Cultura

El último y memorable encuentro

Cuarteto de Tokio (Martin Beaver, violín I; Kikuei Ikeda, violín II; Kazuhide Isomura, viola; Clive Greensmith, violonchelo). Javier Perianes, piano. Programa: Cuarteto en re mayor KV 499 'Hoffmeister' de Mozart; Cuarteto '1905' de Webern; Quinteto con piano en fa menor Op.34 de. Brahms. Lugar: Teatro de la Maestranza. Fecha: Lunes 4 de marzo. Aforo: Tres cuartos de entrada.

Andan de despedida, y algunos se preguntan por qué. El Cuarteto de Tokio dio en Sevilla uno de los tres conciertos que ofrece en España en esta gira que pondrá fin a sus 44 años de historia y volvió a dejar la impronta de una maestría inmarcesible.

Habían pasado por Sevilla en 2000 y 2005 para tocar en el Ciclo de Música de Cámara de El Monte, en una acústica sin duda más adecuada que la del inmenso espacio del Maestranza. El oído tardó por ello un poco en hacerse a la sonoridad de su cuarteto de stradivarius, dulce en las gamas dinámicas más tenues y poderosa y enérgica en el forte.

Tras un Mozart sereno, moderado en contrastes, de exquisita claridad, racionalista, redondo, diríase hiperclásico, el grupo se enfrentó a un Cuarteto de Webern que algunos quizá habrían preferido en los arcos más incisivos y cortantes de, por ejemplo, el Emerson, pero que sonó con suficiente intensidad y calidez, y coronó un morendo final extasiador.

Si la primera parte fue ya soberbia, la segunda resultó prodigiosa. En su primer y (¡ay!) tardío encuentro con Javier Perianes, el lenguaje brahmsiano, con su carga de formalismo clásico y su íntimo sabor romántico, floreció en una interpretación memorable, basada sobre todo en el equilibrio y la transparencia. A partir de un empaste ideal, los volúmenes y los planos sonoros encajaron sin fisuras para construir un Brahms lleno de matices y carnosidad, de sonido bellísimo y ardorosa expresividad.

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