Cultura

El cine al desnudo

CineBox Aqualon Puerto Huelva.- T.O.: 'What just happened?'.- Producción: Estados Unidos, 2008.- Duración: 110 minutos.- Dirección: Barry Levinson.- Guión: Art Linson basado en su libro 'What just happened?'.- Fotografía: Stéphane Fontaine.- Música: Marcelo Zarvos.- Montaje: Hank Corwin.- Intérpretes: Robert de Niro, Catherine Keener, Sean Penn, Kristen Stewart, John Turturro, Stanley Tucci, Bruce Willis, Michael Wincott, Robin Wright

Siempre he pensado y así lo he expuesto, porque lo hemos venido comprobando durante muchos años en el cine, que no hay sociedad más autocrítica que la estadounidense. Un país que vive en la democracia más cabal desde hace tantos años es coherente con la libertad y el espíritu crítico consiguiente. Con todos sus defectos y sus virtudes, con sus luces y sus sombras y todos sus demonios familiares, los norteamericanos saben que reconocer sus lacras es la mejor forma de cimentar su estado de derecho. Ejemplo notable el cine que de antiguo sabe juzgar - a veces sin piedad- sus muchos escándalos y descarríos. Podríamos citar numerosos ejemplos.

Algo pasa en Hollyood nos pone a la Meca del Cine al desnudo. Son dos semanas en la azarosa existencia de un productor. Ha de hacer lo imposible para resolver los conflictos de su trabajo diario y los de su vida personal. Anda intensamente ocupado en negociaciones con los jefes del estudio para que su nueva película esté presente en el próximo Festival de Cannes. Se enfrentará a las pretensiones y veleidades de los actores y a la implacable vanidad de los directores. Su mujer le acucia acusándole de tener una amante, y su hija padece los conflictos críticos del paso de la adolescencia a la juventud.

Hollywood nunca eludió la autocrítica como ha evidenciado en películas tan recordadas y admiradas como El crepúsculo de los dioses (1950), de Billy Wilder; Cautivos del mal (1952) o Dos semanas en otra ciudad (1960), ambas de Vincente Minelli, sin olvidar la sarcástica El juego de Hollywood (1992), de Robert Altman. Pero esta versión cinematográfica de las memorias del productor Art Linson, que tanto tienen de autobiográfico y de experiencia personal sobre la jungla de la capital del cine, es un ácido y corrosivo alegato contra los caprichos de directores independientes, la dictadura del star system y los abusivos caprichos de los divos, las manipulaciones de la producción, el ámbito oscuro de los representantes y tantas otras lacras que minan el stablishmen de un ámbito dominado por la cultura de la fama.

Barry Levinson ha fustigado especialmente esa ambición desmesurada por el dinero que se representa aquí en la poderosa jefa del estudio. Al final es un número lo que se impone, como reconoce el protagonista interpretado por Robert de Niro. Sobre ese mundo de egoísmos, egolatrías, supercherías, excentricismos, de esos pases previos al estreno de una película, tan demoledores y ambiguos, los test screenings, que tanto se han impuesto, hay una serie de comportamientos que a simple vista pueden parecer exagerados, además de patéticos, incluso con esa secuencia cómica del cementerio, pero no están muy lejos de una desesperada realidad que vive el mundo cinematográfico.

En esta siniestra sima de egocentrismos, ambiciones insolentes, hay también personajes voluntaristas, creativos valiosos e inteligentes -como el que encarna Robert de Niro-, junto a otras rodeados de ese halo de frivolidad, ignorancia y perversión, que tanto se achaca a las gentes de Hollywood. De todo eso hay en esta película de Barry Levinson, a la que, sin embargo, se le puede echar de menos más rigor y un tono más agudo en ciertos aspectos de la crítica. Pero así es Hollywood la fabulosa fábrica de sueños, víctima muchas veces de sus propias pesadillas.

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