Conmovedora química interpretativa entre Ferreira y Leguizamo
UN 'LIKE' DE BOB TREVINO | CRÍTICA
La ficha
**** 'Un 'like' de Bob Trevino'. Comedia dramática. Estados Unidos. 102 min. 2024. Dirección y guion: Tracie Laymon. Música: Jacques Brautbar. Fotografía: John Rosario. Intérpretes: Barbie Ferreira, John Leguizamo, French Stewart, Rachel Bay Jones, Lauren 'Lolo' Spencer.
Hay directores empeñados en contarnos una y otra vez cuanto de doloroso les sucedió, sobre todo en la infancia y la adolescencia. Si sus malos recuerdos no les bastan, se inventan otros para hacer aún más negro lo negro. Lo áspero de diseño, gratuitamente tremendista o retóricamente oscuro (ojo, no confundir con la tragedia) gozan del prestigio de lo atrevido, sincero, verdadero. Como si cuanto hay de bello y bueno fuera el camuflaje hipócrita que encubre una única realidad humana y social que siempre es turbia, sucia e incluso horrenda. Al final es la calidad de la película lo que cuenta, sea la naturaleza de esta optimista o pesimista, grata o desasosegante, dulce o amarga, positivamente realista o engañosamente tremendista. Tan grandes o malas películas hay en uno como en otro registro. Aunque las mejores, quizás, se hallen en esa tierra de todos, que no de nadie, que representa la frágil grandeza del ser humano y la vulnerabilidad, a la vez que la fuerza, de sus sentimientos. Es decir, por citar tres continentes, Ozu, Fellini y Ford.
Viene todo a cuento de esta pequeña y hermosa película que parte de la dolorosa y traumática, a la vez que esperanzadora gracias a un encuentro casual, experiencia personal de su directora, Tracie Laymon, debutante en el largometraje tras obtener éxito y premios con sus cortometrajes. Una joven llena de inseguridades y desesperadamente necesitada de afecto sigue en Facebook la pista del padre que la ha abandonado -el segundo abandono, tras el de la madre- dando patéticos likes a sus fotos y comentarios. Si fuera el padre, personaje monstruosamente egoísta, carente de la más mínima empatía, de nada le serviría. Pero, afortunadamente para ella, se ha equivocado confundiendo a su padre con otro hombre del mismo nombre y apellido que resulta ser su opuesto: otro ser humano herido que mantendrá con ella una relación cordial, afectuosa, sanadora.
El mérito de esta película que trata de dos náufragos emocionales de edades y situaciones muy distintas que se encuentran a través de las redes es que su directora ha sabido transmitir con gran sencillez la verdad de una historia que ella misma vivió. Que el soporte argumental de una película sea una historia verdadera -aprovecho, ya que estamos en el ámbito del buen cine de buenos sentimientos, para homenajear la gran película de Lynch- no garantiza la “verdad” cinematográfica. Y tampoco, por supuesto, garantizan nada a priori esas buenas intenciones de las que el infierno de las malas películas está lleno. Tracie Laymon ha logrado dar verdad cinematográfica a la verdad que ha vivido. Gracias sobre todo a la modestia con la que afronta la dirección, confiando toda la verdad humana de la película a su soberbia dirección de los dos intérpretes, Barbie Ferreira y John Leguizamo, que logran unas interpretaciones memorables.
Quienes critiquen su tono de película de buen rollo con toda su carga de esperanza o su sentimentalidad -no es una película perfecta- no podrán poner un pero a estas dos extraordinarias interpretaciones llenas de cálida humanidad, que consagra definitivamente como actriz a la joven Ferreira y da al prolífico actor de cine, teatro y televisión Leguizamo el que quizás sea el mejor papel de su abultada filmografía. A Trump, por cierto, le puede dar un yuyu: Ferreira es brasileña-estadounidense y Leguizamo, nacido en Bogotá, hijo de emigrantes colombianos.
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