo XIX, sin discusión significativa;  pero el tránsito vivido por el fandango no recibió un trato similar al de la malagueña nueva, aunque en Huelva también había cristalizado un fandango nuevo,  con su toque alosnero que sonaba a antiguo  y después con su toque por Huelva, más fresco y armonizado.

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