Cultura

Los bomberos de Doñana

  • La asociación de Hinojos El Burrito Feliz promueve la utilización de estos animales para desbrozar los bosques y algunas instalaciones privadas y, de paso, garantizar su supervivencia

Un suelo extremadamente seco, a consecuencia de una primavera pobre en precipitaciones, unido a las altas temperaturas que comienzan a registrarse en las vísperas de la temporada estival, han multiplicado de forma exponencial el riesgo de incendios. Pero hasta Doñana ha llegado una dotación de bomberos que tiene encandilada a toda la población de Hinojos, donde actualmente prestan sus servicios.

Son los burritos bomberos, animales a los que se les ha encomendado la tarea de desbrozar los bosques de Doñana y también instalaciones privadas como el Camping Arrayán, que presume de ser el primer centro turístico de la comarca que permite pernoctar en el Espacio Natural de Doñana.

El innovador proyecto se encuentra liderado por El Burrito Feliz, una Asociación de Hinojos, con sede en Huelva, que desde hace años viene encargándose de prevenir los incendios de una forma natural y sostenible.

El presidente de la entidad, Luis Bejarano, indica que aunque otros rumiantes como la cabra y la oveja pueden prestar estos mismos servicios, sendos artiodáctilos tienen el problema de que son "rumiantes gregarios y comen todo lo que encuentran a su paso". Por el contrario, el asno es más selectivo y muestra su predilección por las plantas secas, por lo que únicamente "hay que guiarlos para que vayan abriendo cortafuegos" y limpien la zona de pastos. Así, subraya Bejarano, se trata de "una buena forma de preservar el medio ambiente y buscarle una nueva utilidad al burro, con lo cual su supervivencia" se ve garantizada.

No es sólo el único beneficio. Wendy Clements, miembro de la entidad, explica que el desbroce del terreno se realiza "de forma natural", por lo que no se produce la "contaminación acústica" del uso de los motosierras. Un factor crucial en una actividad turística, puesto que no perturba el descanso de los clientes del camping ni tampoco el de la fauna que convive en Doñana.

Iniciativas de este calibre son esenciales para poder perpetuar la Gran Raza Asnal Andaluza, hoy día en peligro de extinción. Atrás quedó el año 1960, cuando en España existían censados 686.000 burros. Es por ello que algunas ONG han contribuido a perpetuar la especies desde una óptica activa; es decir, buscándole una utilidad social más allá de tenerlo como un animal de compañía o cuidándolos en granjas para que, al igual que las especies de zoológico, sean visitados por los escolares para entender la humanidad o conocer al personaje que inmortalizó el Nobel de Literatura, Juan Ramón Jiménez, en la universal Platero y yo.

El asno, al que históricamente se le encomendaba las tareas agrícolas más inhóspitas, fue expulsado del mercado laboral hace décadas, cuando se democratizó la maquinaria industrial. Este factor, unido a los perjuicios de ser el patito feo en romerías y fiestas que se celebran en la Andalucía les ha llevado casi a la extinción, de ahí el valor de propuestas como la Asociación de Hinojos.

En España siempre han convido tres razas de burros, descendientes directos del Equus asinus europeus. Todos ellos comparten un denominador común: su lealtad y nobleza. Uno de los más famosos es el cordobés-andaluz, originario de Egipto y fácilmente reconocible por ser un burro tordo con el pelo corto y fino. Su frente suele ser ancha, con las órbitas salientes, así como enormemente tranquilo, lo que capacita especialmente para el trato con los pequeños. Además, tienen una gran energía y resistencia y se aclimatan con facilidad al calor y la escasez de agua. Sin embargo, su fama mundial vendría determinada por el entrañable retrato que de él hizo el moguereño Juan Ramón Jiménez en la obra Platero y yo.

Sus 'hermanos' son el asno zamorano-leones, cuyos ejemplares ya sólo se encuentran en la provincia de Zamora y Salamanca, lo definen sus características como el color oscuro de su capa, su voluminosa cabeza y el abundante pelaje que le cuelga de la frente. Una fisonomía corpulenta en la que llama la atención y prima su desarrollo capilar y lanar de su figura.

El último en liza es el asno mediterráneo, que suele ser el que más se utiliza para cruzar con los caballos y dar a mulas. Su pelaje suele ser oscuro y suelen ser más altos que la media, siendo fuertes y con extremidades robustas.

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