Cultura

La afición viaja torera en el vuelo de un capote

  • Muchos aspirantes a conocer de cerca el toreo La clase práctica del aula joven forja una grata jornada en La Merced Aún restan otras tres en próximos sábados

La mañana se despertó ayer ansiosa de sol. En el albero de La Merced, la plaza onubense, bastantes brotes de hierba dejan claro que la temporada en éste ruedo pasa por ese letargo del invierno. Incluso sobre los asientos y gradas asoma, por los resquicios del cemento, algún que otro trébol, quien sabe si buscando o dando la suerte.

Pero la plaza se ha ido llenando de ruido, de gentes, y de ese peculiar sonido que el percal, recio en el doblez que impone el descanso, hace sonar sobre la dureza del albero el recorrido trazado del engaño.

Hay toreros sobre el ruedo. No, no son profesionales de carné sino aficionados de sueños, en busca de algo que les embeba aún más en esa afición. Algunos, incluso, en ese interés de poner sus pies en el mismo escenario donde los héroes vestidos de luces en sus tardes de Colombinas, encandilan con su juego de muerte y gloria con el toro.

Alrededor de sesenta interesados, sin orden ni concierto de edad o aptitudes, dedicaron su particular jornada de ocio a conocer de cerca como sienta entre sus manos un capote de brega o como traza el recorrido esa muleta que la mano mueve sin toro delante.

Pura geometría teórica al sol de la mañana de ese primer día de clase al hilo de la convocatoria cursada por el Aula Joven de la Merced.

Aprendices de toreo y gente que explica cómo la colocación es esencial para embarcar al toro, pasarlo y volverlo a dejar en el terreno que interesa, más que burlado, toreado según los cánones de la más tradicional tauromaquia.

Al frente de las inexpertas cuadrillas, nombres toreros de Huelva. Gentes que se visten de verdad de toreros, explicando y saciando la curiosidad del más inexperto, quien nunca pensó lo que pesa un capote de brega ni lo que rompe los músculos un simple trapillo rojo engarzado en ese palo que le mantiene enhiesto frente al toro.

Banderilleros de la tierra. Contreras, Corralejo, Cañaveral. Como anfitrión en las palabras de saludo en su casa, Oscar Polo, uno de los empresarios de La Merced. En la otra parte, el equipo de Cuarto Tercio, Montes y Márquez, quienes le dan cauce y forma a una idea que ayer concretaba esta primera fase de las cuatro teóricas que consta el curso.

Después habrá que contratara los más puestos, para que se atrevan en la placita de tientas con el bichillo que se mueve frente a los trapos. Seguro que causa menos pavor que los pitones del carretón de entrenar. Pero esa será ya otra historia.

La de ayer, deja también el acercamiento de otras gentes del toro perdidas en la ambigüedad del tiempo. La del Triguereño es otra de las historias de la mañana, recién tomada la determinación de coger los palos por encaramarse a vivir del toro y pidiendo posibles para el torero que lleva.

En definitiva una jornada llena de historias personales.

Sesenta historias que se explican, nerviosas unas, expectantes otras, soñadoras las que más. Sesenta historias alrededor de una mañana de sol que no ha querido ser áspero ambiente invernal, y que ha llenado de vida la plaza onubense.

Entre los alumnos inscritos al curso los hay de todas las edades, empezando por un grupo de iniciación formado por niños de entre 7 y 12 años. Las clases, que son absolutamente gratuitas, proseguirán los próximos días 16 y 24 de febrero y 16 de marzo, de 11 a 13 horas, en la Plaza de Toros La Merced.

Posiblemente vayan a salir pocos toreros de ahí. No es ese el planteamiento. Más, aún conservando la distancia real que el tendido seguirá guardando con el albero, será meridianamente cierto, que esta experiencia les acerca un poco más en la sensatez de apreciar como aficionados la visión del torero en la plaza.

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