Cuentos de detectives victorianos | Crítica
Los rivales de Sherlock Holmes
Patrimonio artístico onubense
Localización: Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción, Zufre.
Autores: De las pinturas de la Vida de la Virgen: Hernando de Esturmio y Pedro Villegas Marmolejo. De las pinturas del Apostolado: Juan de Zamora. De las esculturas: Bernardino de Ortega.
Año: 1545-1546.
Materiales: Temple al huevo y óleo sobre tabla.
Dimensiones: 8,70 x 6,25m.
Continuamos la exposición del retablo que preside la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, de Zufre, obra de los maestros pintores Hernando de Esturmio y Pedro de Villegas Marmolejo, y del tallista Bernardino de Ortega, realizado entre 1545 y 1546, con la predela del Apostolado, de Juan de Zamora, hacia 1570. Un retablo considerado “entre los mejores retablos pictóricos del siglo XVI conservados en el ámbito territorial de Andalucía Occidental”.
6) Relieve de la Purificación de la Virgen y Presentación de Jesús en el templo (60 x 100 cm.)
El relieve, obra de Bernardino de Ortega, narra cómo, cumplidos los cuarenta días del nacimiento de Jesús, María y José lo llevaron al templo de Jerusalén para la purificación de la Madre y la presentación del Hijo (Lc 2, 22-38). En el eje de la composición, la mesa y el sacerdote Simeón que sostiene al Niño. A su derecha, y en primer término, la Virgen María, sonriente, cubre su cabeza con velo blanco, que deja al descubierto parte de su dorada cabellera. Detrás de ella, una joven acompañante le lleva la cesta con las dos palomas, ofrenda por la purificación. En posición simétrica, San José subraya con su gesto el estupor que le producen las palabras del sacerdote. Al fondo, con las manos cruzadas sobre el pecho, Ana la profetisa bendice a Dios por haber visto con sus ojos la salvación de Israel. Es evidente la influencia del retablo mayor de la catedral de Sevilla sobre esta pieza, que reproduce la composición del mismo tema en el retablo sevillano.
7) La Epifanía y Adoración de los Magos (189 x 93 cm.)
La Adoración de los Reyes (Mt 2, 1-12) es la tabla más elegante y más peculiar de todas. María, sentada, viste túnica jacinto y manto azul. Detrás de ella, San José, con rasgos de anciano. Delante, dos reyes de pie portan sus dones, y uno arrodillado ofrece su cofre al Niño, que, por su curiosidad infantil, introduce la mano en él. Los rasgos del manierismo flamenco queda patente en la esbeltez de la figura de la izquierda, y en la riqueza del manto del rey arrodillado. El fondo del paisaje lo constituye un templete adintelado sobre un montículo, y un puente en un plano intermedio. Llama la atención la orfebrería, tanto la caja del oro, que el Niño curiosea, como el recipiente del incienso y el de la mirra. Podemos distinguir dos grupos de figuras: el de María y José, más idealizadas, de colores y formas estereotipadas; y la parte de los Reyes, más concreta y realista, de vivo colorido, riqueza de vestidos y adornos de turbantes orientales.
8) La huida a Egipto (179 x 90 cm.)
La tabla de la Huida a Egipto (Mt 2, 13-15) está situada en el ángulo inferior del lado de la epístola. San José camina tirando del asno en que van montados la Virgen y el Niño. A su paso, las palmeras le ofrecen sombra y alimento. El paisaje, luminoso en el horizonte, es, en cambio, sombrío para quienes huyen de la persecución de Herodes. Se repite la composición del rostro femenino, inclinado en posición de tres cuartos, mirada triste, boca pequeña y tez blanca. Contrasta tal delicadeza con la fuerte anatomía de San José.
9) El Niño Jesús, maestro entre los doctores (189 x 93 cm.)
Se sitúa en el segundo cuerpo de la calle tercera. La escena de Jesús entre los doctores (Lc 2, 41-51) narra cómo los sabios de la Ley consultan, discurren y se mueven, ante el reto de la ciencia divina del Pequeño Maestro. Sonriente Jesús adolescente, los confunde. Se compone en tres planos: al fondo, Jesús está sentado en la cátedra. En una zona intermedia, como figuras secundarias casi desapercibidas, aparecen la Virgen y San José, abrumados por el disgusto de la pérdida del Niño.
10) Relieve de la Asunción e Inmaculada (155 x 75 cm.)
En medio relieve, centrando todo el retablo, aparece la Virgen María bajo la iconografía de la Tota Pulchra, que es una primera aproximación a la figura de la Inmaculada Concepción, titular de la parroquia. María es representada conforme al esquema renacentista, que engloba en sí los atributos de Inmaculada, Asunción y Reina. Como Inmaculada, viste traje jacinto y manto azul sobre oro, junta las manos e inclina la cabeza, y sus plantas reposan sobre la media luna y un querubín. Como Asunción, es portada por ángeles. Y como Reina, es coronada por dos de ellos. Como el relieve de la Purificación, se atribuye a Bernardino de Ortega.
El banco procede de una viga, elemento litúrgico habitual en las iglesias del siglo XVI. Se atribuye al pintor Juan de Zamora. Sobresale la fuerte individualización de cada personaje, con rasgos menudos y melancólicos. Todos llevan el libro que los caracteriza, con variadas y ricas encuadernaciones. Las tablas miden 57 x 35 cm., menos las extremas (57 x 31) y las de las esquinas (57 x 26).
De izquierda a derecha, las figuras son las siguientes: Santa Lucía, con sus atributos iconográficos: la palma del martirio y los ojos en una bandeja. Santo Tomás, lleva el libro y la escuadra, pues se dice que era arquitecto. San Judas Tadeo, con el libro y la alabarda. San Bartolomé, con el libro y el cuchillo con que fue despellejado. Santiago el Mayor, en hábito de peregrino, ancho sombrero, cayado con el calabacín minúsculo y capote. San Juan Evangelista, de rasgos juveniles, aparece en el momento en que bendice la copa envenenada, de la que surge un dragón de doble cabeza. San Pedro, situado en el lugar de mayor honor, el primero a la derecha de la tabla principal; porta una llave, extremadamente larga. En el centro, se sitúa un pequeño tabernáculo de las mismas dimensiones que las tablas, que representa el Cordero Místico, sobre el libro de los siete sellos y la banderola.
El siguiente grupo, del lado de la epístola, lo encabeza San Pablo, que porta la espada del martirio. Santiago el Menor, martirizado bajo los golpes de la maza que aplastó su cabeza. San Andrés, con la cruz en aspas, y un libro con decoración de elementos circulares. San Simón lleva la sierra, que fue el instrumento de su martirio. San Mateo, además del libro que alude al primer Evangelio, alza con su derecha el hacha que hizo rodar su cabeza. San Felipe es la figura del extremo, con la cruz de su martirio. Cierra el conjunto Santa Bárbara, mártir de Nicomedia, representada con el copón en una mano y la torre en la otra.
Toda una galería de caracteres, narrado por el autor con gran dominio de los pocos elementos que le permite manejar el reducido tamaño de las tablas, sin caer en repeticiones de rostros, manos o atuendos. Su colorido es vivo y brillante: el uso del oro no le ha entorpecido para dar volumen a las figuras, modelándolas convenientemente con sombras suaves y difuminadas.
El retablo que preside la iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, de Zufre, narra los misterios gozosos de la vida de la Virgen María, desde su concepción hasta su gloriosa asunción a los cielos, aunque omite los momentos dolorosos de la Pasión y muerte de su divino Hijo. En este ciclo narrativo han intervenido los maestro pintores Hernando de Esturmio y Pedro de Villegas Marmolejo, cuya autoría deducimos por la base documental del pleito en la Cancillería de Granada, y por los caracteres estilísticos de las propias tablas. Se completa con los relieves escultóricos de Bernardino de Ortega. La obra se ejecutó entre 1545 y 1546. A las tablas principales se añadió la predela del Apostolado, atribuida a Juan de Zamora, hacia 1570. Con razón se ha dicho que se encuentra “entre los mejores retablos pictóricos del siglo XVI conservados en el ámbito territorial de Andalucía Occidental”.
Se puede ampliar la información en la sección Huellas cristianas de la web de la Diócesis de Huelva: https://diocesisdehuelva.es/2024/04/el-retablo-mayor-de-la-parroquia-de-zufre/
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