El paso firme de un pianista con talento y lenguaje emprendedor

Crítica de Música

El pianista Carlos Sánchez en su variado recital ofrecido en el salón de actos de la Caja Rural del Sur / Josué Correa
Marco Antonio Molín Ruiz

22 de junio 2018 - 08:53

La ficha

'Recital de piano HHH' Intérprete: Carlos Sánchez de la Campa. Programa: Obras de Bach, Haydn, Debussy y Messiaen. Organización: Fundación Caja Rural del Sur. Lugar: Salón de actos de la Caja rural del Sur de Huelva. Fecha: 21 de junio de 2018, 20:00.

El piano en solitario es una puerta abierta a la imaginación. Dentro de una sala la música logra las texturas ideales. En Huelva el inicio del verano ha llegado al son del onubense Carlos Sánchez de la Campa, que va abriéndose paso entre el público. Este instrumentista forja sus mejores bazas con el Romanticismo y el abanico estético del siglo XX.

A la cabeza, la obra de Olivier Messiaen seleccionada; toda una experiencia mística la vertida sobre el teclado. De por sí el título, Laprimera Comunión de la Virgen, nombre protocrónico, perteneciente a la colección Veinte miradas sobre el Niño Jesús, deparó un sinfín de efectos. Primero, la transparente textura de acordes en una mano y arabescos en otra; poco a poco se construía el discurso: notas como campanadas, luego la alegría de un corazón desbocado. Seguidamente, acordes de una aparente disonancia cual expresión de luz trascendida. Y después, un bajo persistente con la izquierda y arpegios con la derecha. Controlada progresión la de Sánchez, que transitó a centelleos que fueron la antesala a un final como noble exaltación de lo sagrado.

El músico Carlos Sánchez recrea el universo sonoro de los siglos XIX y XX

Debussy sintetizó buenos recursos, el potencial expresivo del joven onubense había elegido cuatro piezas de entre dos cuadernos de Preludios.El oído quedaba envuelto en una hermosa turbulencia, como un juego de timbres y trazos que después se definieron en La muchacha de los cabellos de lino; sus acordes tenían una bonita instrospección. Armonía vigorosa obtenida gracias al forte, ingeniosos cambios dinámicos para modular y el summum del Impresionismo en la pieza titulada Ondine. El pianista invitó al público a que imaginase el objeto descriptivo de la pieza, cuyo sobrenombre desvelaba al final.

El resto del programa fue desigual, composiciones abordadas con un tempo desmesurado y dinámicas en un solo plano.

Haydn mostraba en su primer movimiento una sonoridad muy grande; aunque sonaba bien el Adagio cantabile, hacía falta sutileza en la frase y las notas de adorno. Sí estuvo mejor estructurado en sus partes el Finale.

La Segunda Suite Inglesa de Bach sonó con ansiedad: el presuroso tempo apelotonaba a las notas y el discurso no se fraguaba. Los amplísimos reguladores de la Alemana ponían a Bach en un entorno romantizado. No obstante, la Zarabanda fue un oasis, donde la repetición de la segunda parte tuvo momentos de transfiguración. Las Bourrées y la Giga reincidieron en esa lucha por conseguir articular a tanta velocidad. El uso del pedal no ayudaba a construir estas texturas.

Para resumir, un recital con el que Sánchez de la Campa muestra sus virtudes en el repertorio romántico e impresionista. Variedad en el color y flexibilidad de ritmo sirvieron para unas estimables versiones de los siglo XIX y XX. Por su lado, el Barroco y el Clasicismo requieren planteamientos distintos, principalmente en timbre y carácter.

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