La jota y el fandango
Historias del fandango
La jota y el fandango, dos cantos y bailes populares que fueron siempre de la mano en las celebraciones del siglo XIX; les dedicamos tres capítulos
Historias del fandango: La Llave de Oro por una Copa

Huelva/LA jota es una de las danzas y canto folclóricos más populares y con mayor variedad que se encuentra en el folclore de España. Las más representativas son las del Ebro (aragonesa, navarra y riojana), pero también hay jotas en el resto de las regiones españolas.
Como el flamenco desde 2016, la jota fue declarada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad en 2023. Su origen se atribuye a Aragón, aunque también se le vincula a Valencia. Y es interesante observar su relación con el fandango, como vamos a ver.
La teoría del creador árabe…
A mediados del siglo XIX surgió la leyenda de un árabe valenciano supuesto creador de este baile en el siglo XV [1].

… que desmontó Bretón
Pero esa teoría, o más bien leyenda, la desmontó en 1911 el musicólogo Tomás Bretón, estableciendo como más probable su relación original con el fandango. “La jota, si no es una variación y consecuencia del fandango, debe proceder de Italia, del trato y comercio entre italianos y aragoneses. Cuánto permaneció en estado de larva y cuánto tiempo duró su gestación no es fácil de precisar; mas lo que para mí no admite duda es que su explosión, su desarrollo, propagación e importancia arrancan de los memorables sitios de Zaragoza”. Esta hipótesis sitúa su momento de eclosión en la Guerra de la Independencia y para reafirmarla argumenta más adelante [2 ].

El parentesco histórico jota-fandango apuntado por Tomás Bretón no ha sido refutado con fundamentos desde que él lo expuso. También el musicólogo Arcadio Larrea, que investigó exhaustivamente el cancionero popular judeo-español de los sefarditas de Tetuán, remarcó en 1956 que “si hay alguna región en España cuya música deba poco a los árabes, es Andalucía. Las canciones andaluzas, como también la jota, son hispanas, y fueron los árabes los que aprendieron muchas canciones hispanas”.
Otras versiones
Hay otras versiones, como la de que el baile de la jota fue conocido durante muchos años con el nombre de “El Canario”. La publicó el literato costumbrista maño Pedro Saputo (1791-1865) en uno de sus libros. Pero tal vinculación se refiere solo al baile y no al canto de la jota [3].

Varios autores más, algunos canarios y otros peninsulares, argumentan también que el origen de la jota aragonesa está en un baile de las islas [4].

Por su parte, el arabista Julián Ribera, demostró que “la composición musical característica hoy de la jota –hablaba en 1928– fue en otro tiempo general, tanto en España como en Portugal, … y que es una composición musical de los musulmanes andaluces, que como tantas otras se extendió por su gran belleza por toda la península, fijándose con más persistencia en Aragón en el siglo XIX”.
En fin, también podría ser que fuera en la antigüedad una cantinela aragonesa poco definida que se mejoró a raíz de la Guerra de la Independencia, como afirmaron otros, o que la jota es un bolero, en cuyo caso su origen estaría en el siglo XVIII. Vaya usted a saber… Lo cierto es que a su época de esplendor llegó como aragonesa y así se la considera.
¿La verata?
Como bailes, la convivencia entre la jota y el fandango fue constante a lo largo de los dos últimos siglos, un caminar paralelo que, al parecer, llegó a generar una momentánea fusión. El jerezano Antonio Quintero (1895-1977), autor de La copla andaluza, espectáculo mixto que llenó de fandangos cines y teatros hasta el cansancio entre 1929 y 1932, presentaba en 1935 un nuevo invento: la verata. “¿Sabe usted lo que es la verata?”, –preguntaba retórico al periodista del diario La Voz. “Pues es la copla en que se une el fandanguillo de Huelva con la jota aragonesa. La verata tiene un primer verso de jota y el segundo de fandango. Sigue la jota y le ronda el estribillo. Es algo magnífico. Así como los ríos y los valles, también el cante tiene sus momentos en que se confunden dos corrientes. Momento de transición que cobra más tarde valores puros”. Pues nos quedamos con la gana de escucharla.
Censores y defensores
Con frecuencia los bailes populares españoles sufrieron la amenaza de los censores, que desde la moralidad religiosa imperante encontraban argumentos para reprimirlos. De los tiempos de la Inquisición existe un bando, fechado en 1723 y promulgado por Joseph de Esplugues, que fue secretario del Santo Oficio y regidor de Murcia, en el que ordenaba que “por cuanto he sabido que se usan unas canciones, bayles y juegos y traxes profanos e indecentes contra la modestia christiana, con poco temor de Dios nr. Sr.y en grave perjuhicio de las almas…mando: Que ninguna…”. [5].

Por fortuna, no faltaron quienes defendieran el divertimento del pueblo. El dramaturgo Manuel Bretón de los Herreros (1796-1873) escribía en 1840 un poema en defensa de los bailes autóctonos (jota, fandango, polo…), frente a la invasión de los extranjeros [6].

(Continuará)
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