Sonsoles ónega. periodista y escritora

"Las mujeres son las que siempre padecen las mayores desgracias"

  • La ganadora del Premio de Novela Fernando Lara 2017 presenta hoy 'Después del amor' en la Biblioteca Provincial de Huelva

  • El paralelismo con la Cataluña actual está presente

El Premio de Novela Fernando Lara se concedió en mayo a la historia real de amor que protagonizaron en los años 30 una mujer de la alta burguesía catalana y un destacado militar republicano muy vinculado a la Generalitat. Después del amor (Planeta) es la quinta novela de la periodista Sonsoles Ónega, conocida cronista parlamentaria, que hoy la presenta en la Biblioteca Provincial de Huelva.

-El gran protagonista de su novela es el amor.

-El amor entre un hombre y una mujer recorre todas las páginas pero también hay distintas relaciones de amor entre los personajes. Es un itinerario amoroso el que nos lleva por un periodo de nuestra historia relativamente reciente, con ese sentimiento universal, que, por otra parte, no entiende de épocas ni de marcos históricos.

-Nace también de un gran gesto de amor hacia una madre.

-Sin duda. Las hijas de Carmen, que hoy son dos señoras de 87 años, fueron las que me contaron la historia de su madre. Si hay algo que me llamó la atención desde el principio fue el inmenso amor con el que hablaban de ella, cuando lo natural, incluso lo humano, sería haber alojado algún tipo de rencor, porque las madres ausentes marcan las vidas de sus hijos. Y en este caso no fue así; todo lo contrario. Aun con el dolor y el sufrimiento que esta historia también tiene, pienso que es porque las hijas supieron entender que su madre había descubierto el amor y que ese sentimiento es lo que nos pone en pie cada mañana. Y Carmen lo encontró en un hombre distinto a su marido.

-¿Ese amor a esa madre es también un reconocimiento a su valentía en esa época?

-Esa reflexión me la he hecho muchas veces. Carmen lo tenía todo, pertenecía a la burguesía catalana, con todo en la vida para no padecer penurias, y lo único que hizo, en todo caso, fue complicarse la vida. Y esa valentía que me gusta destacar de Carmen es exactamente así: las mujeres en los años 30 lo tenían mucho más difícil para romper un matrimonio. Ahora ya lo tenemos mucho más fácil si queremos emprender una vida solas.

-Dice del protagonista, Federico Escofet, que cayó en el olvido como tantos perdedores de la Guerra Civil. ¿Son aquellas mujeres, tan olvidadas ahora, las grandes perdedoras de aquella época?

-Seguramente. Las mujeres son las que siempre padecen las grandes desgracias pero esto lo podemos ver incluso hoy en día con la crisis económica. Y en el caso de estas mujeres que se fueron al exilio, y en las que padecieron la guerra, sí hay un plus de sufrimiento que sigue prolongándose años después.

-¿Por qué se vuelve ahora tanto la mirada a aquella época en torno a la Guerra Civil y a las historias de amor anónimas de entonces con novelas y películas?

-Es un tema recurrente. Desde el punto de vista literario, desde luego lo ha sido. En España tenemos grandísimas novelas inspiradas en esas historias mínimas, de personajes anónimos que han protagonizado historias que nos pueden parecer heroicas. Estoy pensando en Dulce Chacón, en La voz dormida, por ejemplo, una novela deliciosa; en Los girasoles ciegos, o en Almudena Grandes, que también se ha detenido durante toda su carrera literaria en este periodo histórico. Creo que nos sigue provocando algún tipo de fascinación porque hay todavía una generación de hombres y mujeres vivos para recordarlo. En este caso, a mí me vino dado el escenario en el marco de la propia historia, y no fue nada premeditado.

-¿Quizá en tiempos de crisis como estos hay más sensibilidad para apreciar este tipo de historias?

-Es probable, sobre todo cuando nos detenemos a ver de dónde venimos. Adquieren mucho más valor esas historias en las que vemos que sin tener nada se conseguían muchas cosas, o cómo mujeres que sin poder hacían lo imposible. Más allá de que nos produzca fascinación, está bien tenerlo siempre en la cabeza, saber de dónde venimos, saber qué no hemos tenido, que parece que todo nos ha venido dado a las nuevas generaciones como si viniera de serie.

-Para recrear con rigor esa Cataluña convulsa de los años 30 habrá recurrido a la periodista.

-A mí me preocupaba mucho esa parte, que la novela tuviera textura, y que los escenarios estuvieran bien retratados. Ahí sí que me sale el yo periodístico con una necesidad casi vital de que todo sea muy riguroso. En ese sentido, la crónica periodística que se hizo en aquellos años y las hemerotecas me ha permitido documentarla con cierto rigor, que era la pretensión.

-¿La historia de Carmen Trilla en la Cataluña de estos días sería amar en tiempos revueltos?

-Hay un paralelismo tremendo, sin duda. Estoy permanentemente pegada al Twitter para ver qué está pasando, por esas analogías y por esa historia recurrente que parece que vuelve 90 años después.

-"Los mercados estaban cerrados y los tribunales abiertos", escribe. ¿Se repite la historia?

-Hoy te diría que el Parlamento está cerrado y los tribunales abiertos, que también manda narices. No estamos en el mismo contexto, ni siquiera la sociedad es la misma. No sé qué va a pasar mañana en Cataluña, lo que está claro es que vivimos un momento de excepcionalidad muy parecido en ese sentido pero con una diferencia sustancial: Cataluña en el 34 no venía precedida de 40 años de democracia, ni de 40 años de autogobierno y conquista de libertades para el pueblo catalán, que siempre ha alojado ese anhelo de independencia. Los paralelismos se pueden establecer pero sin olvidar de dónde venimos y teniendo muy claro hacia dónde vamos, en un mundo que no tiene nada que ver con aquellos años 30.

-¿El Premio Fernando Lara 2017 ha sido un impulso?

-Lo ha sido absolutamente todo para mí. Sin duda he subido un peldaño en mi carrera literaria, que considero es de fondo, casi como la periodística. Hay que resistir, estar y seguir escribiendo buenas novelas porque si no, esto no funciona. Pero con el premio, además, descubres otra forma de acercarte al lector con toda la promoción que conlleva.

-¿Novelista y periodista, entonces, o periodista y novelista?

-De momento, periodista y novelista, pero sin afán de alterar el orden, porque para mí el periodismo es necesario para escribir. Soy además una periodista de calle, estoy en la calle, que te pone en contacto con mucha gente, con muchos acentos distintos, y sensibilidades que no son la tuya, y eso me ha permitido resolver situaciones que me tenían atascada en una novela.

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