Toros

Miranda firma un debut de tronío en Zalamea

  • El Fandi y David de Miranda rubrican una soberbia tarde de toros a plaza llena.

  • Honores de vuelta al ruedo para un bravo ejemplar de Blázquez y otro de Julio de la Puerta

No importa la plaza que sea. A veces, demasiado rápido, invocamos la condescendencia con el aquello de ‘es plaza de pueblo’. Pero también las plazas de pueblo deben ser serias. Serias digo. No tristes. Y Zalamea desde hace unos años era una plaza triste. Sin toros sobre el ruedo. Triste y ruidosa, que es lo peor que puede ser cualquier plaza porque eso indica aburrimiento; más aun si esa plaza es la que quieres, a la que amas sin remisión porque en un momento de la vida volvió a amarrarte de verdad a la liberta y el lápiz para seguir escribiendo de toros.

Ando ilusionado con contar esa tarde de ayer en Zalamea y el brillo de un festejo que se llevó lo impúdico de dos conatos de indulto y dejó la verdad de dos importantes toros arrastrados por las mulas con honores de vuelta al ruedo. Tarde de orejas de verdad, por más que a unos u otros pueda saberle a poco. A esta crónica y a quien lo firma le saben a verdad.

A tanta verdad como esa con la que Miranda se agarró a emocionar a una plaza que se había llenado de torería en tres faenas soberbias de clase, temperamento. Una como carta de presentación frente a un toro noble pero sosón al que le echó toda la sal el triguereño. Importante también con el sexto donde culminó una faena de muchísimo mando obligando al rajado toro de Blázquez a embestir, Miranda se convirtió en héroe popular cuando le enjaretó al cuarto de la tarde, un bravo y encastado ejemplar de Blázquez una faena rotunda, maciza y sin fisuras. Casi todo con la zurda. Todo con la verdad por delante y dejando una sensación de poderío que apabulla pensando aun en como debe haberse dejado hilos de oro entre los pitones de tanto arrimarse. Vital triunfo de un Miranda que explica el impresionante momento que vive.

De torero a torero. Fandi le había brindado la faena del quinto a Miranda. Ellos sabrán que se han dicho pero entre toreros siempre suenan bien las palabras. Miranda había matado de tres estocadas. A Fandi la espada no le funcionó; más en este quinto, un bravo y noble toro de Julio de la Puerta encontró el resorte para brillar al completo. Por los dos pitones, tirando con mando y encontrando esa distancia donde mover el toro su bravura, el granadino completó el triunfo que sinceramente merecía su tarde. Esa de tercios de rehiletes entregados unos, soberbios otro. Esa tarde de faenas donde la veteranía impuso el rumbo ante lo disperso de la embestida del de Macandro y con entrega ante el otro de Julio de La Puerta.

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