Aquí hay fantasmas

El belga Michaël Borremans presenta en Málaga 'Fixture', su primera exposición en España, una selección de 35 pinturas armadas de tradición

Michaël Borremans, ayer, en el CAC Málaga, junto a 'The angel' (2013).
Michaël Borremans, ayer, en el CAC Málaga, junto a 'The angel' (2013).
Pablo Bujalance Málaga

11 de octubre 2015 - 05:00

Se aproxima Michaël Borremans (Geraarsbergen, Bélgica, 1963) mientras algunos periodistas observan The sheets (2003), una de las 35 pinturas realizadas en los últimos quince años que desde ayer pueden verse en el CAC Málaga dentro de Fixture, la primera exposición en España del artista, que podrá verse hasta el 17 de enero. Sobre el lienzo, dos personajes apenas evocados, un tanto sombríos, como rescatados de algún fondo (tal vez un recuerdo difuso, que no ha terminado de germinar desde el olvido) revisan unas planchas que prometen una lectura aún menos definida. "Mirad, si os fijáis bien hay un fantasma aquí detrás, ¿veis?", indica Borremans, con sus maneras amables y a la vez propias de un actor en la cresta de la ola. Tiene razón: un tercer personaje yace en el fondo oscuro sin que haya llegado a emerger, en actitud similar a los otros aunque sumido todavía entre las sombras. "El óleo tiene estas cosas, la iluminación es buena, pero..." Y con la misma punta de sus dedos retira algunas partículas de polvo que nadie habría sido capaz de percibir, con tal de que podamos atisbar con algo más de claridad al espectro. Otra de las pinturas que causan una poderosa impresión en el primer vistazo es Automat (I) (2008): una figura femenina sin piernas, posada en el suelo, está de espaldas y mira a la pared, como si sufriera un castigo, mientras dispone sus manos sobre la espalda con una perturbadora humanidad. "Hay toda una película detrás de esa pintura", se le comenta, a modo de observación, y Borremans responde: "Sí, de hecho hice una película con esa figura. Al principio, cuando tuve la idea, realicé una escultura. Me parecía lo más evidente, lo más lógico. Pero cuando la terminé, tuve la impresión de que el trabajo se había quedado a la mitad. Entonces hice una película, de un minuto, en la que esa figura giraba y daba una vuelta completa. Pero tampoco así me quedé satisfecho. De modo que empleé la escultura como modelo y la pinté al óleo así, de espaldas. Ya ves, todo lo que hago me termina llevando a la pintura, de una manera u otra, seguramente porque la pintura nunca la das por terminada. En otra muestra expusimos las tres obras: la escultura, la película y la pintura. Pero creo que de las tres me quedo con la última". Tal vez por el gesto de sus manos, la figura evoca un relato de ciencia-ficción: parece un robot, un resto o un prototipo inacabado sacado de la Ciberíada de Stanislaw Lem; y Borremans, que admite abiertamente la influencia de Stanley Kubrick y David Lynch en su obra, asiente: "Incluso el proceso mecánico de su movimiento se percibe mejor en la pintura, que presenta a la figura detenida". La pintura permite así al artista pintar al fantasma, al que no termina de estar y sin embargo hace acto de presencia: predominan las figuras inacabadas, sin miembros o sin cabeza, en un impulso que va mucho más allá de la mera referencia clásica. Algunos personajes (el misterio convierte los óleos en historias) se deslizan entre la vida y la muerte, como el niño de la descomunal Sleeper (2007-2008). Incluso en las naturalezas muertas cabe sospechar que los pájaros no estén muertos del todo. La sospecha es aquí el quid de la cuestión.

El director del CAC y comisario de la exposición, Fernando Francés, vinculó ayer en la presentación el proyecto "a la preocupación del centro por la familia de la pintura. Aunque ya ha podido quedar claro, insistimos a través de Michaël Borremans en que la pintura no es una manifestación del pasado, sino que representa la modernidad con plenitud. Es más, es en la pintura donde encontramos la clave de la renovación del arte internacional, por su capacidad mutante que le permite mostrarse de forma ambigua, aun a riesgo de perder sus raíces. Borremans demuestra que el problema de la pintura no es tanto artístico como intelectual, por más que sus obras destilen una sensibilidad extrema, casi romántica". El artista belga, por su parte, se mostró encantado con su primera exposición en España, dado que, en primera instancia, la tradición en la que él mismo se inscribe inserta sus orígenes en la pintura española: "Me interesa especialmente Velázquez, sobre todo por su técnica. Es abrumadora, algo parecido al jazz [Borremans también es músico: habla con conocimiento de causa]. Y también me ha interesado siempre Goya, por una cuestión de actitud: su posición respecto al mundo es determinante, siempre trabaja guiado por un carácter muy fuerte, incluso por la rabia, hasta hacer del arte una cuestión política y social". Eso sí, el pintor lanza una advertencia a quien quiera establecer lecturas similares: "No pretendo emitir ningún mensaje. Todo está implícito en la pintura. El mero hecho de intentarlo ya sería un error por mi parte". En cualquier caso, "no me veo como un pintor puro, pero uso el medio porque es el más adecuado para crear un tipo específico de imagen". Cierto: Fixture es la mezcla de muchas cosas. Hasta de angelitos negros.

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