"Máscara del pasado, la memoria confluye / sobre un fondo difuso de alegrías / donde todo zozobra y se reduce / a nada, donde está mi verdad / haciéndose más crédula". Ya en Las adivinaciones, al principio de su carrera, José Manuel Caballero Bonald advertía la escasa fiabilidad de los recuerdos, su condición de maraña y de espejismo. Julio Neira retoma esos versos en el prólogo de Memorial de disidencias. Vida y obra de José Manuel Caballero Bonald, el libro con el que ganó el Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografías y que ha presentado esta semana arropado por el escritor jerezano. El recorrido por una vida "riquísima, larguísima, llena de peripecias y quiebros en la actividad, pero en la que destaca una enorme capacidad de trabajo y una gran coherencia personal", en opinión de Neira, es "el primer relato completo" de la historia del autor de Ágata ojo de gato, que ya narró sus memorias en Tiempo de guerras perdidas y La costumbre de vivir, un testimonio que no avanzaba más allá de la muerte de Franco, en 1975.
Neira, catedrático de Literatura Española de la UNED, creía interesante explorar los pasos seguidos por Caballero Bonald por muchas razones. "En Tiempo de guerras perdidas y La costumbre de vivir escribió lo que guardaba en su memoria, lo que no es necesariamente la realidad de su vida. Él mismo declara que las memorias son un género de ficción, y al refundir esos dos tomos tituló la obra La novela de la memoria. Hay ahí una reconstrucción novelada de su pasado en la que no aparecen ni todos los episodios de su vida ni como fueron exactamente. Es una propuesta que literariamente funciona muy bien, pero no desde el punto de vista biográfico", afirma el especialista, que en su labor de "contrastar, corregir y completar", partiendo de "lo que él cuenta, la prensa de la época, archivos y documentos oficiales, sus entrevistas en cada momento, su correspondencia", ha enmendado algunas imprecisiones. "Por ejemplo, él dice en sus memorias que estuvo tres años en Colombia y fueron sólo dos. Entre los papeles que me pasó estaba el billete del barco del regreso, que se produjo en el 61 y que él creía en el 62. Sobre todo en la cronología, las memorias son un pequeño desastre, porque mientras las escribe él no consulta documentos. También ese era el valor extraordinario de aquella obra, que estaba sustentada en el recuerdo". Memorial de disidencias aporta nueva luz, detalla su autor, a "episodios de su juventud en Jerez, de su aprendizaje literario, de su lucha por hacerse un hueco en la poesía de la época o de su relación con los escritores de la escuela de Barcelona, además de otras cuestiones como su participación en política y los interrogatorios de la policía".
Los antecesores cubanos de la familia o sus visitas al territorio evocador y mágico del Coto de Doñana, que estimularían la imaginación del pequeño; la humillación resignada de un padre republicano del que aprendería la importancia de la dignidad; su carácter inquieto y su "propensión incorregible a hacer lo más indebido" presentan desde el principio del libro los rasgos que definirían la psicología de Caballero Bonald. El niño "rebelde, insumiso o disidente, también propenso a la fabulación", pasa a ser un joven que no termina de encontrarse en lo que hace, en una deriva en la que estudia Náutica, lee de manera compulsiva y se adentra cautivado en el flamenco. "Hasta que llegó un momento en que decidió dedicarse a lo que más le gustaba, la literatura. El mar le interesaba sobre todo como aventura literaria, más que como profesional", explica el biógrafo, que resalta de la vida laboral del autor que "a veces rayaba en la osadía o en la inconsciencia, cuando aburrido de la rutina del trabajo lo abandonaba, como ocurrió con su empleo para el Selecciones del Reader's Digest o el Seminario de Lexicogafía en la Real Academia, que dejaba a pesar de no tener otra alternativa".
Neira se acerca a una figura tutelar y determinante en los primeros años de vida literaria de Caballero Bonald, Camilo José Cela, con cuya esposa, Rosario Conde, mantendría el jerezano una relación que se truncaría cuando éste conoció a la que sería su mujer, Josefa Ramis. "Sin entrar en ningún detalle escabroso, sí reflexiono sobre por qué se produjo aquello, cómo era la situación de ella, la de él. Pero he hecho una biografía del hombre público, no he entrado en cuestiones de gran intimidad", matiza el investigador, que en el libro desmonta la teoría de que fue el autor de La colmena quien impidió el ingreso de Bonald en la RAE. "El propio Cela fue partidario de su elección como académico, de todo aquello se hizo una interpretación muy sesgada, lógica en ese momento. Fue más una conjura de las fuerzas más retrógradas de la Academia, que no querían que entrara un libertino y un rojo, palabras que se dijeron entonces".
Libertino y rojo: porque la semblanza de Caballero Bonald es la de un hombre que se pone del lado de los desfavorecidos y defiende una política de izquierdas: fue, por ejemplo, el antibelicismo de Bonald el que provocó que volviera a la poesía con Manualde infractores, en 2005, sublevado por el salvajismo de la guerra de Iraq. Desde su juventud, observa Neira, el autor es "un claro simpatizante del Partido Comunista", que más tarde se sentiría "desencantado con la invasión de Checoslovaquia, y ahí, como tantos otros, empezó a cuestionar el intervencionismo estalinista de la Unión Soviética". Su apoyo, más tarde, al PSOE, "en Andalucía especialmente", también ha sido con matices: "Firmó manifiestos de apoyo, pero fue muy crítico con el tema de la OTAN, fue de los que exigió que se celebrara un referéndum, y respaldó la primera huelga general que los sindicatos promovieron contra la reforma laboral que quería hacer el Gobierno de Felipe González", cuenta Neira, para quien el poeta y narrador "ha mantenido siempre su propio criterio, manifestándose siempre en contra del pensamiento único". Como le ocurre en su relación con el flamenco, por el que siente verdadera devoción -en el libro se recoge su trabajo con el legendario Archivo del cante flamenco-, del que se distancia "cuando este ámbito empezó a institucionalizarse, cuando comenzó a tener cursos en la universidad, y se volvió excesivamente organizado. Él pensaba que había perdido parte de su autenticidad".
El libro, editado por la Fundación José Manuel Lara, analiza la amistad que Bonald tuvo con la escuela de Barcelona. "Cuando trabaja con Cela en Papeles de Son Armadans publica una separata con cuatro poemas sobre flamenco que es Anteo. Cuando Barral y Gil de Biedma los leen le escriben entusiasmados y le dicen que descubren en él una actitud ante la poesía muy similar a la que ellos tienen", expone Neira, que defiende que la reunión en Collioure de los integrantes de la Promoción de los 50 "fue una operación política, no literaria. Esa expedición la organiza el Partido Comunista, para recordar, a través del homenaje a Machado, la tragedia del exilio. Lo que ocurre es que una vez allí se les empieza a ocurrir la posibilidad de hacer un lanzamiento generacional, al modo en que los del 27 se reunieron en Sevilla para homenajear a Góngora". Entre la correspondencia que el jerezano mantiene con Barral hay cartas que ilustran cómo el editor "le propone presentarse a un premio cuando él no tenía la novela terminada. Hay una bronca del jurado y él acaba rechazando el galardón, pero Barral quiere aprovechar el escándalo y le pide que acabe el libro para publicarlo". Caballero Bonald, prosigue Neira, "siempre dice que los premios son un modo de promoción de las editoriales, y como tal es un medio legítimo. Lo que pasa es que a la vez que ha sido consciente de esto ha sido defensor de una determinada actitud ética: por ejemplo, cuando es presidente del jurado del Premio Ciudad de Torrevieja no deja de decir que le parece moralmente reprochable la novela de César Vidal que galardonan. Por eso creo que su literatura y sus puntos de vista son actuales: esa cierta insumisión es hoy más necesaria que nunca. Siempre ha alzado la voz contra esa sociedad que los poderes quieren volver sumisa".
De la siempre exigente y larga producción de un escritor del que "se sigue reeditando casi todo, él fue uno de los primeros autores que pudo vivir de la literatura gracias a la reedición y el formato de bolsillo", Neira, que presentó esta semana su obra en la Feria del Libro sevillana, destaca dos poemarios de los que sacará una edición crítica, Descrédito del héroe y Manual de infractores. "Aunque creo que como novelista tiene al menos tres obras muy relevantes: Dos días de setiembre, que es hoy más actual de lo que él piensa; Ágata ojo de gato, como manifestación de su dominio del lenguaje y su capacidad para contar la realidad desde un pensamiento mítico, y sus memorias, con las que todos hemos disfrutado de su narración de unos tiempos muy duros".
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