Los cantes de San Benito y los de El Piyayo

Historias del Fandango

¿Hay relación histórica entre los cantes del camino de la romería de San Benito, en El Cerro, y los cantes de El Piyayo, de Málaga?

Tamborileros en la procesión de San Benito. Foto: FINA FERNÁNDEZ
Miguel Ángel Fernández Borrero

05 de diciembre 2021 - 04:00

Sugiere el flamencólogo Romualdo Molina que los tangos de El Piyayo están musicalmente relacionados con los cantes del camino de la romería de San Benito, de El Cerro de Andévalo. Y Onofre López también encontró paralelismos entre ambos. Había que averiguar si hubo algún encuentro que justificara tal hipótesis.

Hay proximidades históricas. Hubo relaciones e intercambios musicales entre Málaga y Huelva en el siglo XIX; el fandango tuvo allá su asiento flamenco más notable, a ritmo de verdial, y en Huelva tomó el relevo con otro aire y consolidó todo un movimiento, ya en el siglo XX. Además, hay letras de esas coplas de la romería cerreña que se cantan en Álora, en la comarca de Antequera; también en Segovia, en Valladolid, en Méjico… con motivos muy diversos (carnavales, cantes de trilla, coplas de baile, etc.).

¿Pudieron haberse cruzado alguna vez los centenarios cantes del camino de San Benito con el del cantaor y guitarrista gitano malagueño Rafael Flores Nieto El Piyayo (1864-1940)? ¿Por qué no? Los aires musicales se contagian con suma facilidad. Vuelan como los pájaros. Con su carga de localismos, el folclore resulta ser más cosmopolita de lo que parece.

LOS CANTES DEL CAMINO

La romería de San Benito es la más antigua de Huelva. Hay noticias de ella entre finales del siglo XIV y principios del XV, aunque San Benito no fue nombrado patrón del pueblo hasta 1667. Desde entonces, se practican danzas y música acompañándola, aunque ignoramos cómo fue su evolución.

En el Libro de Cuentas del mayordomo de la hermandad de San Benito de 1804 se consigna un gasto de nueve reales “para cantares” durante la romería.

“San Benito bendito / y el pozo en vera / se le hace la fiesta / por primavera.

¿Cómo quieres, castillo, / que te levante / si te encuentro caído / por todas partes?

Cuando yo vi a San Benito / con las orejas tan grandes / me pasé por Callerpozo / y se lo dije a Andrés Vázquez”..

LA GUAJIRA

Veamos someramente la guajira flamenca, un cante en el que se inspiran los tangos de El Piyayo. La de hoy ha experimentado grandes transformaciones; aquí no hemos conocido la guajira nativa, aquel canto de los guajiros en las zonas rurales de la isla, el punto cubano en el siglo XIX. Aquí, la guajira se aflamencó y se hizo uno de los cantes más conocidos de los de “ida y vuelta”. Adquirió esplendor con Silverio Franconetti y continuó con Antonio Chacón y otros muchos, hasta que Pepe Marchena la recreó y revolucionó.

POR QUÉ LES CUENTO ESTO…

Hace algunos años, hablando en El Cerro de Andévalo con mi buen amigo el alcalde, Juan Manuel Sánchez González, y posteriormente con José Rico, el también amigo y brillante investigador de la historia del pueblo, me pasaron la transcripción de una carta del soldado cerreño Juan Valle enviada a un amigo suyo desde Cuba cuando la guerra. Está fechada en 1898 y Valle, como músico que era, se interesaba por la nueva orquesta formada en el pueblo. Pero lo que nos interesa de esa carta es el pasaje en el que se refiere a una joven nativa con la que está manteniendo una relación amorosa, y dice nuestro soldado que le canta guajiras.

“… porque delante de ellos me muestro indiferente con ella para que no sospechen nada. Lo cierto es que voy a ver si me la puedo enredar y me la llevo cuando me vaya; es nacida aquí en Cuba y siempre me dice que tiene muchas ganas de ir a España conmigo. Canta güagiras con una armonía que parece un ruiseñor, con una voz tan fina que me trastorna cuando la oigo. Te digo francamente que esta muger me va a volver loco, porque es mucho el querer que le tengo. Cuando voy a verla, al despedirme siempre me dice: “¿Vendrás mañana, Juan?”, contestándole yo: “No puedo venir”, y con esto sufre ella atrozmente porque quiere que todos los días vaya a verla sin falta”.

¿Y si nuestro soldado hubiera conocido en Cuba al El Piyayo? No habría sido extraño que hablaran de sus aficiones, que Juan Valle le hubiera cantado las coplas del camino al malagueño y éste se hubiera quedado con la copla, como se suele decir. El Piyayo había sido también soldado en Cuba y, al parecer, pasó allí un tiempo encarcelado. ¡Mira que si confirmáramos las sospechas de Romualdo Molina y de Onofre López..!

. Fragmento de un documento de la Hermandad de San Benito, cedido por el investigador José Rico.

Con esa interrogante abierta, un día coincidí en el Centro Andaluz de Flamenco de Jerez con el responsable del archivo del Ministerio del Ejército. Hablamos de esto y quedó en informarme. Al cabo de unas semanas, me escribió. El soldado Rafael Flores Nieto sirvió en la región de Matanzas, pero unos catorce años antes que Juan Valle, que además estuvo en otra zona. No habían coincidido en Cuba. Hasta aquí llegó, pues, lo averiguado: la improbable, que no imposible, relación de los cantes del El Piyayo con las coplas del camino de la romería cerreña.

La próxima entrega: Fernando el de Triana, el defensor del fandango

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