El hombre neandertal está cada vez más cerca. Ya no está tan claro si procedemos directamente del Homo sapiens o si en nuestro código genético albergamos finalmente algo de neandertal, aquel hombre que pareció extinguirse, pero que ahora resurge para tambalear los manuales de Prehistoria y reabrir el debate internacional de la mano de este proyecto que se lleva a cabo en la cueva andaluza de Ardales, en Málaga.
Las últimas revelaciones las descifró un equipo de investigadores de la Universidad de Cádiz y el Neanderthal Museum de Mettmann (Alemania), que lideran el proyecto a su vez dirigido por el catedrático de Prehistoria de la UCA, José Ramos Muñoz y el profesor de la Universidad de Colonia Dr. Gerd-Christian Weniger. Juntos revelaron hace unos meses en una rueda y tras publicarlo en la revista Science que los neandertales también se comunicaron a través del arte, llegando a datar en la Península Ibérica arte rupestre hace 66.700 años, es decir, unos 20.000 años antes de las fechas conocidas hasta ahora.
Ahora, a aquel hallazgo realizado mediante el método de análisis de Uranio/Torio, gracias al análisis de la calcita que se deposita sobre el arte, se suma la excavación arqueológica que se lleva a cabo en la Cueva de Ardales, en la que se ha llegado ya a estos niveles (50.000 años) con la aparición de numeroso utillaje y material vinculado a esta actividad.
Un descubrimiento que próximamente ofrecerá nuevas sorpresas vinculados al estudio genético, explica José Ramos, "pues no se sabe si realmente se extinguieron o convivieron". El catedrático de Prehistoria de la UCA confirma que se ha llegado a niveles de 45 a 50.000 años -niveles ocupados por neandertales del Paleolítico Medio- con la aparición de "fauna, tecnología lítica y ocre de comunidades neandertales", y hace hincapié en el ocre con el que estos primeros pobladores del sur de la península ya se comunicaban a través del arte, contra todo lo que se ha dicho de que era patrimonio exclusivo del Homo sapiens.
De forma paralela, en Sima de las Palomas de Teba, a unos 15 kilómetros de la anterior, en niveles del Paleolítico Superior se ha constatando "la interacción, movilidad y control del territorio de comunidades neandertales entre las dos cuevas" y la obtención también de materias primas líticas. "Ahora sabemos que el campamento importante estaba en la entrada de Ardales, en una zona llamada la Cucarra y en la Sima de las Palomas, y que al interior de Ardales entraban para diversas acciones como la pintura".
De este modo, se constata que las dataciones de Sima de las Palomas y de Ardales son totalmente coherentes tanto en las fases del Paleolítico Superior como del Medio. De hecho, el estudio avanza que ambas cuevas -Ardales y Sima de las Palomas de Teba- presentan amplias secuencias sedimentarias con registros líticos, óseos, antropología física y evidencias que permiten estudiar los modos de vida de las sociedades cazadoras-recolectoras paleolíticas que la frecuentaron. También se ha avanzado en la frecuentación de en ambos yacimientos de grupos antropológicos neandertales y los primeros homo sapiens sapiens.
Las analíticas, continúa Ramos, han localizado también espacios con fuegos y hogares relacionados con la alimentación, desde hace más de setenta mil años.
Este proyecto está dando grandes resultados en aspectos como "la sustitución o asimilación de los neandertales, sus capacidades cognitivas, su control del territorio, la convivencia, la enculturación y la transmisión de tecnología" y que sigue ahondando en la vinculación con las similitudes y diferencias de la tecnología y modos de vida con las sociedades pleistocenas del norte de África.
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