El gran templo del arte trocho
donde habita el arte
La 13 Dadá Trouch Gallery Un colectivo onubense de creadores consagró hace un año al absurdo local un espacio en pleno centro de la ciudad, muy activo y singular en su propuesta
Lo dice el punto 3 de su manifiesto fundacional: "La 13 es un espacio de arte, libertad y absurdo". Una declaración de principios que queda relegada por un perturbador punto 1: "Las señoras con bata y rulos serán especialmente bienvenidas a La 13". Y por una advertencia en el 2: "Cuando uno se acostumbra a vivir en La 13, el absurdo es la norma". Estos apuntes no dejan de ser una clarificación para el público ajeno a Huelva. Para los propios del lugar, basta decir que La 13 Dadá Trouch Gallery es un espacio cultural que se fundamenta en ese concepto tan choquero como universal que es la trochería. La que hacen los trochos.
Varios de ellos se unieron hace poco más de un año para constituir un espacio dedicado a la creación artística con la singularidad, inédita hasta entonces en la oferta local, de consagrarse a eso: a las tonterías, al absurdo, al sinsentido intencionado, al humor reivindicativo. Todo eso impregna la programación de una de las propuestas más dinámicas en la actualidad en Huelva, y que ha conseguido desprenderse estos meses del recelo con que algunos recibieron este advenimiento del trochodadaísmo en pleno centro de la ciudad.
La 13 Gallery forma parte de la nueva corriente cultural que destaca en la provincia, y especialmente en la capital, por hacer frente e intentar acabar con las fake news que mantienen todavía entre la población un pensamiento destructor onubense universal: "¡En Huelva no hay ná!". Lo hacen con verdadero fundamento artístico, con originalidad y con rotundidad. Porque no hay día de la semana que se precie que no disponga de propuestas culturales para todo tipo de gustos. Ni fin de semana en el que La 13 invite a una jornada única en lo insólito y lo divertido. Seguro, en lo trocho.
En este momento de diferenciación y de complemento entre actores artísticos muy bien avenidos, en La 13 Dadá Trouch Gallery tienen mucho ganado con ese viejo caserón de la calle Berdigón que les dio cobijo cuando nadie daba un duro por ellos. Dicen que fue un antiguo hospital militar, ahora casa señorial venida a menos, de puertas y contrapuertas majestuosas, pilares imperiales y escaleras dignas de los últimos pasos de Norma Desmond. Y en un pequeño cubículo de la primera planta, junto a esa, también espectacular, cristalera que les permite ser iluminados por las lunas lupinas, se abre al público esa galería de apenas dos habitaciones abiertas a las ansias de libertad de los artistas.
Sólo hay una prohibición en el artículo 1 de los Estatutos de la cara B: "Jamás expondrá en La 13 aquel artista que solicite exponer". Y lo llevan muy a rajatabla.
De aquellas exposiciones iniciales se ha pasado a una oferta cultural cada vez más amplia y variada. Sin perder la perspectiva trocha, dejando correr el absurdo en sus más variables formas. Por eso sus performances son muy celebradas y seguidas, lecturas poéticas, representaciones teatrales inclasificables, músicas imposibles y cercanas, instalaciones que se escapan de los muros también de la imaginación.
Por eso lo primero que consiguieron fue liberarse de ese espacio aparentemente constrictor en la partida y propagarse por los comunes del edificio, al que marcan también los tiempos y han logrado ser un polo atractor que ya ocupa, con distintas variantes profesionales, varios locales más de esa suerte de patio de vecinos de locos por el arte.
Empezaron siendo quince promotores que orbitaban en ese espacio indefinido del arte local heredero directo del dadaísmo. Ahora son ya 19 socios gestores, encargados de programar, mantener, abrir y limpiar. De convertir este espacio mancomunado en una puerta abierta a creadores de todos los ámbitos. Allí existe la sinergia y el intercambio, en un laboratorio oficioso de experiencias que cada semana cuenta con decenas de participantes, y que ya empieza incluso a ser un ejemplo académico en las enseñanzas de Historia del Arte que se imparte fuera del influjo trocho, en la mismísima Hispalense.
Si hay algo que tienen claro en La 13 es que no hay razón para limitar la oferta. Son los propios instigadores, conocidos muchos de ellos por su trayectoria artística local, los que mantienen esa máxima no reglada de incorporar visiones llegadas de fuera de Huelva, en pleno ánimo de compartir influjos llegados más allá del final de la Avenida de Andalucía, del otro lado de las marismas del Tinto y del Odiel.
La aprobación del público ya la tienen. Con grupo permanente de sus talleres de clown, con asistentes fieles reconvertidos en mecenas de un espacio que es de todos, más que nunca. Cosas del puro trochismo, que, de verdad, no es ninguna tontería.
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