Premios Max: ser andaluz ya no pesa

Los finalistas de la comunidad autónoma a los galardones, que se entregan el día 16 en Pamplona, revelan una preocupación común por el mundo con miradas a temas como la memoria y la salud mental

De qué hablan los finalistas andaluces a los Premios Max
De qué hablan los finalistas andaluces a los Premios Max / Juan Carlos Vazquez

Los creadores e intérpretes andaluces no dan la espalda al mundo y sus espectáculos reflejan asuntos como la memoria y la salud mental. Así lo revela la nónima de finalistas de la comunidad que acuden a los Premios Max, que se entregarán el 16 de junio en el Teatro Gayarre de Pamplona.

En una conversación que moderó el director de la Sociedad General de Autores (SGAE) en Andalucía, José Lucas Chaves, la bailarina Sara Jiménez, el actor Juan Vinuesa, las fundadoras de la compañía La Rara Rocío Hoces y Julia Moyano y el distribuidor Jorge Dubarry analizaron sus inquietudes y pusieron de manifiesto que “el apellido andaluz ya no es peyorativo”, como ocurría “antes”.

Por compromisos profesionales no pudieron acudir a la cita Patricia Guerrero, que ha dado nuevos bríos al Ballet Flamenco de Andalucía con Pineda, ni el bailaor Manuel Liñán, uno de los favoritos de este año por su emocionante Muerta de amor.

Flamenco es también el “origen” de Sara Jiménez, que podría ser coronada la mejor intérprete femenina de danza por Ave de plata. Inspirada en Los santos inocentes, también en “las danzas macabras y la idea de la muerte”, la obra parte de una premisa llamativa: “Un cazador dispara a un ave. Y descubre que en el acto de matar se da presa a sí mismo”. La granadina revisa el mito de Acteón, convertido por Artemisa en ciervo y devorado por sus propios perros de caza, en esta pieza que habla de “cómo morir y renacer para dar muerte”, cómo el final abre una puerta a la regeneración.

Jiménez, también coreógrafa y directora, toma el flamenco como “expresión”, pero lo pone “en comunicación con otras disciplinas”: se alía aquí con Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola, que firma la dramaturgia y codirige, y Miguel Marín Árbol, quien aporta su expresivo universo sonoro, para encontrar “formas nuevas que vienen de propuestas ajenas a la técnica del flamenco”.

Juan Vinuesa, entretanto, compite en los Max dentro de la categoría de mejor actor por su trabajo en la colosal 1936, una ambiciosa recreación de la Guerra Civil en la que se mete en la piel de Franco, y que ya le valió hace unas semanas el Premio Talía. Cuando recogió el galardón en esa ceremonia, reivindicó la importancia de la memoria y dijo que “recordar no es dividir”. Su nueva colaboración con Andrés Lima y el Centro Dramático Nacional tras Shock 1. (El cóndor y el puma) y Shock 2. (La tormenta y la guerra) se propone arrojar luz sobre un conflicto “del que no se habían contado muchas cosas, o se habían contado mal, como la Desbandá, un episodio que mucha gente no sabe que ocurrió y que por sí solo merecería un espectáculo. Por eso es importante, más allá de la vanidad de agradecer que te señalen, que proyectos como 1936 entren en los premios, porque hay gente que no quiere que se hable de ciertos temas, que se recuerde la memoria”.

Vinuesa, que vira al humor negro y al esperpento en Club Caníbal, la compañía que forma con Chiqui Carabante y cuya última propuesta es Instrucciones para sobrevivir en lo oscuro, expresó su orgullo por las raíces y volvió la mirada a los años en que alrededor del Instituto Andaluz del Teatro surgieron nombres como Carabante, Maripaz Sayago y José Luis García Pérez. “Cuando yo llegué a Madrid como actor andaluz, el apellido andaluz era peyorativo, y el acento era un hándicap. Muchos profesionales han cambiado esa idea”, señala el granadino, que en las clases que imparte en el Laboratorio de William Layton recomienda a sus alumnos “que no se queden en casa, que se unan a los otros y generen proyectos, como esas compañías que aparecieron gracias al Instituto Andaluz del Teatro”.

Rocío Hoces y Julia Moyano, integrantes de La Rara.
Rocío Hoces y Julia Moyano, integrantes de La Rara. / Juan Carlos Vázquez

Rocío Hoces y Julia Moyano, La Rara, finalistas al Max en los apartados de espectáculo revelación y autoría revelación, creen que la selección para los premios ayudará “a que se nos vaya conociendo más allá del sur. Estuvimos en Madrid en el Teatro de la Abadía, y fue muy bien, pero las plazas en Andalucía se agotan y nosotros no sentimos que Órgia haya acabado su camino”. El reconocimiento a la obra, opinan sus creadoras, es también un respaldo “a una manera de hacer”, a la apuesta por la investigación que llevan años realizando en torno a la salud mental, que arrancó con las historias que reservaba el psiquiátrico sevillano de Miraflores y que se prolongó en la elaboración de otro espectáculo junto a adolescentes.

Como recoge en su biografía, el sevillano Jorge Dubarry nació un 23 de abril, “el día en que falleció William Shakespeare”, por lo que parecía predestinado al teatro. A la convocatoria de prensa de los Max acudía en su faceta de distribuidor, en representación del montaje Contra Ana, dirigido por el andaluz Paco Montes y protagonizado y escrito por Alma García. Su actriz y autora comparte con el público una autoficción sobre la anorexia. “Alma ha sido muy valiente contando su experiencia, con un texto al que no le sobra nada, levantando el proyecto sin ayuda pública”, expone Dubarry sobre la obra revelación de la Feria de Palma del Río, donde se llevó el Premio del Jurado. Ahora opta al Max a espectáculo revelación junto a Órgia, con la que coincide en su interés por la salud mental.

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