Toros

Toros Colombinas : Martina y un romance torero

  • David de Miranda cuaja una grandísima tarde de toreo.

  • Puerta Grande para el de Trigueros, sustituto ayer de Morante, tras cortar tres orejas.

  • Manzanares, oreja a una faena de exquisitez en el primero y otra para Luque con el segundo del festejo

Toros Colombinas :  Martina y un romance torero

Toros Colombinas : Martina y un romance torero / Alberto Domínguez (Huelva)

David de Miranda le ha robado el corazón a esta Huelva toreando. Manzanares, en esa sensibilidad con la que dejó atado un macho de su chaquetilla a esa cinta que una chiquilla, Martina, tira siempre a los toreros en la vuelta al ruedo. Unos la miran, otros la pisan y otros, como Manzanares, deja un trozo de su vestío lleno de romance sano en la cinta de Martina. Que grandeza y cuanta torería en ese lance frente al 6. Ese es un romance en la tarde y el otro es de toreo. El que ayer fraguó en esta plaza David de Miranda. No se puede estar mas valiente, mas cabal y más romántico para dejar salir tanto enamoramiento en forma de toreo. Para dejar brotar ese romance como el que ha vivido la Merced en ese vendaval de oficio y torería con el que Miranda ha fraguado la segunda Puerta Grande de esta feria que lleva su nombre marcado hasta el tuétano.Dos grandísimas faenas. Dos sinceros pasajes de toreo que le dejan una dimensión importantísima para abrir caminos y cerrar dudas. Para matizar etiquetas que decían de Miranda sólo valentía y que ayer en Huelva han cobrado sentido sí pero tras una dimensión torera brutal.Una borrachera de pasión. Dos faenas mandando el sentido de los terrenos, las distancias, la medida de las series; la mano baja, la majestad de un trazo donde la franela ha empapado ese temperamento encastado que ha tenido ese lote con el que se ha encumbrado en la feria. Un ramillete lleno de ese tiempo donde no hay casi tiempo. De esa suavidad donde se mece el viaje largo y honrado del toro; de ese tercero que se le arrancó noble y bravo para que David le apretara un nudo en la garganta a la plaza con esas mirandinas buscadas de lejos; desafiantes.Romance de torero valiente en esos estatuarios firmes, enterradas las zapatillas en el albero. Llevando y trayendo temor; derramando gozo cuando los remates de los de pecho llevaron al toro hasta la punta de la hombrera contraria. Yendo a por todo en la estocada honrando esa bravura que le había entregado ese notable toro de Juan Pedro.Estar y sentir para no desperdiciar un gramo de tanto bueno como le han entregado la suerte del sorteo.Lo de Manzanares en su primero fue puro toreo de salón. También paciencia para confiar que la clase que traía en los escasos recursos de fuerza le iba a dejar mostrar su clase. Lances con mimo y cuidado cuando el primero de la tarde mostró esa condición noble para dejarse hacer. Manzanares apeló a la paciencia del tendido y al ralentí, con los engaños dispuestos para acariciar, le dejó entre oles y clamor una faena muy especial a la tarde corriendo la mano en una exquisita serie de naturales. Sin falsas costuras, el alicantino le hizo el traje justo, entallado y elegante al primer acto de la tarde y donde apareció esa espada rotunda de Manzanares para cortar una meritoria oreja. No bastó que el torero quisiera frente a ese cuarto que se comió con genio los capotes pero que desinfló su ánimo pegado a tablas sin admitir nada más. Daniel Luque dejó escrito lo mejor de la faena al segundo juampedro en una serie de naturales de trazo limpio a un toro interesante pero con el que después no llegó a encontrar ese ritmo donde el poderío que tiene como torero maneja los toros. No fue fácil ese primero de su lote al que costaba templarlo en ese ritmo con el que se movió en el ultimo tercio y porque la faena, sincera y mandona, nunca terminó de encaramarse al tendido. Lo del quinto fue otra historia. Luque le había podido de veras a ese toro que se comía los vuelos de su capote, que entusiasmó con ese poder en el caballo y la nobleza metida en una arrancada vibrante y brava hacia los banderilleros. La condición física se comió su clase. No la de Luque para estar digno en una faena y rotundo en la estocada que mereció oreja.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios