Historias del Fandango

La creatividad en el fandango

  • En el flamenco siempre hay aportaciones ingeniosas, aunque raras veces echan raíces y logran  mantenerse en la familia ¿Acaso todo lo nuevo ha de generar conflicto siempre en el flamenco?

El Coria, Peque de la Isla, Niño Miguel, El Brujo, Antonio Sousa, Segundo Zarza y otros artistas y aficionados de Huelva.

El Coria, Peque de la Isla, Niño Miguel, El Brujo, Antonio Sousa, Segundo Zarza y otros artistas y aficionados de Huelva.

Es un dato revelador que en la última centuria ninguna propuesta nueva lo haya conseguido. Mucho tiempo lleva sin ramas nuevas este árbol, siendo un arte que consideramos vivo. Decía Antonio Mairena que “el cante está hecho” y cerró la puerta a las nuevas aportaciones. Con esa filosofía, cada movimiento novedoso que ha surgido en su seno a lo largo de ese tiempo provocó terremotos y enfrentamientos. Renovadores inquietos como Camarón y Lebrijano intentaron aportar cantes nuevos, las “Canasteras” y las “Galeras”, respectivamente, en los  años 70, sin que ninguno de ambos cantes llegara a consolidarse, y eso que quienes los proponían eran dos de las más grandes figuras de su tiempo. ¿Todo lo nuevo ha de generar conflicto siempre en el flamenco? La historia ha registrado muchos encontronazos entre ortodoxia y heterodoxia y los seguirá registrando en el futuro, probablemente.

Sin ánimo de establecer una correlación mimética en el territorio fandango, lo cierto es que todo lo nuevo que sucede en nuestro cante pasa también por el cedazo. Dentro de su particular idiosincrasia, el fandango se ha caracterizado por sus ricas y variadas aportaciones, demostrando con ello una gran vitalidad, pero todo lo nuevo ha tenido que superar el examen fáctico de los aficionados, una condición sine qua non para encontrar sitio estable en el selecto club de sus variantes: solo te quedarás si los aficionados te cantan y te hacen suyo.

El presente del fandango

Una mirada retrospectiva al pasado reciente nos indica que el fandango vive actualmente una etapa de sequía creadora. Transcurrido casi un cuarto de siglo desde la desaparición de Paco Toronjo, se diría que el fandango no ha superado todavía el luto sociológico por su pérdida. Y así, se mantiene en una línea plana, en la que las nuevas generaciones de artistas (espectacularmente numerosas, por cierto, comparadas con épocas anteriores) van cantando sin aportar nada sobresaliente. El cante por fandangos se ha encarrilado por unos cauces en los que domina la rigidez: o cantas como lo hizo tal o cual artista en el pasado... o no obtendrás la aprobación de los aficionados. Y eso es presión y pesa mucho. ¡Qué pocos fandangueros se permiten hoy salirse de los modelos establecidos!  Además, vivimos tiempos de un academicismo rigorista y muy apegado a los cánones. Y tiempos, también, de mucho ‘copia y pega’, que es un ejercicio menos expuesto que arriesgarse a la experimentación y a la crítica.

De izquierda a derecha, Pedro Juan Macías, Silvestre Morón y Antonio Rastrojo en las Cruces de Mayo de Alosno. De izquierda a derecha, Pedro Juan Macías, Silvestre Morón y Antonio Rastrojo en las Cruces de Mayo de Alosno.

De izquierda a derecha, Pedro Juan Macías, Silvestre Morón y Antonio Rastrojo en las Cruces de Mayo de Alosno.

Pero lo cierto es que el fandango es un territorio tradicionalmente propenso para la creatividad y que ha acumulado una riqueza y una variedad realmente espectaculares. La historia lo demuestra. Manteniendo el aire, el compás y la medida  -sus tres características innegociables- en el último siglo se han creado más de medio centenar de fandangos nuevos. A aquellos legendarios creadores alosneros desde el último tercio del siglo XIX, y a los referentes Rebollo, Paco Isidro y Rengel de hace un siglo le sucedieron otros como Pepe Sanz, Pepe La Nora, Paco Toronjo..., unos creando variantes nuevas y otros  partiendo de tonadas y fandangos populares. Así ha sido históricamente su dinámica creadora..., aunque estemos atravesando ahora una época de sequía. ¡Imaginación, qué cara te vendes!

Las nuevas variantes

El panorama creativo del fandango es abundante en ejemplos. Desde la posguerra hacia acá no han dejado de crearse variantes, algunas de ellas plenas de personalidad. Citemos, tomando como referencia las grabaciones, que son las que los hacen llegar al gran público: el fandango llamado de Santa Bárbara que creó Canalejas de Puerto Real en 1944; los de Pepe Sanz de los años 50; uno de El Cojo de Huelva, grabado en 1954; el mal llamado por El Cabrero fandango de Montes de San Benito, grabado antes por El Muela en 1955, y el atribuido a José Ramírez Correa grabado en 1981; algunos de Paco Isidro, que aparecieron como variantes nuevas en su disco de 1960; el personal de Paco Toronjo; el que se dijo de Tharsis grabado por José Salazar, que luego resultó ser de tío Mateo el del Coto, de 1969; el del Peque de la Isla en una grabación de los años setenta de una actuación en la Peña Flamenca; el de Pepe La Nora, grabado en 1978; el de Rojita que grabó Manolo Castilla en 1979; el popular “De las cristalinas aguas” de autor desconocido y grabado por El Mixto; el de Riotinto interpretado por don Manuel Medina en una grabación de 1980 y versionado antes, en 1943, como fandango de Puebla de Guzmán por el Cojo de Hueva; el personal de Gonzalo Clavero, grabación de 1992; los de Zalamea cantados por María Isabel Ballesteros, que figuran en la Historia Antológica del Fandango de Huelva de 1999; algunas aportaciones novedosas en varios de los diecisiete fandangos, entre originales y versiones,  grabados por Los Marismeños en sus discos desde 1969... y otros más. Esto es un caudal formidable.

Panorama anodino

Según las conclusiones de una encuesta-chequeo al fandango que realicé hace tres años entre artistas, maestros, periodistas y personalidades relacionadas con este mundillo,  la situación del fandango hoy se caracteriza por 1) una falta de propuestas creativas nuevas,  2) una rígida imitación de los clásicos y 3) una escasez de cantaores con originalidad y personalidad suficientes como para salir de ese bucle. Aunque técnicamente se suele cantar bien, lo que prima hoy en el cante por fandangos es la recreación. Los concursos suelen ofrecer una monótona y repetitiva prueba de ello.

Muy joven para museo

Mirado con perspectiva y en un contexto temporal amplio, el fandango es muy joven como para que se le destine a vivir en un permanente ejercicio de música recordatorio. Es un cante vivo, abierto  y con necesidad de nuevas aventuras. Algunos intentos creativos recientes no han llegado a cuajar, es cierto; pero serían bienvenidos aires renovadores que lo siguieran intentando y que se sumaran al rico caudal de lo existente. 

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