donde habita el arte

La fuente del alimento eterno

  • Centro de Arte Harina de otro costal. Una antigua fábrica harinera de Trigueros se ha convertido desde 2011 en uno de los espacios más dinamizadores de la cultura onubense

Tiene por fuera la apariencia de un caserón de pueblo pero basta cruzar el umbral para acceder a un mundo fabuloso. El impresionante molino que hay en el vestíbulo, excepcionalmente restaurado, es la seña de identidad del lugar. Las cartas se ponen encima de la mesa nada más entrar, pero es en el paso por el resto de estancias cuando se percibe un poco más que aquello es muy especial. Dicen sus propietarios, Juan Manuel Seisdedos y Lourdes Santos, que "tiene la energía que tienen los espacios trabajados". Éstos son espacios vividos intensamente, grabados con el esfuerzo y la actividad pasadas, movidos por esa "energía de sangre" animal que marca casi todos los rincones. El espacio es más que nunca un concepto entre esos gruesos muros de piedra; los volúmenes son ventanas abiertas para que salga la mente a volar y recorra ese universo infinito que es la evocación.

Aquello es Harina de otro costal, nombre que introduce y juguetea, y que hace honor a ese glorioso pasado aún tan presente. Ellos lo vieron claro en los primeros 90, cuando buscaban casa fuera de la capital, ruidosa y bulliciosa. No tenían destino pero lo encontraron en aquella vieja fábrica harinera de Trigueros, con muros que hablaban a través de la cochambre. No pensaban entonces que aquello se convertiría en el centro de arte que hoy es, bandera de la iniciativa privada en Huelva, y uno de los mayores dinamizadores culturales.

Lo que empezó siendo vivienda propia en el edificio principal, poco a poco fue ampliándose con los edificios anexos en posteriores adquisiciones. Se integraron así el antiguo despacho de pan, los hornos del obrador, la zona exterior de establos, de los mulos que hacían girar las ruedas, y huertos.

La impronta industrial está presente, se siente y se acrecenta. Porque siempre ha habido un ánimo en Lourdes y Juan Manuel de preservar la historia del lugar, que es la de la memoria de los pueblos. Ya desde un primer momento se embarcaron en la restauración y conservación del molino, y después arreglaron la cara del impresionante horno de los 40 e integraron en el resto de la casa elementos estructurales como sus ladrillos cónicos que ahora se encuentran en el patio y en otras zonas de la casa.

La suya ha sido una labor de investigación profunda, que les ha llevado incluso a Francia, a conocer el origen de las pesadas piedras de molino, pero también recuperando testimonios de la actividad pasada en el mismo pueblo. Cuentan que pronto (esperan) convertirán ese sensacional vestíbulo en una sala temática sobre la industria del pan, para la que volverán incluso a colocar las tolvas que retiraron en su momento para aprovechar más el espacio.

El conocimiento de esa historia intrínseca potencia la magia del lugar cuando se tiene la oportunidad de escuchar fados entre esa madera trabajada en el abrigo de sus noches portuguesas. O cuando exposiciones únicas, inimaginables algunas en Huelva, permiten pasear entre las obras con el rumor del pasado en las habitaciones.

¿Quién teme al lobo feroz? fue la catarsis personal a la que se sometieron en 2011. Los efectos de la crisis los sufrieron con virulencia en su empresa, Creativo Volumen, y el ahogo les llevó a buscar aire creando el centro de arte que hoy es. Aquella exposición inaugural de septiembre, con la fantasía de las esculturas creadas por Seisdedos para espectáculos, ya avanzaba que aquel sería un espacio diferente. El juego de palabras era intencionado: sí, aquello era harina de otro costal, y así se abrieron las puertas para conciertos de música, exposiciones de arte, presentaciones literarias, intercambios culturales periódicos con Portugal y Cuba… Todo encuentra cabida en la antigua factoría, muestra inigualable de patrimonio industrial, convertida en punto de encuentro y convivencia, para hacer buenas migas en torno a un almuerzo o a una agradable velada teatral y musical a la luz de la luna de verano.

En tiempos en los que el valor añadido es clave para el éxito de cualquier proyecto, Harina de otro costal tiene un factor que lo hace un poco más inigualable: adentrarse en el mundo creativo de uno de los más grandes artistas plásticos que ha tenido Huelva. Hace 25 años que la inspiración de Seisdedos vaga entre estos muros y es en su estudio de la primera planta donde plasma sus volúmenes en los lienzos. En la zona contigua a su refugio, de antiguos talleres formativos, se puede ver siempre parte de sus fondos, entre los que destacan esculturas de los primeros 70 que dan una dimensión mayor a su obra posterior, que redimensiona, a su vez, un espacio único, alimento del alma, para gozo de la cultura onubense. Es el milagro de la fuente del alimento eterno.

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