Fila siete

El sexto sentido

CineVip Lepe.- T.O.: 'Verbo'.- Producción: España, 2011.- Duración: 87 minutos.- Dirección y gión: Eduardo Chapero-Jackson.- Fotografía: Juan Carlos Gómez.- Música: Pascal Gaigne con la colaboración de Nach.- Montaje: Elena Ruiz.- Diseño de producción: Gustavo Ramírez.- Intérpretes: Alba García, Miguel Ángel Silvestre, Verónica Echegui, Víctor Clavijo, Macarena Gómez, Adam Jezierski, Manolo Solo, Nasher Saleh, Fernando Soto

Es evidente, y yo siempre antepongo mis reservas a esas afirmaciones radicales, que la película de Eduardo Chapero-Jackson que hoy nos ocupa, es, ante todo, atrevida, distinta, osada, quizás, y de una audacia muy reveladora. El director madrileño, a mi modo de ver, trata de responder a muchas preguntas, inquietudes e incertidumbres sobre la adolescencia actual. Esta opera prima se presentó en el reciente Festival de Cine Fantástico de Sitges si bien fuera de la competición. Allí el realizador dijo, recordemos, que pretendía "contar un cuento contemporáneo, ante el hecho de que hoy muchas historias, cuentos y fábulas que circulan son antiguos, de la infancia, que no funcionan con una edad complicada como la de la adolescencia". Interesante planteamiento.

Y es así la historia de Sara, una chica de 15 años dotada de un sexto sentido. Plenamente identificada con su tiempo, con la época en la que vive, intuye que en el mundo existe algo más de lo que vemos a simple vista. Vislumbra algo escondido que se convierte en una obsesión. Impulsada por ese instinto empieza a en su anodina existencia empieza a encontrar inquietantes mensajes y pistas - unos extraños graffitis - que parecen conducirla a una nueva dimensión. Se trata de una perspectiva llena de peligros realmente terrorífica. Tendrá que emprender un viaje para salvar su vida. En esa espiral perturbadora y temible plena de aventuras imprevisibles, Sara, se enfrenta al fascinante desafío de cambiar el mundo.

Este apasionante reto de Eduardo Chapero-Jackson en su primer largometraje, decididamente ambicioso y de una buena estructura técnica, tiene, me parece a mí, una ubicación complicada en el público que sería su más directo espectador: los adolescentes y los jóvenes. La fórmula, que es genuinamente cinematográfica y cercana, por su compleja factura parece que lo tiene difícil para interesar a una masa que en la propia película se denuncia vacía y a la que especialmente se dirige, apostando por una llamada de esperanza y libertad por la vía de la libertad y la imaginación. El propósito, realmente admirable en unas circunstancias no ciertamente laudables como las que nos muestra este mundo nuestro, con muchos adolescentes aquejados de problemas mentales y depresiones, merece la mejor atención. En este empeño recurre a la poesía, a la trascendencia de la palabra y la música que deben imponerse en "un urbanismo espantoso con pocos referentes que te ayuden a entender la vida". Y un trasfondo entre quijotesco y retador que idealiza la acción y la individualidad. Una noble intención merecedora de la mejor suerte.

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