Cultura

Los círculos excéntricos

El lector en español dispone de un buen número de traducciones de la obra de Fleur Jaeggy. Aún así, la novelística de esta escritora suiza no goza una difusión mayoritaria. Y no tanto por la dificultad que entraña su lectura, sino por lo contrario: por el despojamiento de su estilo, por una sencillez helada y abisal, bajo la que se intuye una sensualidad esquiva y una crueldad adusta y enfermiza. Digamos que Fleur Jaeggy ha escogido la retórica de la desnudez, como Breton escogió la retórica proliferante de la escritura automática, para evidenciar ciertos flujos anímicos, no siempre visibles, del interior humano. Esto se hace más patente, si cabe, en su primera novela, vertida ahora al español. Todo lo que en sus posteriores obras forma parte de lo reprimido, de lo oculto bajo un escueto orden narrativo, se une en El dedo en la boca a la estructura misma de la obra.

Hay que decir, no obstante, que la estructura ondulante y fragmentaria de El dedo en la boca no pertenece tanto al ámbito de lo surreal, al campo de lo onírico, como al linaje de lo deconstructivo. No en vano, la obra fue publicada en 1968, cuando la vanguardia surrealista ya había perdido buena parte de su novedad y su eficacia. Así, si hemos de buscarle un antecedente a Jaeggy, habremos de desplazarnos un poco; habremos de girarnos hacia el imaginario clausurado, hacia la perfidia infantil de Balthus y los personajes laminados, en escisión, de su hermano Pierre Klossowski. A esto nos referíamos cuando hablábamos de cierto impulso deconstructivo. Si el surrealismo buceó en la unidad visceral, en el piélago instintivo del individuo, en esta novela de Jaeggy lo que se ofrece al lector es una personalidad -la de la narradora- que se multiplica y difumina en el borde mismo de la locura. Esta parcelación, o esta inexistencia del individuo, luego postulada por Derrida, es la que Jaeggy ofrece aquí como componente principal de la narración. En obras posteriores, dicha bilocación del discurso se ofrecerá como círculo excéntrico, como imagen especular o sombra manifiesta de una escritura pulcra y comprimida, engañosamente clara.

Fleur Jaeggy. Trad. María de los Ángeles Cabré. Alpha Decay. Barcelona, 2014. 96 páginas. 16,90 euros

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