La ciudad, la forma, la pintura
El futuro de las urbes centra la preocupación de muchos creadores en ARCO
Repasando esta edición de Arco, tres caminos de indagación parecen preocupar a artistas de muy diversa procedencia: la ciudad, las posibilidades de la forma y los variados caminos de la pintura.
Más allá del paisaje urbano o de las diversas posibilidades de hábitat que proporciona la ciudad, la inquietud de muchos artistas se centra en el futuro de la ciudad. A algunos, como Carme Nogueira, les preocupan los desplazamientos de las señas de identidad de la ciudad, propiciados a veces por intereses inmobiliarios, administrativos o de comunicación financiera y empresarial que suelen ignorar los valores que han ido sedimentándose en la ciudad por quienes las habitan. Un edificio singular, concebido para la mayor gloria de un arquitecto (con nombre o sin él) o para satisfacer los afanes de una administración municipal, puede alterar los espacios urbanos, destruyendo esos lugares en los que deposita la memoria. Pero estas iniciativas, por modernas que se pretendan, pueden acabar en ruinas, poseídas de nuevo por la naturaleza o desbordadas por los acontecimientos hasta convertirse en verdaderos residuos urbanos, algo que explora con rigor el brasileño Rubens Mano. El espacio habitado, el lugar, sigue siendo zona de conflictos. No es extraño porque en él, como ya señalara Henri Lefebvre, en la ciudad convergen intereses económicos y afanes administrativos potentes que ignoran el deseo de los urbanitas de tener espacios en los que merezca la pena vivir.
Otro punto fuerte de reflexión es la forma. Puede revestir el aspecto de una combinatoria, como muestra Ignacio Uriarte al señalar las diversas formas que pueden generar cuatro escuadras sobre una hoja de papel, o de manera más sofisticada, combinando una forma y su reflejo, como hace el veterano artista islandés Hreini Fridfinnsson, con construcciones que generan formas virtuales al unir espacio, luces y espejos. De un modo u otro, esta indagación artística señala un uso de la razón. Un empleo de la inteligencia que se aparta del pragmatismo pero se mantiene en el ámbito del pensamiento que comparten la música y las matemáticas. Apuesta así por la invención sin rendirse a las recomendaciones del sentido común ni ceder a las advertencias del principio de realidad, o de cualquier otro freno impuesto por el miedo y la resignación, cómplices de lo que Freud, en oposición al dinamismo del amor, llamó principio de muerte.
Por último, la pintura. Hay sin duda diferencias entre dos jóvenes autores españoles como Albert Corbíy Javier Garcerá, atento el primero al modo en que texturas y tiempos generan ritmos, mientras el segundo quiere llegar al imposible límite de la mirada. Los trabajos de uno y otro se separan también de la cotidianidad que persigue Rinus Van de Velde, la monumentalidad de Maik Wolf o la sensualidad casi amanerada de Olivier Masmonteil, pero en todos ellos se detecta la importancia o el enigma del encuentro que propicia la pintura entre el cuerpo sensible e inteligente y la materia. En conjunto, es ésta una pintura que no pretende representar ni evocar sino propiciar ese encuentro entre diversos soportes y pigmentos muy variados, de una parte, y de otra, esa oscura realidad que Merleau Ponty llamó carne, esto es, el cuerpo inteligente que, siendo también materia, es capaz de dar sentido y significado a las cosas carentes de palabra que lo rodean.
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