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El compromiso político de Juan Ramón

  • Una jornada desmonta hoy la creencia de que el poeta se inhibió en la lucha contra el franquismo. Su testimonio en 'Guerra en España', recogido en el exilio, aclara su postura.

Juan Ramón Jiménez fue un intelectual comprometido con su país, con la República, con la democracia y contrario abiertamente al golpe franquista y su dictadura. Aún hoy la figura del poeta moguereño sigue ensombrecida por la creencia popular, extendida durante décadas por sus enemigos (que los tuvo) y sus críticos, de que volvió la espalda a España y la Guerra Civil, a la causa republicana que fue aplastada por Franco. Es una más de las falsas proyecciones sobre el Nobel que prevalecen en el tiempo, pese a que hay documentos sobrados que prueban claramente todo lo contrario.

Precisamente en el 80 aniversario que este año se conmemora del exilio de Juan Ramón y Zenobia Camprubí, y coincidiendo en la misma semana en la que fue anunciado su premio de la Academia Sueca, se celebra una jornada que trata de reparar la injusta fama que les rodea y que reivindica su lucha en la sombra, en Estados Unidos y en Puerto Rico, por la defensa del derecho a elegir, su más firme creencia, fiel a la esencia democrática.

Zenobia y Juan Ramón. Guerra y exilio. 80 aniversario es el nombre del foro que se celebra hoy, en una intensa jornada, en Huelva y Moguer. Lo organiza la Fundación Zenobia-Juan Ramón Jiménez, y cuenta con el respaldo de la Cátedra Juan Ramón Jiménez de la Universidad de Huelva, la Facultad de Humanidades, la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, la Diputación de Huelva, el Ayuntamiento de Moguer, la Asociación de Memoria Histórica de la Provincia de Huelva y el 525 Aniversario del Encuentro entre Dos Mundos. Todas las instituciones han visto en este programa una oportunidad para devolver al poeta al sitio histórico que le corresponde en el contexto político de la época.

Aunque fue el propio Juan Ramón Jiménez el que trató de dejar clara su postura en un volumen que no llegó a ver publicado. Guerra en España. Prosa y verso (1936-1954) ha quedado como su testamento político e ideológico. Es un compendio de escritos y documentos, recortes de prensa y fotografías, recopilados durante los años de su exilio para ofrecer su propia visión de la situación en España.

El director de la Fundación Zenobia-Juan Ramón, Antonio Ramírez Almanza, defendió ayer su lectura, que muchos consideran obligada para comprender el exilio de los intelectuales españoles y la realidad de una época que sacudió a todo el país.

En 1985 se publicó por primera vez en una edición del poeta y traductor Ángel Crespo, notablemente sesgada por indicaciones de la editorial Seix Barral. En 2009 volvió a editarse, esta vez íntegro, con todas las reflexiones del poeta, con la base de Crespo que fue revisada y ampliada por la profesora Soledad González Ródenas. "Quizá sería ahora un buen momento de hacer una reedición", apuntó Almanza.

Juan Ramón y Zenobia se marcharon de España el 30 de agosto de 1936. A Francia, con destino final a Estados Unidos. No pensaban que fuera su despedida definitiva, como más tarde se confirmó. Azaña les habilitó un visado honorífico como embajadores culturales, en la creencia del presidente republicano de que intelectuales como el moguereño serían más útiles a la causa fuera de España, alertando de la amenaza fascista.

"El poeta cumplirá con su deber y su conciencia, dejando, si es preciso, su trabajo literario propio de la paz, y poniéndose con su ideal. Y su ejemplo". Así lo escribió el propio Juan Ramón, en una de sus reflexiones recogidas en Guerra en España. Y lo hizo, como recordó ayer Ramírez Almanza, sin cobrar nada del Gobierno, como nunca había hecho antes y como prometió que jamás haría. "Nosotros, ¡los intelectuales!, debemos ayudar al Gobierno y al pueblo; no ellos a nosotros", escribió el Nobel al respecto.

Quedaron documentados sus intentos reiterados por reunirse con el presidente estadounidense, Franklin D. Roosvelt, para trasladarle la situación generada en España tras el golpe franquista. Y él mismo reconoció después, apesadumbrado, su fracaso. Como también recogió la confesión que le hizo el vicepresidente norteamericano John N. Garner: "Si Roosvelt no mira ahora a España, no verá que lo que sucede allí es un experimento que será la antesala de la Segunda Guerra Mundial".

Pero el compromiso político del poeta moguereño se pudo ver antes de su marcha, en Madrid. La llegada de la Segunda República fue celebrada en 1931 por Juan Ramón sólo tres días después con un poema, Bandera española, publicado en el Heraldo de Madrid en el que se felicitaba por "los nuevos colores" que ondeaban en el país.

Más conocido es el asalto que sufrió la casa madrileña del matrimonio, expolio incluido, por el que Juan Ramón apuntó directamente al poeta falangista Félix Ros "y sus adláteres maleantes".

Ya en aquella época los Jiménez Camprubí mantuvieron una estrecha colaboración con la Cruz Roja que les llevó a acoger en su propio hogar a doce niños, a costa de sus propios ahorros y de las joyas y otros objetos de valor que atesoraba Zenobia, vendidos para poder hacer frente a la manutención de los pequeños.

"Se dice que Juan Ramón Jiménez vivió en un permanente exilio torremarfileño, en un limbo en el que no participaba activamente, y no es verdad", insistió ayer Antonio Ramírez Almanza. "No es, ni mucho menos, uno más de los republicanos que se marcharon. Es mucho más". "En ese trayecto ocurrieron muchas cosas y mostró mucho más de lo que otros ilustres republicanos hicieron". Como los firmantes del manifiesto repúblicano del 36 que volvieron a España antes de 1945, cuyos nombres tachó en rojo Juan Ramón en un recorte de prensa de la época.

Más allá de la admisión de la República, el compromiso del poeta moguereño se materializó en "una fidelidad ideológica a la democracia como concepto". "Ni fui rojo ni fui azul", reflexionó después el Nobel; "me fui porque tenía que defender una democracia". Es el derecho a decidir, por encima de todo, a lo que se entregó con "absoluta fidelidad", con "honestidad", añadió Almanza. Respetuoso, que no impasible. "Espero que esto sea el comienzo de la gran clarificación del gran Juan Ramón".

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