Cultura

Los amores de una Rubia

  • El investigador y crítico Manuel Bohórquez continúa su labor de difundir las trayectorias biográficas de grandes intérpretes flamencos con un libro sobre El Canario

Este libro es a la vez una biografía de El Canario y una zambullida en una época fascinante de nuestra historia contemporánea. Un periodo fundamental para el flamenco definido por el inicio de la discografía y el paso del café cantante a la representación jonda en auditorios más amplios.

El origen de la obra es el bosquejo biográfico de El Canario, creador de la que acaso sea la más bella malagueña que existe (Manuel Bohórquez afirma que fueron varias modalidades melódicas de malagueñas las que acuñó nuestro cantaor), la primera en su género de malagueña de creación personal, a la que luego seguirían otras composiciones del Mellizo, La Trini, Fosforito, etcétera.

En el transcurso de la correspondiente investigación llegó a las manos de su autor el cartel de una actuación en el Café Cantante del Burrero, en su sucursal del Puente de Triana, llamada Nevería del Chino. Se da la circunstancia desgraciada de que la mayor parte de los intérpretes integrantes del señalado cartel (El Maestro Pérez, Lamparilla, Carito de Jerez, La Serrana, etcétera) tuvieron un final violento o temprano, y esta constatación fue la que dio origen al título final de la obra. Se trata de 20 intérpretes, entre cantaores, bailaores y tocaores, todos los cuales se encuentran glosados y biografiados en este libro, ofreciéndonos su autor con ellos un fresco del ambiente flamenco del periodo. Un ambiente que, como afirmó Manuel Bohórquez en la presentación de su obra, no difería mucho del Far West, dada la violencia e inseguridad en que se vivía. Supongo que en parte esto sería cierto, pero también es verdad que en este periodo existía un general desprecio intelectual hacia el arte jondo, cosa que queda bien patente en el tipo de enfoque que la prensa de la época dirige hacia este arte.

El secreto mejor guardado del flamenco, subtítulo de esta obra, no es otro que el de la violenta y temprana muerte de El Canario a manos del padre de otra de las cantaoras célebres de la época, La Rubia, precisamente a las puertas mismas de la Nevería del Chino.

El secreto se desvela en parte: Bohórquez da a conocer la personalidad de esta Rubia, le pone nombres y apellidos para diferenciarla de Encarnación Lagos La Rubia de Málaga y la Rubia de Valencia, y da a conocer la partida de nacimiento de la misma, que ha localizado, con ayuda de Pedro Sanz, en Valladolid.

Otro de los importantes hallazgos biográficos que contiene esta obra es el lugar en el que fue enterrado El Canario: el cementerio sevillano de San Fernando. También descubrió que sus restos fueron exhumados a los 10 años de su muerte y arrojados a un osario público. Sin embargo, confiesa el propio autor, hay un lugar de sombras en este mítico crimen que no ha podido desvelar porque buena parte de la documentación procesal ha desaparecido misteriosamente.

A pesar de la leyenda de que El Canario llegó a grabar un disco de cilindro, lo cierto es que éste no ha aparecido ni, según Bohórquez, hay muchos indicios de que así ocurra. Lo que sí nos ofrece esta obra es una selección de interpretaciones históricas de la malagueña de El Canario, desde la versión de 1897 del Mochuelo hasta la de 2009 de Arcángel, grabada especialmente, junto a Miguel Ángel Cortés, para el CD que acompaña al libro.

Manuel Bohórquez aprovecha estas grabaciones, que incluyen los nombres de Chacón, La Niña de los Peines, Centeno, Vallejo, Manuel Torre, Bernardo el de los Lobitos, Enrique Morente y un largo etcétera, para analizar los estilos de malagueñas creados por El Canario, las circunstancias en las que se hicieron estas grabaciones y la relación de sus intérpretes con el cantaor malagueño.

En este libro, su autor ha depurado y profundizado en un método, el de la investigación biográfica, que alcanza en El cartel maldito su punto álgido hasta la fecha. Una obra que combina la investigación detectivesca con la erudición flamenca.

Cada párrafo ha sido preciosamente pulido, pero sin menoscabo de la frescura y la ausencia de pedantería que han caracterizado desde sus comienzos el quehacer literario de Manuel Bohórquez.

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