En favor de la noche
Literatura
Pre-Textos publica una interesante colección de retratos de Luis Antonio de Villena en los que el poeta evoca sus recuerdos compartidos con otros escritores amigos
Es tal vez un título demasiado pomposo, referido a una colección de retratos, pero es también un título bonito y en el fondo bastante adecuado, que glosa el casi homónimo de Fernán Pérez de Guzmán con no muy otra intención -ofrecer "bocetos de personas a quienes el autor conoció y observó"- a la declarada por el clásico castellano. Emparentado con otros libros autobiográficos de Luis Antonio de Villena, el volumen es más de recuento y balance que propiamente ensayístico, o menos un ejercicio de crítica literaria que el relato casi siempre entusiasta de una memoria compartida. Son más de medio centenar de amigos y compañeros de viaje: junto a los supervivientes del 27, aparecen escritores más cercanos como Pablo García Baena o el gran Emilio Sanz de Soto, maestro de seductores ya que no de literatos, los autores del medio siglo y otros más o menos coetáneos como Andrés Trapiello y Luis Alberto de Cuenca, junto a unos pocos representantes -Carlos Pardo o Antonio Lucas- de las generaciones posteriores. "Gente que me cae bien o muy bien", dice el autor con llaneza.
Del mismo modo que en su estupenda serie Disidencias, la prosa de Villena, aunque no exenta de fulgores, resulta a veces un poco atropellada. Uno diría que ello se debe a que el autor, fiado a su indudable talento, escribe deprisa y no se para demasiado a revisar lo escrito. Pero Villena ha convertido en un rasgo de estilo esa prosa entrecortada de frases breves y con numerosos incisos, acaso más apropiada para el articulismo que para la evocación ensayística. Por lo demás, el retratista se muestra generoso en el elogio, aunque tampoco elude las diferencias, sólo que éstas, a veces puntillosas como suele ocurrir en el gremio, tienen más que ver con las evoluciones de la amistad que con la obra propiamente dicha.
Durante décadas, Luis Antonio de Villena, apócrifo Duke of Malmundo en el reino imaginario de su viejo amigo el joven Marías, ha hecho compatibles una irrenunciable predilección por la vida nocturna con una no menos entregada vocación de escritor a la que no le ha restado horas, que se han traducido en decenas de títulos, algunos de ellos espléndidos, en todos los géneros posibles. Es ciertamente admirable que haya podido cumplir en esos dos frentes tan absorbentes de manera continuada, pero ello le habrá costado un esfuerzo no menor que muy pocos están dispuestos a realizar. Por eso abundan en estas páginas los reproches, más o menos cariñosos, dirigidos a los cómplices de las correrías de antaño que se han retirado a los cuarteles de invierno para llevar una vida más reposada. El autor también se lamenta de que no ve a algunos de ellos con la frecuencia -tasada incluso en semanas- que desearía, pero tal vez la verdadera amistad, cuando es profunda, no necesita del trato continuado.
Hay que resaltar, como siempre en Villena, la presencia del elemento homoerótico, abordado por el autor con su habitual tono celebratorio, mezcla de fervor neopagano e inclinación decadentista, que le lleva a elogiar "esa vida promiscua y en alas de belleza". En varias ocasiones, Villena se refiere de manera elíptica pero inequívoca a los "secretos" que comparte con algunos de los autores retratados, a parte de los cuales puede que no le entusiasme demasiado este género de confidencias. Su modelo parece ser Julio Aumente, gran amigo del autor, un poeta admirable de la generación de Cántico que empezó en el culturalismo y terminó dedicándoles graciosísimos poemas a los chicos de la calle, entre quienes tal vez encontró la felicidad postrera que siempre había buscado. Don Julio, incluso anciano, sí se conservó fiel a la vida crapulosa que admira y ha practicado Villena, pero tal vez sea demasiado pedirles a los amigos que se mantengan en la briega a edades tan avanzadas.
En definitiva, estas Nuevas semblanzas y generaciones forman un libro ameno e interesante, en particular para quienes sienten curiosidad por las vidas de sus escritores predilectos. Villena ha tratado a un número no desdeñable de los mejores autores españoles de las últimas décadas, bastantes de los cuales aparecen aquí retratados con pincel ágil y desinhibido, muy a menudo en escenarios festivos que remiten a los locos setenta. "Era como si la intimidad le importara mucho menos que las letras", escribe el autor a propósito de Borges. La colección de retratos de Villena elige justo el camino contrario.
Luis Antonio de Villena. Pre-Textos. Valencia, 2010. 336 páginas. 20 euros.
También te puede interesar
Lo último