Fila siete

La película prohibida

No creo que muchos hubieran apostado por el éxito de Zohan: Licencia para peinar, que este último fin de semana se ha encaramado a la cabeza de las películas más taquilleras de los últimos días, hasta el punto de saltar por encima de títulos tan comerciales como El caballero oscuro, Mamma mía!, Walle.E y La Momia 3, entre otros. Eso tal vez haya aumentado el interés de algunos por una película en la que en principio no confiaban demasiado.

Es difícil imaginar que un agente especial antiterrorista, miembro del Mosad, el Servicio Secreto israelí, uno de los más poderosos del mundo, diestramente preparado para enfrentarse a cualquier peligro, todo un héroe nacional, gimotee por las noches porque su sueño más deseado es convertirse en peluquero. Tan curiosa situación dentro de la tensión existente entre palestinos e israelíes en manos del actor y productor, aquí también autor del guión, Adam Sandler, y el inteligente guionista Judd Apatow, nos depara una divertida comedia con trasfondo político ingeniosamente planteado.

El protagonista que, tras fingir su muerte y escapar a Nueva York, logra ser contratado en la peluquería de una joven palestina, logra así ver hecha realidad su máxima ilusión. Pero el peligro para el peluquero no habrá desaparecido porque sus encarnizados enemigos darán con él y le acecharán implacablemente para quitarlo de en medio. Lo que pudiera entrañar un drama con enfrentamientos entre poderes en conflicto, que los son en este caso de carácter fáctico y económico, pasa a ser una ingeniosa farsa que, por cierto, ha exasperado a las autoridades palestinas hasta el punto de prohibir la exhibición del film en los países árabes. Lo propio en países de regímenes autoritarios.

La polémica está servida y la prohibición, como suele pasar en estos casos, beneficia la popularidad de la película con una publicidad añadida. Aunque se haya recurrido al humor para tratar un conflicto evidente, de sobra sabemos que los dirigentes árabes si de algo carecen, es de sentido del humor, entre otros. De una forma u otra la película, que puede tener más de un aspecto reprochable, no en lo político sino en lo puramente cinematográfico, posee otras virtudes que no pasan por un humor excesivamente corrosivo, sino por unos méritos que en la más pura comedia resultan estimables.

Porque la crítica política no va más allá de un pretexto para prodigar situaciones y diálogos provistos todos ellos de un agudo ingenio y de chistes que resultan efectivos para el espectador inteligente y con todas las posibilidades histriónicas que suele desplegar en estros casos ese buen cómico que es Adam Sandler, con apariciones aparentemente tan contrarias a este tono de comedia como John Turturro, capaz de todos los registros, y Rob Schneider, demostrando que un buen actor tiene recursos para cualquier menester interpretativo. Además de las apariciones esporádicas, verdaderos cameos, de John Mc Enroy y Mariah Carey, capaces de reírse de sí mismos, además con gracia.

En suma quizás por eso, por tratarse de un producto distinto y ocurrente, Zohan: Licencia para peinar, haya gustado a los espectadores. De momento es toda una revelación dentro de la reiterativa cartelera que nos ofrece la actualidad. Al menos es una idea mucho más adulta que las presentadas por otras películas.

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