Comedia de altura para la gloria de antaño

Los papeles de Harding | Crítica

Impedimenta publica por primera vez en lengua española ‘Los papeles de Harding’, la novela de culto del escritor estadounidense Robert Plunket, una sátira rompedora y a la vez canónica, en la mejor tradición del género

Los ovnis y Aldo Moro

Robert Plunket (Greenville, Texas, 1945).
Robert Plunket (Greenville, Texas, 1945).
Pablo Bujalance

31 de agosto 2025 - 06:57

La Ficha

Los papeles de Harding. Robert Plunket. Traducción de Regina López Muñoz. Editorial Impedimenta. Madrid, 2025. 336 páginas. 24,95 euros.

En 2023, The New Yorker publicó una entrevista con Robert Plunket (Greenville, Texas, 1945) con el siguiente titular: “Uno de los más divertidos y alegres [gayest en el original] escritores de América se hace finalmente famoso”. En la misma entrevista, la publicación se refería a Plunket como alguien que, durante muchos años, ejerció “de autor de culto sin mucho culto”, a pesar de la admiración confesa de lectores como Madonna, Gordon Lish y Larry David. En aquella misma entrevista, Plunket afirmaba al respecto: “Siempre tuve claro que iba a ser famoso. Solo que daba por hecho que yo ya estaría muerto cuando ocurriera”. Lo cierto es que la trayectoria vital de nuestro hombre dista mucho de la del escritor al uso: criado entre La Habana y Ciudad de México, probó suerte como actor durante su juventud en Nueva York sin mucho éxito. Posteriormente se trasladó a Sarasota (Florida) donde ejerció como columnista de cotilleos bajo el seudónimo Mr. Chatterbox en la Sarasota Magazine. En 1983 publicó su primera novela, Los papeles de Harding, que fue calificada por la crítica, tal y como evoca el propio autor con suficiente sorna, como “floja”, “flácida” y “disfuncional”. Pero fue esta novela presuntamente fallida, Los papeles de Harding (así como la segunda, Love Junkie, publicada en 1992), la que permitió a Plunket cultivar una legión silenciosa y creciente de seguidores que hizo posible, con el paso del tiempo, su reconocimiento como gran escritor de su tiempo. En 2022, Los papeles de Harding fue objeto de una reedición que, ahora sí, ganó el beneplácito de la crítica. Ahora, la editorial Impedimenta la publica por primera vez en lengua española con la traducción proverbial y esmerada de Regina López Muñoz, principal responsable de que podamos también leer aquí a Plunket con la misma sonrisa en los labios.

Durante décadas, Robert Plunket ha sido considerado "un autor de culto sin mucho culto"

Los papeles de Harding presenta como protagonista a uno de esos inadaptados decadentes por los que tanta devoción muestra la literatura norteamericana del último siglo. Eso sí, Elliot Weiner, a diferencia de otros ejemplares, es un verdadero genio, doctorado en Columbia y licenciado en Harvard. Lo que le sitúa fuera de juego es su centro de interés: Weiner ha escogido como objeto de investigación al político republicano Warren Harding, presidente de Estados Unidos entre 1921 y 1923 y al que ya nadie recuerda. Al mismo tiempo, su afición por la danza tradicional Morris, originaria de Inglaterra y consistente en una especie de caminar rítmico aderezado con palos, espadas y pañuelos, alimenta la desubicación de la que es objeto, entre el repelús y cierta ternura. Todo cambia para Weiner cuando entra en juego una colección de cartas eróticas suscritas, presuntamente, por el mismo Harding, lo que abre una puerta para que su dedicación, desmesurada, se vea al fin reconocida. Pero la gloria a la que aspira Weiner está llena de peligros, de trampas que conducen de la obsesión a la vergüenza, del éxtasis intelectual al patetismo. Sí, Los papeles de Harding es una novela muy divertida: funciona como una sátira perfecta y cargada de intenciones de la América contemporánea, desnortada y febril. Sus gags son impagables y el aparato cómico está bien engrasado hasta el final. La galería de personajes secundarios, empezando por la señora Kinney, antigua amante de Harding, custodia de las cartas eróticas y atrincherada ahora en una mansión de Hollywood de igual decadencia, compone un tejido narrativo de singular eficacia. Pero, como sucede en la mejor comedia, el caos cómico desvela un fondo trágico: en este caso, el de un personaje, representativo a niveles evidentes, cuya represión sexual le ha llevado a un terrorífico callejón sin salida.

La influencia cervantina es en Plunket mucho más afinada (y fiel) que en John Kennedy Toole

Es relativamente sencillo comparar Los papeles de Harding con La conjura de los necios, de John Kennedy Toole. También con el cine de los Hermanos Marx, como ha hecho algún crítico. Pero cabe reseñar que la influencia cervantina es en Plunket mucho más afinada (y fiel) que en Toole, sobre todo a la hora de insinuar todo lo que la construcción del protagonista esconde. Lo que en Ignatius J. Reilly es trazo grueso y tartazo en la cara, en Weiner, que narra su historia en primera persona, es más complejo, más humano, pero no por ello menos eficaz a la hora de hacer reír: “¿Por qué me siento como si de pronto me sumiera en una desesperación cósmica? ¿Es por los cuadros? ¿Es por Pam, esa bomba de relojería social? ¿Es por el hecho de que voy a tener que desportorriqueñizar mi piso y cambiar una cerradura Medeco que solo tiene seis meses? ¿Por qué es?” Al final, esta especie de seres humanos castrados y desorientados solo podía dar para un chiste. Tampoco George Bush, al fin y al cabo, es demasiado importante.

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