"...Por tierra, mar y cielo"
literatura | el año 1917 y el nobel moguereño
Abril celebra el centenario de 'Diario de un poeta recién casado', libro clave en la poesía española del siglo XX
Juan Ramón Jiménez dice que es su mejor obra, la "que yo soñaba"
El Diario de un poeta recién casado, nacido en abril de 1917, es uno de los libros más trascendentales de la poesía española del siglo XX. Para Juan Ramón Jiménez era su mejor libro, "el libro en que yo soñaba", con el que, según sus palabras, "empieza el simbolismo moderno en la poesía española". Su carácter innovador y renovador va a ser el ascendente, no ya de toda una generación de poetas nacidos bajo el apelativo del 27, sino que su influencia se irradia en el tiempo hasta la actual poesía, donde el verso libre, puro, sin artificios, camina sin los corsés métricos que ataron a los clásicos hasta la irrupción del Diario.
A Juan Ramón siempre le condicionó el tremendo éxito de Platero y yo, cuya versión completa nació solo tres meses antes de que viera la luz el Diario de un poeta recién casado (abril, 1917). Platero es su libro universal, admirado por medio mundo, que tiene sobre sus alforjas gran parte de culpa de que casi 40 años después de que se publicase en edición completa (enero, 1917) se le concediera a JRJ el Premio Nobel (1956). Su arrollador éxito, antes y después del Nobel, eclipsaría otras grandes obras del poeta moguereño, o al menos las desplazaría en su conocimiento y lectura a un segundo plano. Juan Ramón lo sabía y, aunque no renunciaba de su Platero, pensaba que su obra era más extensa y merecía mayor reconocimiento, aparte del que tenía aquel borriquillo convertido en íntimo confesor del poeta.
Lo cierto es que -desde mi punto de vista- 1917 fue el año del poeta, por la variedad, trascendencia e importancia de las obras publicadas y por el momento personal de felicidad que vivía, tras su boda con Zenobia Camprubí.
Es un hecho que en 1917 se agolparon varias de sus más importantes obras, no solo ya con estos antecedentes en cabeza, sino con Sonetos espirituales (febrero, 1917), que caminan casi desapercibidos en medio de las dos obras referenciadas, sino también con Estío (diciembre, 1916), lanzada a muy pocos días del nuevo año, y con lo que será su primera antología, Poesías escojidas (agosto, 1917), que aunque promovida en Nueva York, por la Sociedad Hispánica (Hispanic Society of America), va a ser impresa en Madrid, en la imprenta Fortanet, la misma de todas las obras anteriormente nombradas, editadas por la Casa Calleja.
Son libros todos que Juan Ramón cuidó y preparó personalmente junto a Zenobia, una vez vuelto de su viaje de novios. Desde este instante, Zenobia se convierte en la inseparable compañera de Juan Ramón, en vida y en obra. La unión con Zenobia convierte el hogar de los Jiménez es un centro armonioso donde no faltarán las flores -especialmente amarillas- que sirve al poeta moguereño para centrarse en su inmensa obra literaria, entre la que sobresale su importante y trascendental Diario.
Sus mejores obras aparecen precisamente acompañadas por la felicidad que vive en ese tiempo el propio poeta, abrazado por la alegría desbordante y armoniosa de su compañera. Como digo, 1917 es el año del poeta, siendo que los mayores reconocimientos oficiales, en este centenario, se preparan para tan importante y trascendental Diario en el que Juan Ramón desnuda su intimidad. Un libro que transmutará el itinerario de la poesía.
DULCINEA TIENE PARA JUAN RAMÓN NOMBRE DE ZENOBIA…
Este es el Diario de un poeta que culmina la transformación vislumbrada en sus precedentes cronológicos, Estío, Platero y Sonetos espirituales. Es Juan Ramón un poeta-hombre enamorado, que exterioriza impresión y sentimiento en la búsqueda del amor alejado. Dulcinea tiene para Juan Ramón nombre de Zenobia y cual caballero quijotesco acude a su rescate, aunque dudemos de quién rescata a quien. Esta vez el ritmo de la prosa y el verso caminan insólitamente unidos, fundidos en íntimas sensaciones, lo que va a suponer un punto de inflexión en la lírica española.
Juan Ramón hablaba de poesía pura, sin artificios ni reglas. En ese momento su evolución literaria se pone a disposición de la renovación estética, en la que sus ascendentes quedan varados mientras encuentra una nueva poesía. Atrás deja sus primeros entusiasmos por los románticos, encabezados por Bécquer; o su gusto por los simbolistas franceses, o su manifiesta preferencia por el modernismo, en especial el de su admirado Rubén Darío. Todos le han servido de aprendizaje, pero se disuelven como azucarillos en la navegación oceánica del Diario.
Busca JRJ su propio sello en el relevo poético que protagoniza, adelantándose a una vanguardia lírica surgida al hilo de su Diario. Marinero en tierra (1924) de Alberti, o Poeta en Nueva York (1929-30) de Lorca, o la poesía de Guillén, Gerardo Diego, Salinas, Dámaso Alonso… Tantos otros que beberán de tan expresivo Diario juanramoniano. Jorge Guillén, en 1963, desde Estados Unidos, reconoce su valía: "…Juan Ramón es el poeta más dado a la novedad y al experimento (…) sentía un interés apasionado por las tentativas iniciales", y Gilbert Azam expresaba rotundo "que un libro como el Diario resulta inimitable. Puede uno inspirarse en él pero no puede volverse a hacer".
Convierte JRJ su obstinado viaje biográfico en gira apasionada de ida y vuelta. Es la disertación de su yo enamorado en permanente palpitación interior, al ir íntimamente unido a un momento único en la vida de Juan Ramón. Advierte Pedro A. Urbina sobre la dificultad de leer y entender el Diario "si el lector no tiene la clave de la biografía del poeta y de los traumas y preocupaciones interiores e ideas previas". JRJ sabe que Zenobia es su alter ego, su afín en el amor. Una vez que consigue la aceptación absoluta de Zenobia se encuentra que su madre, Isabel Aymar, la aleja, mar de por medio, tratando de evitar el casamiento con un pobre poeta de pueblo que poco podía ofrecerle. Es diciembre de 1915 y Juan Ramón no cede, Zenobia ya está en América y el enamorado decide partir siguiendo su estela en tan proceloso mar, "naufragué en tierra, en mar de amor". El mar se convierte así en objeto central de tan exquisito poemario y es el mar el que le da libertad para descubrir su interior. Es con la luna vigilante en espumosa estela oceánica cuando el Diario se muda en refugio de tan larga aventura espiritual. De pronto Juan Ramón fue otro.
Parte el poeta de Madrid, un 17 de enero invernal, buscando el mar para ir al encuentro de su amada. Es el inicio de su verso y su prosa, en combinación armoniosa, relator de la intimidad y expresión externa de su estado de ánimo. La tierra que lo separa del mar y el tren que lo acerca. Comienza receloso su afán descriptivo, La Mancha, Sevilla, Moguer, Jerez, Cádiz…y el mar, iluminan su palabra, convertida en profunda expresión de anhelos. Obvia los peligros de la amenazante Gran Guerra que acecha los mares y busca el Atlántico, contradictoriamente aliado y separador. El mar es el espejo de sí mismo, en un momento en el que se deja seducir sabiendo que la puerta del amor está abierta y construye en ruta todo un monumento de declaraciones hacia el soñado fin amado. Si antes su confidente fue Platero, ahora lo es el mar. A partir de ahí el barco se convierte en imprescindible instrumento de tan novedosa situación: "El barco, lento y raudo a un tiempo, vence al agua, mas no al cielo". O como cuando escribe, "pensando mientras me baño, viendo por el tragaluz abierto, el mar azul con sol, y cantando, luego, toda la mañana". Fue feliz marinero en la impaciencia del encuentro.
Arriba por fin a los pies de los imponentes rascacielos que sostienen el cielo de Nueva York y allí está Zenobia, esperándole. Ya no habrá separación posible. Nadie de su familia lo acompaña, pero el 2 de marzo de 1916 se une en matrimonio a Zenobia Camprubí Aymar, siendo testigos en la iglesia católica de St. Stephen, en Manhattan, su hermano mayor José y su prima Hannah K. Crooke, con quien vivió en La Rábida, entre 1909 y 1910. A partir de ahí un nuevo viaje por desconocidas tierras de la nueva y floreciente América del Norte. JRJ no entiende, por ejemplo, una ciudad como Nueva York, donde en plena primavera el gris se funde con el blanco nevado. O donde las iglesias son de "juguete" al lado de enormes edificios; o donde los anuncios confunden al cielo: "¿Es la luna, o es un anuncio de la luna?". Todo queda en el Diario descubriendo un nuevo mundo y otra poesía. Ya no está en la arcaica Andalucía amada, sino en un vanguardista y floreciente Estados Unidos. Y despiertan sus lecturas nuevos escritores en lengua inglesa, tan distintos a los que él conocía. Descubre, como dice Pedro Antonio Urbina en su estudio sobre la actitud modernista de Juan Ramón Jiménez, "[una poesía] más concisa y natural en las palabras, sin medida fija ni rima, sin adornos decorativos", alejada de las poéticas francesa y española que hasta entonces le habían condicionado.
El 1 de julio de 1916, los recién casados están ya de vuelta en Madrid. Y Juan Ramón revive y corrige lo escrito en tan ajetreado y especial viaje. Vuelve de nuevo su mirada hacia las impresiones americanas y decide publicar tantos recuerdos emocionados, en los que el mar domina el espacio-tiempo de lo vivido. Tal es así, que de los seis apartados del libro la mayor parte referencian al mar. En total, los 243 poemas y prosas mezclados conforman un libro diferente que viene publicándose casi sin modificaciones, a pesar de la actitud obsesiva del poeta por corregir lo ya escrito. El título y el último poema sufren ese cambio, algo sorprendente en las revisiones de JRJ. Ni siquiera a sabiendas de que aquella primera edición se hizo con la ortografía normal y no con la que adoptaría como propia el poeta. Él mismo confesaría a Ricardo Gullón, "tan pronto como lo escribí, lo publiqué; después seguí reeditándolo en la misma forma, sin corregirlo".
El Diario es un poema de la propia historia de JRJ, de sí mismo, un anhelado altar de amor. Libro escrito entre el traqueteo del tren; el paso por las ciudades sentidas; el vaivén del barco mecido por el oleaje; el ritmo trepidante de la metrópoli neoyorkina o el admirado sosiego de los parques y cementerios americanos. Cien años ya de este libro de viaje, de pasión, de mar y amor… Él lo reconoce: "todo cambio renueva, y sobre todo si es con mar en torno. Mis épocas mejores (Diario de un poeta y Animal de fondo) salieron del mar". Del Diario afirma en otra ocasión, "lo creo mi mejor libro". Pues ahora su centenario nos invita a leerlo.
Las cinco ediciones de 1917 llegan a Moguer
La primera edición del Diario apareció el 20 de abril de 1917 y habría hasta cinco ediciones fechadas en ese año, una especial en papel hilo de solo 100 ejemplares y otra con cubiertas de la editorial Signo. Son las que se mostrarán desde hoy en Moguer, al igual que se hiciera en enero con las cinco ediciones de 1917 de Platero y yo, de las que el Diario heredaría las mismas características editoriales, tanto en rústica como con cubiertas enteladas, siendo la mejor muestra del interés de JRJ por las artes gráficas, implicándose el poeta en el diseño estético de sus obras, eligiendo espacios, los blancos, los tipos de letras. Aquella primera edición de 1917 se la dedicó a Rafael Calleja, fundador de la Sociedad General de Autores Españoles (SGAE): "A Rafael Calleja, esta breve guía de amor por tierra, mar y cielo". Hay que esperar a 1948 para ver editado el Diario en su totalidad. Lo hace Losada, en Argentina, a quien desde el exilio JRJ cede los derechos, pero saldrá con un nuevo título, Diario de poeta y mar. Y así repetiría en nuevas ediciones de Losada, en 1957 y 1972. En las conversaciones con Ricardo Gullón, el poeta le reconoce que "quería cambiar el título porque quería destacar la importancia que en su gestación tuvo la presencia del mar, el contacto con el mar" y agrega, "el libro es el descubrimiento del mar, del amor y del cielo". En España, el Diario lo editaría, en 1955, con este mismo título, Afrodísio Aguado, que lanzaría una segunda edición en 1957, tras el Nobel del poeta. Ese mismo año, 1957, aparece también editado por Aguilar con un nuevo nombre, Diario de un poeta reciéncasado. La primera traducción se hace, en 1974, al italiano, con el título de Diario de poeta e mare; y también sería traducido más recientemente (2004) al inglés, Diary of a newlywed poet, y al francés (2008), Journal d' un poète jeune marié. Existe también una versión en braille editada por la ONCE, además de reiteradas ediciones modernas de Taurus, Visor, Cátedra y Alianza Editorial, e incluso en 2008 algunas selectivas como la de Point de Lunettes; la del Ministerio de Cultura, Diputación de Huelva y Fundación ZJRJ, con la voz en CD del actor/recitador José Luis Gómez; o la ilustrada del Grupo Pandora. También en 2012, la Fundación ZJRJ y la Universidad de Huelva editaron el trabajo de la investigadora Emilia Cortés Ibáñez, que en edición limitada unió en dos volúmenes el diario de Juan Ramón, Diario de dos reciéncasados, y el de Zenobia, escrito en inglés, Daily Reminder. Este doble volumen es el que está a punto de reeditarse coincidiendo ahora con el centenario.
No hay comentarios