Cultura

Los vampiros vuelven a La Habana

  • Una muestra con los dibujos de Juan Padrón para la película se exhibe en el Iberoamericano

Año 1933. El hampa de Chicago y una sociedad de aristócratas alemanes se disputan el control de un mundo dominado por individuos con colmillos sedientos de sangre. En La Habana, un científico trabaja en una pócima secreta para salir del encierro nocturno en el que se encuentran. Y un su sobrino, el alegre Pepito, trompetista y alma libre frente a la dictadura del general Gerardo Machado, disfruta de los efectos de la exitosa fórmula de Vampisol sin siquiera saber que es uno más de los descendientes de la Transilvania del conde Vlad.

La historia, tan disparatada como crítica con el poder establecido, contra el ansia de poder yanqui, y defensora de la alegría cubana, tomó forma de película hace 31 años, en 1985. Es Vampiros en La Habana, filme de culto, probablemente el título de animación más célebre de la filmografía latinoamericana, imprescindible para comprender también una parte de la historia del cine cubano.

El Festival de Cine Iberoamericano de Huelva rescata ahora este clásico para que sea parte destacada de la 42 edición, dedicada a Cuba. Los dibujos creados por el ilustrador y director de cine Juan Padrón serán mostrados en la capital onubense, con la colaboración de la Universidad de Huelva, para acercarse de nuevo a ese mundo tan particular que aún dio para una secuela en las pantallas, Más vampiros en La Habana.

La Casa Colón acogerá la exposición a lo largo de la semana del festival con dibujos, acetatos y bocetos originales creados por Padrón para la película. Ahora servirán para que muchos de sus seguidores disfruten. Un pretexto, además, para que quienes desconocen esta célebre película se asomen a su universo y su contexto, que ha crecido con los años para destacarse como una cinta clave.

Son dibujos, es animación, pero dirigidos a un público adulto. Pese a las advertencias de la publicidad de entonces, no tiene terror y sí muchas dosis de humor y desenfado con un análisis soterrado (no tanto, en realidad) de la sociedad de los años 30 que retrata y de la contemporánea de los 80 en los que fueron creados, utilizando para ello estereotipos que la retrospectiva deja ahora desencajados.

Hasta una estrella de la música como Arturo Sandoval dejó por unas semanas sus composiciones de jazz para aportar la banda sonora y poner las notas que Pepito toca con su trompeta por las calles de La Habana al tiempo que trata de escapar de la Capa Nostra de Chicago, del Grupo Vampírico de Düsseldorf y de la guardia de Machado.

El festival dio a conocer ayer la programación de esta exposición sin dar detalles todavía del homenaje. Sólo los dibujos merecen ya echar la vista atrás.

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