La Papelería Inglesa, una pieza más del grupo editorial de la familia Muñoz en Huelva, con una imprenta y un periódico

Breve historia de los santuarios del libro en la Huelva del XIX y principios del XX (VI): Los periódicos ‘El Porvenir de Huelva’ y ‘La Provincia’ fueron el germen de un negocio familiar que ofrecía calidad y distinción con el conocido establecimiento

Edificio de la Papelería Inglesa (fotografía posterior a 1912). / Archivo Municipal de Huelva. Fondo Díaz Hierro.
Antonio Agustín Gómez Gómez
- Director de la Biblioteca Provincial de Huelva

Huelva, 28 de diciembre 2025 - 06:02

Lamentablemente son pocas las construcciones del casco histórico de Huelva que aún evocan el paisaje comercial que definió la ciudad durante el tránsito del siglo XIX al XX. La fachada modernista de la antigua Papelería Inglesa, en la calle Palacio —denominada durante un tiempo Joaquín Costa y más tarde Calvo Sotelo—, constituye uno de esos escasos vestigios: un testimonio material de una etapa en la que la cultura escrita ocupaba un lugar central y en la que la etiqueta “inglés” funcionaba como garantía de calidad, actualidad y buen gusto.

Allí, entre plumas, tinteros y papel timbrado, la familia Muñoz regentó algo más que una simple papelería: el establecimiento formó parte de un pequeño emporio editorial —imprenta, periódico y venta de objetos de escritorio y publicaciones— que articulaba la producción y circulación de ideas en una ciudad transformada por el impulso minero.

Una saga detrás de un periódico

La historia de este holding empieza mucho antes de que el rótulo “Papelería Inglesa” luciera sobre el escaparate. En 1866, Francisco Muñoz y Morales fundó su imprenta en Huelva y, tres años después, lanzó El Porvenir de Huelva,uno de los primeros periódicos de la provincia. Aquel proyecto fue el cimiento sobre el que, en 1874, se asentó La Provincia, el diario que durante más de medio siglo fue testigo y memoria de la vida pública onubense.

El periódico —de ideología liberal, tendencia republicana moderada y en buena sintonía con la Riotinto Company— se convirtió rápidamente en la cabecera de referencia para una pujante clase burguesa. En la Huelva que crecía al ritmo de la minería, la actividad editorial descansaba en buena medida sobre la estructura levantada por los Muñoz. En torno a ellos se configuró un entramado empresarial integrado por La Provincia, la Imprenta Viuda e Hijos de Muñoz y la Papelería Inglesa: un sistema que aseguraba el control de la producción, impresión y distribución de contenidos y que consolidó su influencia en la vida institucional y cultural de la ciudad.

Redacción e imprenta de La Provincia (calle Castelar 4). / Archivo Municipal de Huelva, Fondo Diaz Hierro.

La figura central de este grupo empresarial fue José Muñoz Pérez, propietario del establecimiento y con una notable trayectoria política: concejal republicano en 1889 y 1909, alcalde de Huelva en 1916 y presidente del Círculo Mercantil y Agrícola en 1918 y 1919. Tras estudiar varios años en Inglaterra, adquirió un conocimiento sólido del idioma y un vivo interés por los deportes británicos. Esa experiencia marcó su perfil como cronista deportivo, especialmente atento al ciclismo, la esgrima y el fútbol, disciplinas que también practicó. En 1889 formó parte de la comisión impulsora de la creación del Huelva Recreation Club, y, en los años siguientes, ocupó el cargo de secretario de su Junta Directiva, siendo uno de los pocos españoles que la integraban. La dirección del periódico recayó, desde 1901, en su hermano Francisco Muñoz Pérez (abogado y periodista). Así, la redacción, la impresión y la venta quedaron casi siempre bajo control familiar: la imprenta producía el periódico, la redacción se ubicaba en el mismo edificio y la papelería distribuía ejemplares, gestionaba suscripciones y, durante un tiempo, amplió su actividad internándose en el comercio librero.

El nombre de ‘Papelería inglesa’, una estrategia de marca

A finales del siglo XIX, “lo inglés” actuaba como un signo de modernidad y prestigio. El Imperio Británico vivía aún su apogeo y Huelva se había transformado en un espacio profundamente condicionado por la presencia británica. La ciudad se consolidó entonces como un boyante puerto comercial que canalizaba la riqueza de su industria extractiva y atraía a técnicos, ingenieros y empresarios procedentes del Reino Unido y del centro de Europa. Conscientes de este contexto cosmopolita y del peso de la clientela extranjera, los Muñoz optaron hacia 1895 por bautizar su negocio —que ya contaba con una larga tradición— con el nombre de Papelería Inglesa.

El nombre funcionó como un auténtico eslogan comercial: transmitía calidad, modernidad y prestigio, reflejando el carácter selecto y actualizado de la papelería. A mediados de esa década, el establecimiento dio un paso decisivo. En su edición del 6 de diciembre de 1895, La Provincia anunció que la casa incorporaba un nuevo servicio de librería con una cuidada selección de novedades literarias y colecciones especializadas. Ese día el periódico detallaba la amplitud de la oferta —desde textos jurídicos hasta colecciones administrativas— y destacaba especialmente la disponibilidad inmediata de novelas contemporáneas. Con este giro, la Papelería Inglesa se situó a la altura de sus competidores más directos en la venta de libros de la Huelva finesecular, como las librerías regentadas por José Tosso, Manuel Torres o Rogelio Buendía.

En diciembre de 1895 ya se anuncia como librería con domicilio en la calle Sagasta (La Provincia).

La nota de prensa subrayaba que el propio titular del establecimiento, don José Muñoz, se proponía mantener la librería “al día”, poniendo de inmediato a disposición del público las obras nuevas que fueran apareciendo. El anuncio destacaba, entre los atractivos del escaparate, las últimas novelas de Galdós, Valera, Pereda o Clarín, junto con títulos recién distribuidos —como Peñas arriba, de Pereda, o Mazarina, de Galdós—. No faltaban los populares almanaques Bailly-Baillière, concebidos como auténticas “enciclopedias populares de la vida práctica”.

La Papelería Inglesa aprovechó también las páginas de La Provincia para reforzar sus ventas y fomentar la lectura. El diario incorporó una sección fija titulada “Bibliografía”, donde se reseñaban novedades literarias que podían adquirirse en el establecimiento, combinando crítica y promoción. A ello se sumaba el espacio “Librería”, en el que se anunciaban las últimas novedades que habían entrado en la tienda: en esos listados aparecían los grandes nombres del realismo español —los ya citados, a los que se podría unir el de Blasco Ibáñez— junto a escritores locales —Juan Ramón Jiménez, José Nogales o Tomás Domínguez—, además de traducciones de Flaubert, Tolstói, Maupassant o Zola. Un escaparate desde el que Huelva pudo asomarse a la literatura europea contemporánea.

Una casa con vocación de modernidad

La trayectoria de los Muñoz y sus negocios editoriales es también una historia de continuas mudanzas. La primera sede estuvo en la calle conocida como La Placeta, rebautizada hacia 1890 como Sagasta; después, el negocio pasó por Concepción, 1, y por Castelar. Pero fue en la calle Palacio, 13, donde se levantó el edificio que hoy identificamos con la Papelería Inglesa y que ilustra la foto que acompaña a este reportaje.

El proyecto de 1909, denominado Casa de la Viuda de Muñoz, fue obra del arquitecto Francisco Hernández-Rubio Gómez, una de las figuras más destacadas de la arquitectura andaluza de comienzos del siglo XX. Su diseño combinaba vivienda y local comercial en un mismo volumen —la característica casa-habitación con comercio en planta baja— y adoptaba un lenguaje modernista que aún hoy dota al inmueble de una presencia singular. Este edificio es uno de los escasos testimonios arquitectónicos que permiten reconstruir el paisaje cultural de los antiguos santuarios del libro en la Huelva de hace más de un siglo.

Más allá de los libros: las postales que fijaron la memoria visual de una ciudad que se nos fue

La Papelería Inglesa no fue únicamente librería y papelería: también editó su propia colección de postales a comienzos del siglo XX, integrándose en un fenómeno visual de masas que fascinó a coleccionistas y visitantes. Y lo hizo al lado de otros nombres igualmente inquietos del panorama local: Rogelio Buendía, Amador y Juan del Pino, Rafael Mojarro, Justo Toscano o Nicolás Pomar, que aprovechando el boom del negocio dieron a conocer una ciudad dinámica y en crecimiento.

Hasta 1937, la denominación Papelería Inglesa siguió apareciendo en la prensa onubense, siempre asociada a la imprenta, al periódico y a la venta de libros. Con la guerra y el cambio de ciclo político y comercial, el nombre fue desapareciendo de la vida pública. No obstante, los anuarios comerciales posteriores confirman la continuidad de ambos negocios, bajo la razón social Muñoz S.R.C. (Sociedad Regular Colectiva), bien entrada la segunda mitad del siglo XX. La imprenta se mantuvo en la trasera de la casa familiar de la Alameda Sundheim, 7, y la papelería siguió abierta en los bajos de la casa modernista de la calle Palacio, hasta que finalmente el local pasó a acoger el nuevo negocio de la Imprenta Bonanza.

La presencia de la familia Muñoz en la vida pública onubense —a través del periódico, la imprenta, la venta de libros y objetos de escritorio o la edición de sus afamadas postales— contribuyó de manera decisiva a modelar la identidad de una ciudad en plena transformación industrial y cultural. Controlaban buena parte de los medios de producción de la cultura escrita y de los canales de circulación de ideas, desempeñando un papel directo en la conformación de la opinión pública. El edificio de la calle Palacio, uno de los pocos vestigios materiales de aquel ecosistema cultural y empresarial, se mantiene hoy como testimonio de la importancia de la cultura escrita y de la influencia de la familia Muñoz en la Huelva de finales del siglo XIX y comienzos del XX.

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