"No hay un ajuste de cuentas en mi obra, hombres y mujeres salen bien parados"
Alicia Giménez Bartlett, ganadora del Premio Planeta 2015 por 'Hombres desnudos', pasó por Sevilla junto al finalista Daniel Sánchez Arévalo ('La isla de Alice'), en su gira promocional
Si en la entrega del Premio Planeta la anécdota fue que era su "semana de suerte" porque también le había tocado un secador en un supermercado, en la presentación en Sevilla de Hombres desnudos, Alicia Giménez Bartlett bromeó con que "la gira del libro iba bien hasta que llegué a Sevilla: en el aeropuerto me equivoqué de maleta y ahora siento que vengo con lo puesto". Acompañada por Daniel Sánchez Arévalo, finalista por La isla de Alice, ambos coincidieron en la "intensidad" de la promoción, aunque Sánchez Arévalo quiso matizar que "esta asombrosa plataforma me ha ayudado a superar mi miedo a pasar desapercibido, porque en el cine como te descuides te han quitado, pero en novela la cosa está un poco mejor, aunque también es fácil caer en el océano de las novedades editoriales".
Enmarcada en el contexto de crisis -"en la que seguimos viviendo aunque se empeñen en decirnos lo contrario"- la novela de Giménez Bartlett cuenta la relación "tortuosa y difícil" entre Irene, una empresaria en declive a quien su marido acaba de abandonar, y Javier, un profesor de literatura que se ve obligado a trabajar como bailarín en un club de streaptease. A pesar de la "inversión de roles", pues ella es la que tiene el dinero y él es quien trabaja como chico de compañía, Giménez nunca planteó un ajuste de cuentas entre sexos. "Hombres y mujeres salen más o menos bien parados" afirmó la autora, aunque aceptó que el humor con el que trata a los personajes es "un poco cruel", llegando a crear situaciones que aunque parezcan "una parodia son posibles de creer". "Estos momentos tan duros han sacado lo peor de nosotros", sentenció la autora, quien además criticó "la crisis moral en la que vivimos, donde todo vale", que nos ha relegado a "un ostracismo social fuerte y evidente".
En la misma línea crítica con las circunstancias actuales, Sánchez Arévalo, quien además de dedicarse al cine, -ahora- a la literatura y tener estudios de empresariales, censuró la forma en la que muchos se "lucraron de una situación que sabían que iba a estallar". Sin embargo, tras ser preguntado por qué los intelectuales no alzaron su voz al ver los excesos que se estaban cometiendo en la época de bonanza, el cineasta respondió que para "hablar sobre algo hace falta poner cierta distancia. Lo hemos visto con los grandes desastres de la historia, como por ejemplo la guerra de Vietnam, sobre la que se tardó un tiempo en hacer películas". El escritor también quiso alabar la forma en la que Giménez trata un tema como la crisis económica "que no para de aparecer en los medios de comunicación y en la vida en general", consiguiendo reflejarlo en la vida de sus personajes "sin necesidad de hacer un análisis socio-económico". Además elogió la pluralidad de sus voces narrativas, "pues salta de una a otra sin necesidad de acotación alguna, pero siendo capaz de diferenciarlas todas".
Alice Williams, una mujer embarazada y con una hija de seis años, es la protagonista del libro de Sánchez Arévalo, quien decidió situar su historia en Estados Unidos porque, tras vivir durante un tiempo en el país, "quería hacer un retrato de la sociedad norteamericana, pero no desde la visión de un europeo que ha pasado un tiempo allí, sino desde la voz de una mujer que es de allí". El tormento de Alice aparece cuando su marido fallece en un accidente de tráfico pero en un lugar muy alejado de donde se suponía que debería haber estado. En una "huida hacia delante", Alice se obsesiona con la muerte de su pareja y empieza a repasar sus últimos pasos con "métodos caseros y poco profesionales" que acabarán por conducirla hasta Robin Island, un lugar que sirve como metáfora de "esa isla que todos nos construimos para vivir en ella" y en la que la protagonista tendrá que "encontrarse a sí misma".
Con esta historia, que durante mucho tiempo estuvo "pensada para cine, pero finalmente me di cuenta que su formato era la novela", Sánchez Arévalo dice haber coqueteado con los géneros de thriller y misterio, aunque siempre desde "un corte intimista", en el que su obsesión personal era "contar la historia desde la voz de la madre" y "mostrar cómo el mundo de la hija también se tambalea con la muerte del padre". Sobre el hecho de introducir personajes infantiles en la historia, Giménez le felicitó por "no resultar cursi" ni hacer que la niña hable "en un registro que no le corresponde". "Eso es algo que yo no sé hacer", afirmó la ganadora del Premio Planeta. "Por eso, si tienen que aparecer niños en mi novela siempre se van de colonias", añadió. Además quiso destacar la habilidad de Sánchez Arévalo para las redes sociales "algo en lo que yo estoy gagá" y su capacidad de síntesis, mientras que él valoro que la autora "no tome notas durante el proceso creativo".
Como anécdota final, el director concluyó la rueda de prensa diciendo que no sale en Nochevieja, sino que "tras tomarme las uvas me pongo a escribir y así parece que empiezo el año con ventaja respecto al resto de la humanidad".
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