Cultura

La guitarra de Niño Miguel (I)

En en centro de la imagen, Niño Miguel con su inseparable guitarra en el año 1962.

En en centro de la imagen, Niño Miguel con su inseparable guitarra en el año 1962. / H. información

Uno de los genios más grandes de la guitarra flamenca sin ninguna duda ha sido Miguel Vega Cruz, de nombre artístico y conocido como Niño Miguel que nació en Huelva el 27 de enero de 1952 y falleció el 23 de mayo de 2013.

Miguel se crió con su madre, Ana Vega, y sus hermanos. De familia humilde y modesta, ya que apenas pudo asistir de niño a ningún colegio, tuvo una infancia muy dura, muy difícil y llena de prohibiciones y escasez de alimentos, además de otras necesidades. Disfrutaba jugando a la pelota con otros chiquillos de su barrio y a pesar de todo esto, Miguel desde muy niño, con su padre guitarrista profesional, encuentra en la guitarra un entretenimiento a la vez que su válvula de escape al enamorarse del toque flamenco con las enseñanzas que recibe. Tal era su afición que su progenitor, por su trabajo y fiestas, llegaba a casa de madrugada y Miguel lo esperaba para que le pusiera nuevos toques para aprenderlos y aumentar sus conocimientos flamencos. Así, se pasaba el día siguiente tocando la guitarra sin pensar en otra cosa, ni siquiera en jugar con otros niños.

No quería ausentarse de su tierra, de su ambiente y sus gentes debido a la timidez

A Miguel lo conocí y traté desde su niñez, toda vez que casi a diario pasaba por mi negocio en la calle del Carmen, junto al Mercado, con su padre, el gran guitarrista Miguel Cortés El Tomate, que entraba a comprar colonia, pañuelos y otros artículos. El padre siempre delante, solo, en invierno con un sombrero tirolés y un gabán de tres cuartos a juego, muy elegante; Miguel y su madre le seguían a varios metros, atentos a lo que dijera o mandara el patriarca.

Con apenas 10 o 12 años empezamos a escuchar tocar la guitarra a Miguel en algunas fiestas o reuniones a las que asistía su padre y organizábamos los aficionados. En ellas Miguel despuntaba tocando pero que muy bien, lo mismo por soleá que por fandangos, la Cumparsita, música sudamericana, El sitio de Zaragoza... Siempre bajo la atenta mirada de su padre, quien en muchas ocasiones me invitaba por las tardes a que escuchara en casa El Cano algo nuevo que le había enseñado. Si no le gustaba algo de lo que había tocado o enseñado, le propinaba una bronca impresionante, ya que fue quien de verdad le enseñó todos los secretos de la guitarra, que no eran pocos. Al ver las cualidades que poseía el crío, insistió en que fuera -por las malas o por las buenas- un gran guitarrista, y de verdad lo consiguió, porque llegó a alcanzar las cotas más altas dentro de los mejores de este arte a nivel internacional. Hasta el punto de que posiblemente su padre no imaginó nunca que llegara a ser el impresionante artista que fue con la guitarra en sus manos.

En estos años, fue la admiración de todos aquellos que lo escuchaban, por las formas y maneras de cómo sonaba la guitarra en las manos de un niño, como era Miguel. Era el comentario de los aficionados: cómo tocaba la guitarra el hijo de Miguel el Tomate.

Se le empezó a conocer como el Niño Miguel y ese sería con el tiempo su nombre artístico, el de uno de los guitarristas más importantes que ha dado la historia del flamenco.

Miguel se hace muchacho y adulto y empieza a sonar su nombre en todos los ámbitos flamencos de Andalucía. Son muchas las ocasiones y reuniones que tuve la dicha de compartir en compañía de su padre, unas veces, y otras de amigos como José y Antonio Pérez Ramblado, Manuel Garrido Palacios, Onofre López, Manolo Cayetano, Antonio Toscano, Pepe Briones y artistas como Pepe la Nora, El Muela, Miguel El Coria, Manuel y José Salazar, Peque de La Isla, Manolo Limón, los Rofa -padre e hijo-, Azuaga padre y su hijo Manolo, entre otros.

En la Ciudad de los Niños se efectúa un festival flamenco que organiza un gran onubense llamado Paco Robles, al que nunca se le pagó lo que aportó a esta ciudad. Actuaban al cante Fosforito y Camarón y a la guitarra Paco de Lucía y Niño Miguel, casi . Comienza el Niño Miguel con un solo de guitarra y al escucharlo Ramón de Algeciras y su hermano Paco, quedan asombrados, hasta el punto que Ramón le dijo a su hermano: "Paco, tienes que apretarte, no veas cómo toca este gitano".

A partir de entonces Paco fue uno de los grandes admiradores de nuestro paisano y se desplazó más de una vez hasta Huelva. Además, trató de llevarlo a Madrid, donde hubiese triunfado por las cualidades que poseía.

En una ocasión se desplazó a Huelva para ofrecerle un contrato en una sala de fiestas de Madrid, adonde lo acompañamos Martín del Rinconcito, Juanini de los Marismeños y un servidor. Allí hubiera ganado un buen dinero, más la pensión completa pagada y las fiestas privadas aparte, una gran ocasión para adquirir prestigio, fama y dinero. Sin embargo, todo era un problema, pegas, trabas, evasivas. Por nada quería ausentarse de su tierra, de su ambiente y sus gentes debido a la timidez que le caracterizaba desde niño. Ya de mayor en su agitada vida era vergonzoso, le costaba hablar con las personas y más si eran desconocidas; respetuoso y sencillo a la vez que educado, sin crear altercados nunca ni problemas a nadie de ningún tipo, inestable e inquieto a la vez que creador e innovador. Fue la voz de la guitarra flamenca, fuente de creación, con su guitarra encontró una forma de comunicarse y era su auténtica diversión y su vida. El mago de la música, un genio del arte, considerado un guitarrista universal porque siempre será recordado en el flamenco el nombre de Niño Miguel. Se puede decir que con su marcha de este mundo se nos ha ido un capítulo bellísimo de la guitarra flamenca.

El Niño Miguel empieza a sonar fuerte en el mundo flamenco a partir de conseguir el 1º Premio del Concurso Nacional de Guitarra de La Peña Los Cernícalos de Jerez de La Frontera, que hace que su nombre sea solicitado y requerido en todos los círculos flamencos de España para actuar en conciertos, galas flamencas, acompañar al toque a los mejores cantaores del momento y también con conciertos en solitario.

Los que le tratamos conocíamos su forma de ser, su timidez innata, también era anárquico, difícil algunas veces, muy raro... Características causadas posiblemente por el trauma de su infancia y la enfermedad familiar hereditaria que padecía. Sin embargo, siempre fue educado y respetuoso con todos y las oportunidades y ocasiones que se le presentaron fueron muchísimas, por ser la figura que era como guitarrista y concertista de este instrumento. Pero la vida es así y no quiso el destino que llegara a más: "fue de los elegidos pero no de los escogidos" .

Comentaré algunas de las anécdotas que con él viví: Pepe Escala, socio fundador de La Peña Flamenca de Huelva, era compadre de Antonio Mairena, máxima figura del flamenco. En el año 1973 le hicimos una visita a su casa de Sevilla para que oyera tocar a Miguel. Allí estuvimos Enrique Romero, Antonio Toscano, Manolo Cayetano y un servidor, además de los antes citados Escala y Miguel. La Sonanta de Miguel inicia la fiesta, se canta por Huelva y después el maestro de Los Alcores inicia el recital. Al cabo de unas horas, deleitándonos con las dos figuras, el maestro le dice a Miguel: "¡La semana próxima, te vienes conmigo a Almería, para tocarme! Estaremos 4 días y te puedes traer libres diez o doce mil duros". "¿Y eso cuánto dinero es?", me preguntó Miguel. "Cincuenta o sesenta papeles verdes de mil pesetas", le digo, se calla y al rato le pregunta: "¿Y cómo voy a ir hasta Almería?". Mairena le contestó "no te preocupes, coges la camioneta de Damas hasta Sevilla y desde aquí nos vamos en coche con un amigo". Pero Miguel no lo vio claro: "Y si se cae la camioneta por un barranco y nos llevamos allí dos o tres días sin que nos encuentren, y Ana [su madre] no sabe dónde estoy y después las cuestas y curvas, que tiene que haber hasta Almería. ¡Yo no voy! pa que quiero tanto dinero, yo estoy mejor en Huelva". Mairena se quedó muy serio y le dijo al compadre: "¡Este está de cachondeo compadre!".

Desgraciadamente estaba muy serio, hablaba de verdad y es que su timidez le podía, no quería salir de Huelva y menos solo, sin un amigo conocido en el que pudiera apoyarse y acompañarle.

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