Vinila von Bismark desnuda a Irene

Vinila von Bismark (Granada, 1986), esa chica rubia plagada de tatuajes que aceptaría gustosa vivir en una película en blanco y negro de los cincuenta rodeada de glamour, publica mañana su primer disco en solitario después de estar acompañado primero por Krakovia y después por Lucky Dados. Pero en A place with no name se ha desnudado más que nunca sin necesidad de quitarse ninguna prenda más y deja asomar a Irene, la chica que se fue de Granada porque se le quedó pequeña, pero que ahora añora. Recuerda incluso lugares que por edad no pudo pisar, como la mítica sala de fiestas del Rey Chico. "Me han hablado mucho de ese sitio y es una pena que no se mantengan cosas así, algo inconcebible en una ciudad de artistas como Granada", afirma la cantante, que recientemente protagonizó una campaña de una conocida marca de güisqui en compañía de Dani Mateo.

La reina de burlesque vuelve con su disco más personal , en el que la persona empieza a estar por encima del personaje y donde los sonidos mediterráneos y la querencia por sus raíces se cuelan por los surcos de un disco de rock elegante grabado en Lisboa, en los mismos estudios donde los Rolling Stone o las reinas del fado han registrado sus canciones. Su gabinete de prensa adorna el estreno del disco con esta frase: "Si David Lynch se hubiera encerrado un mes con Lana del Rey en un palacio árabe del Mediterráneo les habría salido este disco". Pero Vinila, a primeras de cambio, da un puñetazo metafórico en la mesa. "Esas son cosas de la productora, con David Lynch sí que me identifico, pero Lana del Rey no tiene nada que ver conmigo", comienza distanciándose de la lánguida cantante norteamericana por mucho que hayan nacido en el mismo año. Vinila sigue fiel a sus modelos de siempre, la sofisticación de Dita von Teese, la seducción de Marilyn Monroe y el sex appeal de Marlene Dietrich.

Vinila von Bismark, que suele cantar en inglés, ha incluido también un tema homenaje a Granada en español (Yaila) y una canción en el idioma del amor que se titula, cómo no, Mon Amour. "Canto en el idioma que me piden las canciones, pero en el caso de Yaila es cierto que quería cantarla en mi lengua porque habla de sentimientos muy profundos respecto a mi tierra y quería que todo el mundo la entendiera", señala la cantante.

Desde que comenzó la gestación del álbum, Vinila siempre tuvo claro la persona que podía dar forma a la idea que ella tenía en mente, y por eso las labores de producción han corrido a cargo de Paulo Furtado, también conocido como The Legendary Tiger Man, y se marchó a Lisboa, a los míticos estudios Valentim de Carvalho por donde pasaron Mick Jagger y compañía.

Y ahora que todo el mundo habla del videoclip de Amaral en el que sacude a la clase política, Vinila dice que respeta cualquier opción pero que ella prefiere que hable la canción. Tampoco tiene claro dónde está el compromiso social y dónde comienza el puro marketing: "De todas maneras, en esta ligas tan altas yo no juego, no soy mainstream, publico mis discos en una compañía underground y no sé los que exigen las grandes compañías, en mi caso tengo libertad absoluta porque, en otro caso, no estaría ahí", continúa la cantante granadina que anda escaldada últimamente con la prensa por algunos titulares "malintencionados y sacados de contexto". "Quisiera tener más vida social, que no la tengo, y divertirme más en otros momentos", señala Vinila, para quien no es tarea fácil compaginar su trabajo como cantante con el que realiza en el teatro, en el espectáculo The Hole, donde juega uno de los roles principales.

Y aunque algunos no acaben de entender su potente puesta en escena, la intérprete asegura que no tiene como uno de sus objetivos escandalizar a nadie. "Lo único que pretendo es mostrarme tal y como soy", concluye Vinila von Bismark mientras busca por Madrid un lugar en el que vendanCherry Coke, demostrando que su pasión por lo retro va más allá de los ligueros, los corpiños y su pasión por el cabaret.