Toros

Una perfecta tormenta de bravura

  • La concurso de Valverde del Camino cuaja una importante tarde en la que Mario Sotos y uno de Millares dejan mucho brillo.

  • El jurado designa triunfador al ejemplar de prieto de La Cal.

Todo había comenzado un poco antes del paseíllo. La lluvia amenazando, el tormenterío sin dejar de bramar y mientras tanto Valverde esperando con seis toros de divisas onubenses en su corrales. Todo esperando a que hubiera toros y en ese azar que el ruedo terminó sorbiendo todo ese agua que la lluvia dejó horas antes. LLegar y escudriñar la plaza con sosiego.

Tres cuartos largos de plaza y que lejos van quedando esos tiempos donde Valverde llenaba de verdad el tendido. Con los de ahí y con los que llegaban a ver una feria que a mitad de agosto llenaba el alma del aficionado. ¿Qué ha pasado para que a esa buena tierra de aficionados les cueste irse a su feria?

Sin lluvia y con tres toreros haciendo el paseíllo, el minuto de silencio quedó grabado en honor a ese notable taurino valverdeño que fue Esteban Mora y al maestro Miguel Báez Espuny.

Corrida concurso. El Prieto de la Cal que abrió plaza, un jabonero precioso de hechuras y fino de estampa firmó un tercio vibrante. Tres varas, la última desde muy lejos y llegando con gallardía al caballo. Tres varas que dejaron un reguero de sangre hasta la pezuña cuando el animal esperaba en banderillas en el platillo de la plaza. Rafaelillo estuvo honesto con él. Le dio sitio, lo cuidó y por la derecha le cuajó tres buena series de muletazos a la dulzura de una embestida que se alargó hasta donde el veragua duró. Por la izquierda no pudo ser. Faltó entrega y recorrido para irse tras los trastos, pero mantuvo esa línea de toro serio, con fijeza hasta que lo arrastraron las mulas. Solo saludó Rafaelillo por aquello de la demora con los aceros.

Buen toro ese de Villamarta, bravo y con pujanza de toro. Fortaleza para dejarse con importancia todas las embestidas que tuvo. Y con ellas bordó Curro Díaz un toreo de muchísima alma torera. Embrujo en esos naturales fáciles de trazo y preciosos de hechura. Por ahí basó el de Linares esa faena que deja recuerdos imborrables en el aficionado y también en el contador de trofeos porque Curro inauguró la tarde a su favor con esa oreja que cortó.

Mario Sotos y uno de Millares, bravo a rabiar. La tormenta perfecta para desencadenar un tercer acto importante en torno a un festejo que se iba subiendo poco a poco a la parra de la vibración con un torero que entendió con soltura y buen oficio las condiciones de bravura engallada en esa condición que la nobleza tiende a hacer humillar y beberse el trapillo rojo de un torero que tiró de temple para encontrar la grandeza de una gran faena por ambos pitones. Duración, temple y distancia precisa para lanzar el muletazo y traerse recogida tanta clase como la que dejó este más estafado que Estafador, arrastrado en una merecida vuelta al ruedo.

Cumplió Rafaelillo frente al de Pereda, un ejemplar que salió con pies, rematando abajo en burladeros y que tras dos puyazos llegó con vibración a la muleta del murciano. Labor cumplidora por ambos pitones pero sin llegar a culminar el torero un conjunto de altura, Mal con los aceros.

Apuntó buena cosas de salida esa monumental presencia del de Albarreal. Aplaudida su estampa con buen son en el capote de Curro que a punto estuvo de sufrir un serio achuchón cuando resbaló en el tercio y quedó a merced del toro. Perfiló con clase la embestida el burel metiendo bien la cara pero terminó apagado muy pronto quedándose corto y poniendo en aprietos al matador en la muleta.

Poco historia iba a aportar al conjunto de la tarde la escenificación de Mario Sotos, con ganas y decidido a redondear frente a un toro noble pero rajado de Chamaco que finalmente entro en el concierto de la tarde. Mas que concierto, desconcierto de un público que terminó silbando el fallo del jurado declarando ganador al ejemplar de Prieto de La Cal.

Ni Prieto de la Cal se merece esos pitos a su toro ni Millares que su ejemplar no haya entrado en concurso porque un pañuelo presidencial viajara al aire antes de la tercera entrada al caballo. Como diría el recordado Gila, ‘alguien ha matado a alguien’. Chimpún.

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