Markéta Lusjkacová. Fotógrafa

"Una fotografía merece la pena si guarda un secreto escondido"

  • 'Primero y último', la muestra de la artista checa, cerrará sus puertas el viernes en la Sala de la Provincia. Esta retrospectiva de casi 50 años de actividad es una de las propuestas de Latitudes .

En Primero y último, Markéta Luskacová exhibe imágenes de su primera exposición, Los peregrinos, realizada cuando todavía era estudiante (entre 1965 y 1971 fotografió a los peregrinos en Eslovaquia y Polonia celebrando sus rituales a pesar de la persecución que sufrían por ello por parte del régimen comunista), así como imágenes de su última colección, De la muerte, de los caballos y de otros seres humanos, concluida en 2015 con el carnaval como eje central. La muestra se exhibe desde el pasado 22 de febrero en la Sala de la Provincia, en el marco del festival Latitudes, y el viernes culminará su estancia en Huelva.

-¿Qué le llevó a comprar una vieja cámara de fotos cuando tenía 20 años?

-Era algo muy valioso para mi porque, en un país en el que el gobierno comunista lo prohibía todo, había gente que trataba de conservar los antiguos rituales de la peregrinación y yo quería fotografiarlos para que no desapareciesen. Pensaba que iban a desaparecer dentro de poco por las presiones del gobierno hacia esta gente.

-¿La fotografía como arma contra el olvido?

-Sí. Pero más que arma, prefiero la palabra instrumento. Arma suena bélico.

-A usted siempre le ha interesado retratar las costumbres y vivencias desde un punto de vista humano. ¿Tiene algo que ver el hecho de que estudiara Sociología?

-Me gradué como socióloga en la universidad y siempre me ha interesado mucho la gente pero mis fotografías no tienen nada que ver con la sociología. Por ejemplo, los sociólogos que se dedican a la fotografía para retratar la sociedad nunca me han considerado una de ellos. Siempre me vieron de otra manera. A mi me interesaba la sociología pero luego mi carrera fue por otro lado. Las fotografías sociológicas o influidas por la sociología siempre tratan de una manera fiel la realidad pero eso no me interesa tanto. Lo que sí ocurre es que la sociología me llevó a interesarme por la gente.

-Trabajó en el popular teatro Divadlo za branou desde 1970 hasta su cierre por el régimen comunista en 1972. ¿Cómo vivió aquella experiencia?

-El director de este teatro vio mis fotos de los peregrinos y me contrató. Aparte de hacer las fotos para el teatro tuve la oportunidad de exponer mis imágenes allí. Yo era muy joven y para mi fue una maravilla moverme entre gente tan destacada. Me movía entre los artistas más destacados de la República Checa, como el dramaturgo Josef Topol, el director del teatro, el escultor Koblasa o el pintor Secall. El teatro fue muy importante en Checoslovaquia, tenía mucho público y para mi fue un placer.

-¿Por qué se marchó a Inglaterra e Irlanda después?

-En el 72 el gobierno cerró el teatro por razones políticas y entonces para mi fue muy difícil encontrar un trabajo de fotógrafa, ya que toda la gente relacionada con este teatro estaba bajo la presión del régimen. Las instituciones checoslovacas y sus jefes tenían miedo de contratar a personas que antes trabajaron allí. Sin embargo, mi marcha a Inglaterra no tuvo que ver con razones estrictamente políticas. Fue también por razones familiares: mi esposo era una mitad británico y empezó a tener miedo de vivir en Checoslovaquia en aquella época. Por eso decidimos mudarnos a Inglaterra.

-¿Qué debe tener una foto para que sea buena o merezca la pena, no sólo técnicamente?

-Eso depende de cada fotografía, cada imagen es única. Pero lo importante es que no solamente muestre lo que hay, sino que tenga algún secreto escondido.

-¿Cómo ha vivido los cambios en la fotografía?

-No me tocaba mucho (risas). Los hombres se dedicaban a las nuevas tecnologías pero yo usaba la cámara como un escritor utiliza su pluma.

-¿Con qué tipo de cámara están tomadas las fotos de esta muestra?

-Con una Leica del año 32 y con una cámara soviética Zenit de segunda mano. En el año 69 y 70 ya tuve dinero para comprarme una cámara nueva Leica.

-¿Qué tiene que tener una vivencia para que usted dirija su objetivo hacia ella?

-Prima la intuición. El tiempo para hacer una foto es una parte muy pequeña de un segundo y uno no tiene mucho tiempo para decidir. El fotógrafo francés Robert Doisneau publicó un libro de su obra que llamó Tres segundos de eternidad. Dijo que sus mejores fotos las hizo en total en tres segundos. De este modo, esos tres segundos tienen un significado muy importante que corresponde a 370 fotos. Así, esos tres segundos eran un resumen de todo su vida.

-¿Cuál es la mejor foto de Markéta?

-Eso es como preguntar cuál de sus hijos es el favorito. No se puede decir.

-¿La mejor foto se ha hecho o está por venir?

-Siempre hay esperanza y se desea que la próxima sea mejor.

-¿Nunca se ha preguntado qué habrá sido de la vida de estas personas retratadas y que ahora son observadas por medio mundo?

-No las fotografié para exportarlo al extranjero, solo para que lo viera la gente de nuestro país. No lo sabía, no podía preverlo.

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