'Ex': Mirando hacia atrás con calma

Juan Villa

EL de las memorias es un género literario –del que debo de confesar soy un apasionado– en el que puede, como en botica, caber de todo. Atendiendo a los aspectos formales, elástico y sin las exigencias normativas de otros géneros más rigurosos, nos podemos encontrar con auténticas maravillas literarias –Churchill, Azaña, Caballero Bonald, Castilla del Pino…– y con, igualmente, y no quiero señalar a nadie, auténticos bodrios. Con respecto a lo que se cuenta pueden las memorias terminar en honesta confesión o en máscara, la mayor parte de ellas fluctúa entre ambos extremos, al fin y al cabo a todos nos gusta salir guapos en la foto.

De EX. Exorcismos de memoria podría decirse de entrada que pertenece a ese grupo en el que los aspectos formales son impecables, no en vano se trata de las memorias de un poeta y, como en la mili, el valor, literario en este caso, se le supone. Emplea el autor un lenguaje culto pero sin excesos, con un tono que se ajusta a sus intenciones: pasear su tiempo sin alaracas, con mesura; trasladarnos una vida que a pesar de no ser muy corriente –ha sido casi de todo en política y es escritor reconocido– nos la termina presentando como una más, simplemente nos viene a decir en esto empleé mi tiempo y poco más, sin laureles.

Arranca la historia en el umbral de su casa, número 1 de la calle Valencia, junto a su madre y su hermana, para de allí saltar al mundo: parvulario, escuela, instituto… compartiendo afanes con la gente del barrio hasta tomar el tren de vía doble de la literatura y de la política, vías que se irán asentando en la Universidad de Sevilla para, después un breve tiempo en Estados Unidos, volver a su ciudad a la que ha dedicado su vida como político y como escritor, siempre vivió en Huelva y cuando lo hizo fuera fue para representarla.

Se aprecian a lo largo de sus páginas dos voces distintas o una sola voz con matices distintos. Nos llega por una parte una voz más bien nostálgica cuando habla de aspectos personales o íntimos de su vida y la de sus allegados, y otra marcada por cierta ironía, por cierto humor, al tratar su vida pública, una voz que pienso no es deudora del desengaño sino más bien de cierta clarividencia a la que llegan a toro pasado las cabezas lúcidas y bien intencionadas.

Hay en el libro un justo equilibrio entre lo anecdótico y la reflexión, cosa que se agradece, la mucha anécdota termina por convertir toda historia en insustancial, la mucha reflexión empalaga, hay que dar con ese punto justo de azúcar para que el café entre bien y JJ Díaz Trillo lo logra en sus exorcismos de memoria.

Pero si algo hubiera que destacar en este libro, si hubiera que buscar, parafraseando a Bécquer, una palabra sola capaz de encerrarlo, esa sería elegancia y si se me permite una segunda sería calma, algo nada fácil para contar una vida más bien ajetreada y con momentos apretados como se puede deducir de los mismos hechos narrados, aunque su autor no los subraye, en alguna que otra de sus páginas brillan las navajas y suele ser entonces cuando surgen el humor y la ironía para esquivarlas.

Hay en el libro un justo equilibrio entre lo anecdótico y la reflexión que se agradece

Entre otras cosas, Ex es también un paseo por los últimos lustros de Huelva de la mano de alguien que conoce como pocos su ciudad y la quiere y la respeta al margen de estériles patriotismos de esos que se llegaron a tratar de ridículos y trasnochados en tiempos mejores pero que lamentablemente hoy están de plena actualidad.

Aludiendo a las memorias del presidente Griñán, escribe JJ en las suyas: no hay una línea de rencor en sus páginas e igual podríamos escribir de su Ex, lo que no es poco dados los boquijos que se gastan los devaluados políticos y próceres de toda laya que hoy campean por nuestro sufrido globo terráqueo.