Fila siete

El ojo del águila

Esta película en principio iba a dirigirla Steven Spielberg, quien llevaba madurando el proyecto desde hacía tiempo. Pero cambió de idea y prefirió producirla. Fue D. J. Caruso, el realizador de Disturbia (2007) quien la realizaría definitivamente, reconociendo que "existía siempre presión añadida de saber que era una historia que Spielberg había estado gestando durante años". Nunca sabremos qué hubiera sido de La conspiración del pánico, de haberla dirigido el artífice de la saga de Indiana Jones. Hoy por hoy hemos de juzgar lo que acabamos de ver. Lo que sí heredó Caruso es el protagonista, el emergente Shia LeBoeuf, que fuera el hijo del famoso aventurero en la última entrega de la citada saga.

En este frenético thriller, trufado de ciencia-ficción, tenemos a Jerry Shaw y Rachel Holloman, dos desconocidos que se encuentran a través de una misteriosa llamada telefónica en la que una mujer desconocida les conmina a seguir sus instrucciones sin rechistar, amenaza sus vidas y provoca que los dos jóvenes se vean implicados en una serie de situaciones cada vez más arriesgadas, utilizando la tecnología.

Todo empezó cuando Geoff Callister, secretario de Defensa de los Estados Unidos, ordena un bombardeo selectivo en Afganistán persuadido de que un peligroso terrorista de élite se encuentra entre las personas asistentes a un entierro. Los protagonistas serán los fugitivos más buscados del país sin saber qué está pasando en realidad.

Estamos ante una de esas intrigas que podríamos encontrar en muchas películas de este mismo estilo que hemos visto en numerosas ocasiones. Hay una referencia muy clara que apunta directamente a Alfred Hitchcock, aunque menos sofisticado y sin el aparato tecnológico y de efectos visuales que hoy son denominador común y que no necesitaba una simple intriga en manos del mago del suspense.

Es una fórmula que D. J. Caruso incorpora en este tenso relato asumiendo los peligros de la actual tecnología en un mundo dominado por cámaras de vigilancia que perturban y desbordan nuestra personal intimidad. De ahí el título original muy significativo de la película: Eagle eye. Es una expresión de ese Gran Hermano en que se está convirtiendo este mundo nuestro bastante enloquecido y en el que las paranoias del poder y del ciudadano pueden corromper cualquier sistema.

Una vez más cobra actualidad 1984, la novela política de ficción distópica escrita por George Orwell en la segunda década de los años cuarenta del siglo pasado.

Una vez más paranoias y conspiraciones se funden en un relato de acción desmesurada en muchas ocasiones, y tensiones crecientes, donde una vez más las víctimas se convierten en héroes.

En suma, una aparatosa puesta en escena cuyo grado de verosimilitud se va desvaneciendo a medida que avanza la película.

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