Cultura

La lengua se hace literatura

  • Las reminiscencias incaicas en el acento de Luis Peirano realzan la prosa de 'Comentarios reales'

  • José Luis Gómez echa el cierre al ciclo con un conocido ensayo de Mario Vargas Llosa

Mario Vargas Llosa asegura de los Comentarios reales que es "una de esas obras maestras literarias contra las que en vano se estrellan las rectificaciones de los historiadores, porque su verdad, antes que histórica, es estética y verbal". Se refiere así al más célebre libro del Inca Garcilaso de la Vega, del que su "logro extraordinario", destaca también al hilo, "antes que en el dominio de la Historia, ocurre en el lenguaje: es literario".

Y así es cómo el "primer mestizo", como todavía en la actualidad se le conoce, eleva la lengua española a una nueva dimensión tras su encuentro con el continente americano y la convierte en literatura, con la riqueza de una prosa que "resuma poesía a cada trecho". Es la culminación de ese primer desarrollo tras el desembarco de Colón y la expansión española de ultramar, y el cierre perfecto para un ciclo, La lengua navega a América, que en el último mes ha mostrado esa integración lingüística a través de cuatro textos fundamentales, de recuperación obligada para disfrutar con la riqueza de las letras españolas y su reencuentro con la oralidad.

El interés por la figura del Inca Garcilaso de la Vega destaca en la última sesión del cicloEl texto de Mario Vargas Llosa leído ayer es parte de un ensayo publicado en 2003

Esta última cita en Las Cocheras del Puerto estaba llamada a captar la mayor atención del público por la presencia de un nombre, el del Nobel Vargas Llosa, con gran brillo propio entre los cuatro académicos encargados de respaldar con sus escritos el interés en las correspondientes obras seleccionadas. El escritor peruano no estuvo ayer en Huelva y tampoco lo estará en Madrid esta noche. Su contribución se ha limitado a su propia escritura, convertida en palabra hablada por el creador y director del ciclo, el actor, director teatral y también académico, José Luis Gómez.

Conocido es el empeño del onubense por dar veracidad a estas "lecturas en vida", como él mismo las bautizó en su versión anterior para la Real Academia Española, y por ello hizo que este ciclo tuviera acento peruano para acompañar al cuzqueño universal, que fue el Inca Garcilaso. Esta vez un director teatral, que no actor, limeño de nacimiento, Luis Peirano, exministro de Cultura, además, en Perú, fue el encargado de recuperar la sonoridad original de esos excepcionales Comentarios reales, dedicados en su primera parte a dar lustre a la historia del imperio inca, del que fue heredero por parte materna.

Escribió Vargas Llosa que esta obra "debe tanto a la ficción como a la realidad", decía, "porque embellece la historia del Tahuantinsuyo, aboliendo de ella todo lo que podía delatarla como bárbara y aureolándola de una condición pacífica y altruista que sólo tienen las historias oficiales, autojustificadoras y edificantes".

De esta forma introduce el Nobel en la necesidad de desmontar el mito que ha llegado hasta la actualidad. Si en la entrega anterior, el académico Santiago Muñoz Machado (no en persona en Huelva, sí en Madrid) se encargó de rebatir la leyenda negra española alentada por fray Bartolomé de las Casas en su Brevísima relación de la destruición de las Indias, aquí Vargas Llosa describe cómo su paisano limpia la memoria incaica y evita en su obra episodios vergonzosos como "los sacrificios humanos o las crueldades inherentes a guerras y conquistas". "Para resaltar más los logros del Incario, ignora todas las culturas y civilizaciones anteriores o contemporáneas a los incas, o las llama primitivas y salvajes", añade.

Y como destaca posteriormente, esa "idílica visión" ha superado sucesivas revisiones históricas y se mantiene vigente en el ideario popular debido "a que el Inca Garcilaso fue un gran escritor, el más artista entre los cronistas de Indias, a que su palabra tan seductora y galana impregnaba todo lo que escribía de ese poder de sobornar al lector que sólo los grandes creadores infunden a sus ficciones".

Luis Peirano puso el acento y trató de dar rienda suelta a esa prosa estilizada del considerado padre de las letras peruanas con extractos de su obra magna en los que hablaba de tiempos gloriosos que vivieron parientes y antepasados, y del encuentro decisivo con los españoles, enriquecido con el intercambio de lenguas, incluso con anécdotas fonéticas que marcaron el futuro de los territorios del gran Cuzco, bautizados accidentalmente como Perú.

Habla también el propio Inca Garcilaso de términos como "patria" y "nacionalismo", y el texto de Vargas Llosa no lo deja pasar por alto en el ensalzamiento de sus virtudes: "Es el primero en no ver la menor incompatibilidad entre un patriotismo inca y un patriotismo español, sentimiento que en él se fundían, como un todo indisoluble, en una alianza enriquecedora". "Por eso -añade el novelista y académico- nadie trate de valerse de las bellas páginas que escribió el Inca Garcilaso de la Vega para acarrear agua al molino del nacionalismo. El autor de los Comentarios reales está en las antípodas de la visión limitada, mezquina y excluyente de cualquier doctrina nacionalista".

Estas palabras, oportunísimas en la actualidad política, realmente son fruto del azar, por cuanto se trata de un texto escrito en 2003, El Inca Garcilaso y la lengua de todos, incluido en el catálogo de la exposición Iberoamérica mestiza: encuentros de pueblos y culturas, del Centro Cultural de la Villa de Madrid, que a su vez es una adaptación y ampliación de su discurso La lengua de todos, con el que abrió en 2001 el II Congreso de la Lengua en Valladolid.

Seguramente con su presencia física se habrían completado anoche las tres últimas filas de butacas libres en Las Cocheras del Puerto. Aunque quizá el lleno ayer habría sido lo de menos para el público onubense ante la oportunidad de ver en persona a Vargas Llosa defendiendo párrafos escritos hace 16 años, en un extracto de un brillante ensayo publicado hace 14. Probablemente también este excepcional ciclo de "lecturas en vida", creado y dirigido por José Luis Gómez, merecía también en su cierre al menos la exclusividad de un texto inédito del Nobel.

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